Tic tac, tic tac

Las eléctricas han marcado un tic tac, tic tac al gobierno que, de no desactivarlo con valentía y decisión, puede que termine dando al traste con un efímero periodo de avance sociales.

Por Puño en Alto

Tic Tac, Tic-tac o tictac, es la onomatopeya que en sus distintas grafías últimamente se ha puesto de moda en referencia a la finalización de una cuenta atrás para que se dé un acontecimiento o un hecho notorio del agrado o no de los protagonistas del mismo.

De esta manera, tenemos que recordar el tic tac, tic tac que Pablo Iglesias le marcó a Rajoy y que a lo postre representó el principio del final de aquel presidente de gobierno y del PP tan consentidor cuando no instigador de no pocos escándalos y fechorías. Posteriormente, Pablo Iglesias se autoimpuso su tic tac al presentarse a la presidencia de la Comunidad de Madrid en un gesto de generosidad al inmolarse políticamente para parar a la extrema derecha, así como evitar que Podemos quedara sin representación en la Cámara autonómica madrileña.

En la actualidad el tic tac, tic tac más llamativo y rotundo es el que le ha marcado a Pablo Casado la presidenta de la comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, apoyada por la facción más rancia del PP. El presidente del PP esperaba una vuelta de las vacaciones a lo grande para exhibirse como presidente del gobierno “in pectore” con el viento a favor de las encuestas y se ha encontrado con órdagos, insultos y presiones desde el entorno de Ayuso para que adelantara el congreso regional de Madrid y declaraciones de la propia Ayuso que en gran medida han cuestionado su autoridad en el partido y sus posibilidades de llegar a la Moncloa, amén de las buenas relaciones con Vox que cultiva en la comunidad de Madrid. Ya nadie duda que, en el fondo, la batalla del PP de Madrid no es otra que la batalla del PP nacional y Casado sabe que su tic tac, tic tac se ha puesto en marcha para su pesar.

Otros tic tac que se han puesto en marcha con un marchamo de no terminar bien para sus protagonistas son para Inés Arrimadas y Juan Marín al frente de Cs nacional y andaluz, respectivamente. Inés Arrimadas sabe que su cargo al frente de Cs no va más allá de las próximas elecciones generales, sea cuando sea su convocatoria, de no remontar lo que encuestas tras encuestas predicen, sus esfuerzos por resistir la OPA hostil del PP no están teniendo éxito y pocos son los que creen en la necesidad de un partido que se dice de centro y termina comprando los postulados de la derecha y extrema derecha. Del mismo modo, Juan Marín está que no le llega la camisa al cuello conocedor que su tiempo de chico de los recados de la Junta de Andalucía tiene los días contados. Sus esfuerzos serviles a PP y Vox tan solo van a quedar para haber representado fielmente el papel de tonto útil, al que nadie termina respetando. A igual que la líder nacional de su partido, sus propios compañeros le han puesto en marcha la cuenta atrás y, como relojero, debe saber que cuando se abre un reloj siempre sobran piezas, aunque el reloj sigue funcionando tal cual.

Sin embargo, hay otros tic tac, tic tac que están paralizados o no se han activado por motivos muy palpables. Ejemplo de lo segundo, es el actual Consejo General del Poder Judicial, que hace más de 1000 días que debió renovarse y lejos de entrar en su tic tac, tic tac, se encuentra detenido, más que nada porque al PP en modo alguno le interesa su renovación, por razones obvias ya que su composición actual es de mayoría conservadora y porque, lamentablemente, los miembros de la institución poco interesados están en perder las prerrogativas crematísticas y de otros órdenes que conlleva el cargo, sobre todo al presidente.

Las eléctricas han marcado un tic tac, tic tac al gobierno que, de no desactivarlo con valentía y decisión, puede que termine dando al traste con un efímero periodo de avance sociales y las ilusiones puestas por esa mayoría social silente y sufridora.

A nadie se le debe escapar el mayor de los tic tac, tic tac que está tomando cierta velocidad de crucero en nuestro país, más que nada por deméritos de los propios interesados. La anacronía y el difícil encaje democrático que supone que la Jefatura del Estado se obtenga por el dudoso honor de haber nacido en el seno de una determinada familia, unido a comportamientos delictivos o de dudosa moral y ética de quienes a cambio de una vida regalada solo se les exige ejemplaridad, así como, que se deje defender y adular, casi en exclusividad de forma numantina y recalcitrante, por la derecha y extrema derecha, justificando lo injustificable, hace que la monarquía haya entrado en su particular tic tac, tic tac, con paso lento pero inexorable hacia su abolición.

Tic tac, tic tac para dar y regalar.

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