Saint-Just

Louis Antoine Léon de Saint-Just fue un político revolucionario francés, uno de los artífices de la Constitución de 1793, partidario de la ejecución de los monarcas y defensor de una política fiscal progresiva que gravase a las grandes fortunas.

Por Eduardo Montagut | 26/11/2024

Louis Antoine Léon de Saint-Just nació en el año 1767, hijo de un militar condecorado. Estudió derecho y siendo muy joven, al ver que la joven a la que amaba se casaba con otra persona, robó algunas joyas familiares y huyó a París, pero la vida que allí llevó consumió muy pronto el dinero, terminando por ingresar en un correccional en 1786 durante seis meses. Estando en el mismo escribió un poema entre satírico y pornográfico, titulado Organt, aunque lo publicaría más tarde. El texto era muy crítico con la situación del momento, contra los estamentos privilegiados y la monarquía. Un jovencísimo Saint-Just ya apuntaba ideas y maneras revolucionarias.

Saint-Just participó en la Revolución desde sus inicios, aunque pronto regresaría al hogar familiar en Biérancourt. Allí ingresó en la Guardia Nacional en 1789 y fue nombrado teniente coronel. Comenzó sus primeros ejercicios en la política, abrazando posicionamientos radicales. En 1790 participó en la Fiesta de la Federación, que fue la celebración del primer aniversario de la toma de la Bastilla, y que se celebró en el Campo de Marte.

Cuando Luis XVI fue arrestado en su intento de huida, Saint-Just fue uno de los que le escoltaron de vuelta.

En esos momentos conoció a Robespierre, que le impresionó vivamente, por lo que se convirtió en un allegado muy cercano. Saint-Just, fascinado por la Antigüedad Clásica, se consideraba Bruto.

Aunque en 1791 quiso entrar en la Asamblea Legislativa no lo pudo hacer por su edad. Sí pudo hacerlo en la Convención en 1792, siendo un miembro de la Montaña, un montagnard. Recordemos que el conocido como Partido de la Montaña, entre los que destacaban, además de nuestro protagonista, Robespierre, Danton o Marat, era un grupo de diputados que procedían muchos de ellos del Club de los Jacobinos, enfrentados a los Girondinos. Defendían la República centralizada, y sus apoyos se encontraban entre la pequeña burguesía y los sans-culottes en las calles de París.

Saint-Just destacó en la Convención por su oratoria, especialmente en el proceso contra Luis XVI. Fue uno de los artífices de la Constitución de 1793. También fue partidario de la ejecución de los monarcas. Defendió una política fiscal progresiva, que gravase a las grandes fortunas.

Perteneció al Comité de Salvación Pública, y estuvo comisionado ante el ejército del Rin, consiguiendo atajar la corrupción, restablecer la moral y la disciplina sin contemplaciones sobre cualquier derrotista, traidor, disidente o desertor, aunque también es cierto que se ganó la consideración de los soldados. En este sentido, son muy significativas sus propias palabras:

“El gobierno no debe ser solamente revolucionario contra la aristocracia: debe serlo contra aquellos que roban al soldado, que pervierten el ejército con su insolencia, y que, por el derroche del dinero público, llevarían al pueblo a la esclavitud y el imperio a su disolución por el infortunio. Tantos males tienen su fuente en la corrupción de unos y en la ligereza de otros.” 

Saint-Just comenzó a ganarse fama de ser uno de los más radicales en la época del Terror. Por otro lado, su contribución a la fuerza militar francesa fue efectiva porque se consiguieron varias victorias contra Austria.

Al regresar a París fue uno de los más activos en la caída de los hebertistas y de Danton y sus colaboradores, los denominados “indulgentes”. Se caracterizó por una gran frialdad en la persecución de los que Robespierre consideraba sus enemigos.

Pero su suerte, como la de su gran amigo, cambiaron con la llegada del 9 de Termidor del año II, es decir, el 27 de julio de 1794, porque ambos fueron detenidos por orden de la Convención, atacados por los revolucionarios más moderados ante el radicalismo de los últimos tiempos, pero también por los sectores más radicales por las ejecuciones de los destacados líderes populares aludidos anteriormente. Saint- Just fue fiel a Robespierre hasta el final, algo que no ocurriría con otros hombres cercanos. Por otro lado, Saint-Just no quiso liderar el levantamiento que se produjo en París y que los liberó. Volvieron a ser detenidos y ejecutados inmediatamente sin juicio en la guillotina, al día siguiente. Saint-Just tenía 26 años.

Además de la obra citada al principio, escribió una obra de teatro en 1787 con el título de Arlequín-Diógenes. Dos años después publicó El espíritu de la Revolución y de la Constitución de Francia. En 1792 vio la luz, Sobre la Naturaleza, sobre el Estado civil de la ciudad o las reglas de la independencia del gobierno. Por fin, en el año de su muerte, Los fragmentos de las instituciones republicanas.


Sobre las ideas de Saint-Just se puede consultar, en castellano, el libro editado por Carlos Valmaseda, La libertad pasó como una tormenta. Textos del período de la Revolución Democrática Popular, (Barcelona, 2006).

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