La pandemia de coronavirus ha agravado en el Estado español la problemática socio-económica derivada de décadas de despliegue y profundización de recetas capitalistas.
Por Oriol Sabata
En el ámbito laboral, las medidas de higiene y distanciamiento social, han dejado en evidencia la enorme dependencia del sector servicios y la falta de un tejido industrial potente que actúe como garante de empleo y motor económico.
Esta situación viene arrastrándose desde los años 80 con la llamada “reconversión industrial” que afectó principalmente a la minería, la siderurgia y los astilleros [1]. Bajo los eufemismos liberales de “modernización”, “reestructuración” y “competitividad”, se impulsó en realidad un proceso de privatización y desmantelamiento de empresas estatales que tuvo como consecuencia pre-jubilaciones y despidos masivos de trabajadores. Todo bajo la premisa de que había que ser más “competitivos” en el mercado y reducir “costes laborales”.
El brazo ejecutor de este plan fue el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) encabezado por Felipe González. La incorporación de España en 1986 a la Comunidad Económica Europea (CEE) [2], considerada el germen de la actual Unión Europea (UE), venía condicionada a la imposición de ese paquete de medidas que atentaban contra los intereses de la clase obrera. Esas fueron las directrices fundacionales de una UE que la socialdemocracia sigue actualmente empeñada en reivindicar y en formar parte.
De esta manera, la mano de obra se derivó a la construcción y al sector servicios. Para poder dimensionar lo que supuso este proceso de liquidación fabril, a finales de los 70, la industria representaba el 30 por ciento del PIB español. A día de hoy ese peso se ha reducido a la mitad, un 15 por ciento. Entre 1975 y 1985, en una década, se despidió a casi un millón de trabajadores bajo el paraguas de la “reconversión” [3].
Esta ofensiva dictada por la CEE y aplicada por el PSOE desató fuertes movilizaciones obreras que alcanzaron su máxima intensidad con la revuelta social que se produjo durante la primavera de 1987 en la localidad de Reinosa, en Santander [4].
Sin duda, el ingreso en la CEE y el proceso de desmantelamiento y privatización industrial abrió las puertas a la entrada del gran capital europeo y estadounidense que adquirieron a precio de saldo las empresas estatales y se hicieron con los mercados internos.
El desarrollo del llamado proceso de integración en la UE fue desarmando al Estado de aquellas herramientas de las que disponía para garantizar cierta soberanía económica: aranceles, moneda propia o planificación y toma de decisiones en empresas públicas, por ejemplo.
En la década de los 90 se dio un paso más con una nueva ola de privatizaciones de grandes empresas como Endesa, Iberia, Telefónica, Indra o Repsol. El capital privado que las adquirió se hizo en realidad con un jugoso mercado sin apenas competencia ya que se encontraba hasta entonces monopolizado por el Estado [5].
El balance de estas dos últimas décadas ha sido desolador. Las reformas laborales y la constante desregulación y especulación del sector financiero e inmobiliario han deteriorado notablemente las condiciones de vida de las familias trabajadoras.
Los sucesivos gobiernos del bipartidismo, en sintonía total con la UE, nos han llevado a un callejón sin salida y sin margen de maniobra en el marco del régimen de mercado. Con cierta perspectiva histórica y vistas las desastrosas consecuencias, estamos en condiciones de afirmar que se ha tratado de una integración diseñada por y para el gran capital.
Ante un contexto de incertidumbre económica permanente debido a las crisis cíclicas del capitalismo, el futuro de millones de trabajadores pasa inevitablemente por la salida de la UE y el Euro. Solo así será posible recuperar la soberanía económica a través de un plan de nacionalizaciones que permita controlar los sectores estratégicos de la economía y garantizar así la re-industrialización y el futuro del país.
Notas:
[1] 1975-1985: Crisis económica y Reconversión Industrial, Pedro Adiego Sancho y Javier Velilla Gil.
[2] España y la Unión Europea, Ministerio de Asuntos Exteriores.
[3] La industria española en democracia, Roberto Velasco y Beatriz Plaza.
[4] Reinosa: aquella primavera de 1987, Semanal Enfocant.
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