Realpolitik

La OTAN, antes o después, tendrá que dejar de ofrecer apoyo bélico a un estado -el ucraniano- que ataca el territorio de otro estado: el ruso.

Por Lucio Martínez Pereda

Los hechos son los hechos. Tras el resultado del referéndum democrático, Rusia libra una guerra para defenderse de un ataque en su propio territorio. Guste o no guste esa es la realidad.

A los partidarios de que EEUU continúe la guerra contra Rusia a través de la OTAN, el resultado del referéndum no les gusta y afirman que no es democrático.

Pero la movilización de la población rusa en edad de combatir ya es una leva nacional defensiva: sin el ejercicio de ese derecho reconocido internacionalmente ningún estado podría existir.

Después de que Vladimir Putin anunciase la formalización de la reincorporación de las regiones de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia al territorio del estado ruso, la ayuda de la OTAN al ejército ucraniano tiene un carácter agresivo dirigido contra Rusia. La OTAN, antes o después, tendrá que dejar de ofrecer apoyo bélico a un estado -el ucraniano- que ataca el territorio de otro estado: el ruso.

Hay razones para el optimismo. Cada vez estamos más cerca de que la guerra de Ucrania se solucione tal y como se resolvió uno de los conflictos más importantes de la Guerra Fría: la guerra de Corea. Se habilitará una partición del territorio basada en el modelo del paralelo 38 empleado en Corea, con una amplia zona de desmilitarizaron intermedia bajo control de la ONU.

En cualquier caso -se califique como se califique el resultado de este referéndum, para unos; democrático, para otros; antidemocrático- funcionará como mecanismo de presión internacional para establecer un marco que obliga a pasar la pagina bélica del conflicto y entrar en la página de una negociación política.

Esta guerra entre EEUU y Rusia va camino de resolverse mediante un intercambio entre mercado de energía y territorios. Rusia conseguirá, con la aprobación de EEUU, recuperar una parte importante de antiguos territorios de gran valor geo estratégico, y Estados Unidos, será con la aprobación de Rusia, la gran proveedora de gas a Europa. La ciudadanía europea habrá sido el espectador colectivo idiotizado de un drama que terminará en tragedia económica para sus bolsillos.

Rusia y EEUU conseguirán sus particulares beneficios encajados en una solución final de tablas internacional que no los desprestigie ante sus respectivos aliados, y la Unión Europea será la gran perdedora de esta guerra. Eso si, los europeos respiraremos aliviados al saber que no seremos víctimas de una fantasmagórica III guerra mundial.

! Pobres ucranianos! , llevados a la muerte por un gobernante títere, les ha tocado el papel de víctima propiciatoria en este viejo y malévolo juego de la guerra.

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