La obra de J.R.R. Tolkien supuso el renacimiento de la fantasía en el siglo XX. Sus tres obras principales suponen distintos pasos y niveles de comprensión lectora para seguir el hilo de todo un universo mágico, así pues El hobbit es un relato infantil que en principio Tolkien tan sólo había escrito y dibujado para el entretenimiento de sus hijos. Tras el éxito de su publicación y teniendo a toda una sociedad a la espera de una nueva aventura de Bilbo Bolsón, Tolkien dice que no, que por el contrario iba a escribir la epopeya de nuestro siglo, o mejor dicho, iba a contarnos la gran epopeya de la Tercera Edad del Sol: El señor de los Anillos. Y por último, la obra más desconocida del autor británico es la que empezó escribiendo desde el principio, pero sin embargo, nunca llegó a terminar, El Silmarillion, una suerte de historia antigua y principios físicos y mágicos de la Tierra Media, la comparación más extendida suele ser que parece una especie de Antiguo Testamento.
La idea del Antiguo Testamento no es descabellada, puesto que Tolkien era un católico ferviente, hasta el punto de apoyar públicamente al bando franquista durante la Guerra Civil por ese argumento tan querido por los cuñados de: “Los rojos quemaban iglesias”.
Sin embargo su activismo religioso no tiene grandes tintes ni en El hobbit, ni en El Señor de los Anillos. Son obras con las que estamos familiarizados, obras que cinematográficamente nos han llenado de fantasía las navidades en el cine o el resto del año en nuestras casas, un giro de 180º que nos llevó a los espectadores a acostumbrarnos al cine de más de hora y media, y a Peter Jackson a proyectarse al gran público y alejarse de las productoras de serie Z de Nueva Zelanda. El peso propagandístico de estas obras no es religioso, como ya hemos dicho, es político.
El propio Tolkien se habría definido en varias ocasiones como anarquista, o concretamente como anarco-monárquico, es decir, que detestaba el concepto de Estado y la organización política y social que nace de él, pero no tendría problemas en reconocer que un líder legítimo y justo gobernase, o reconocer los sentimientos nacionales de cada lugar.
¡ALERTA DE SPOILER! (A partir de aquí el artículo contiene comentarios sobre el argumento de El hobbit y El Señor de los Anillos, si no está interesado, deje de leer en este párrafo)
Otro de los aspectos de Tolkien era el pacifismo y el elogio de lo sencillo y lo humilde, algo que se ve en la postura de Bilbo para evitar la Batalla de los Cinco Ejércitos, puesto que no consideraba oportuno librar una guerra entre “los buenos” por algo tan banal como el tesoro de un dragón, que además se supone que era propiedad de las tres razas que se iban a enfrentar en un principio: enanos, elfos y hombres. Al fin y al cabo, Bilbo vivía en el único territorio de la Tierra Media en la que no existía ningún rey o gobernador, La Comarca era un remanso de paz verde, donde la gente tenía comida, una gran afición por fumar en pipa, labraban la tierra a mano y no tenían grandes disputas entre vecinos ni les interesaba ningún tema que supusiera una aventura que retrasase la cena.
Escena de la película animada El Hobbit de 1977 en la que Thorin discute con Bilbo sobre su idea de compartir el tesoro
La contraposición de aquellos apacibles hobbits, eran los despreciables trasgos, unos seres que Tolkien describe así: “Ahora bien, los trasgos son crueles, malvados y de mal corazón. No hacen nada bonito, pero sí ingenioso. Pueden cavar túneles y minas tan bien como cualquier enano poco diestro, cuando se toman la molestia, aunque comúnmente son desaseados y sucios”. Para Tolkien, la la mayor amenaza de todos los pueblos es el desarrollo científico enfocado en la ingeniería, el Anillo Único es la representación de la máquina, que viene a destruir al resto del mundo fantástico, aquellos que confían entonces en la máquina se atan a ella sobre todo lo demás, los elfos, seres puros y blancos se convierten en orcos negros y repugnantes, y los hombres del sur que apoyan a Sauron son malignos sin muchas más explicaciones, unos traidores que no saben ver el daño y la oscuridad que implica el cambio.
De hecho, el eje del mal es idéntico en la obra de Tolkien y en la política exterior de Ronald Reagan o Margaret Tatcher: los malos están siempre en el Este y en el Sur.
Mapa de la Tierra Media durante los sucesos descritos en El Hobbit y El Señor de los Anillos
En respuesta a esta visión de racismo hacia África y de rechazo político hacia la URSS, el autor ruso Kiril Yeskov decidió reinterpretar toda la obra de Tolkien con una especie de precuela llamada El último anillo que planteaba a Mordor como una nación en la que los orcos luchan por acabar con el feudalismo en el que persiste un mundo en el que los elfos y los hombres se han ocupado de imposibilitar el avance científico, el Anillo Único es tan sólo un elemento de fantasía con el que Sauron intenta disuadir a elfos, enanos y hombres mientras él lleva a cabo una Revolución Industrial que permite a Mordor convertirse en la mayor superpotencia mundial contra la que sólo pudo vencer el resto de las naciones unidas en base a casualidades. La historia, incluso la de la Tierra Media, según Yeskov, siempre la cuentan los que ganan.
No fue el único autor que tuvo críticas hacia el viejo Tolkien, George R.R. Martin siempre ha declarado que su obra le inspiró para escribir Juego de Tronos porque le enganchaba tanto como lo decepcionaba, esto mismo comentaba a Rolling Stone en una entrevista al respecto en 2014: “El libro tiene una mentalidad muy medieval: si el rey es una buena persona, la tierra prosperará. Pero si miramos la historia real, eso no es tan sencillo. Tolkien puede decir que Aragorn se convirtió en rey y reinó durante 100 años, que fue sabio y bueno. Pero Tolkien no responde muchas preguntas como ¿cuál era la política de impuestos de Aragorn? ¿Tuvo un ejército permanente? ¿Qué hacía en épocas de inundaciones y hambruna? ¿Y qué decir de los orcos? Al final de la guerra, Sauron ha desaparecido, pero los orcos siguen ahí, en las montañas. ¿Siguió Aragorn una política de genocidio sistemático y los mató a todos? ¿Incluso los pequeños orcos, en sus pequeñas cunas de orco? Las buenas intenciones no te hacen un buen rey”.
¿Un supremacista de la cultura nórdica y germánica, un anarquista, un católico militante, un anticomunista convencido, un defensor del feudalismo al que quizás debería fichar el humorista Miguel Maldonado para su partido político de ficción QVEF (Que Vuelva El Feudalismo: La Tierra es plana)? ¿Quién era ese escritor que suele captarnos en un mundo paralelo durante la infancia o la adolescencia y ya no nos suelta? Tolkien era un gran escritor y con este artículo no se pretende rechazar ni eludir la lectura de su obra, tan sólo dejar claro quién era Tolkien fuera de sus mundos de fantasía, un ser tan aburrido y hastiado del mundo real, que prefirió refugiarse en su imaginación y en las leyendas antiguas antes que interesarse por la política o el estado social.
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