A nadie se le escapa la existencia de una guerra económica librada entre EE.UU y China con sus respectivos aliados a cada uno de los bandos. Sin embargo, miles de noticias aparentemente aisladas pasan desapercibidas de un análisis en conjunto de dicha guerra lo cual nos perjudica a todos.
La prohibición de comprar equipamiento electrónico por Huawei bajo la argucia de evitar que el gobierno chino espíe a las administraciones públicas norteamericanas -como si el espionaje no fue el pan de cada día de ambos- siguió con fuertes aranceles para evitar la importación de productos chinos y el veto de EE.UU para que Google deje de suministrar actualizaciones del sistema operativo Android a Huawei y a la detención de la directora financiera de Huawei e hija de su fundador en Canadá por quebrantar el embargo de EE.UU contra Irán de venta de tecnología. Además, suministradores estadounidenses de chips y semiconductores para los dispositivos Huawei, como Intel, Broadcom o Qualcomm, sufrirían la caída de la demanda de componentes y afectaría seriamente a la sostenibilidad de sus empresas. ¿Una actuación a la desesperada?
De estas medidas se extraen múltiples conclusiones: en primer lugar, el gobierno norteamericano tiembla de miedo al saber que su rival político le está ganando la batalla tecnológica; y en segundo lugar, todas las leyes capitalistas de la libre empresa y de la mano invisible no son creídas ni por los propios países capitalistas que cercenan la competencia empresarial provocando una reducción de la oferta de productos de alta gama electrónica, una bajada de los precios de la rival y un aumento de los precios de las empresas estadounidenses que sufrirán los usuarios o consumidores.
No solo Huawei está a punto de desbancar a Apple (americana) o Samsung (surcoreana), sino que otras empresas chinas ocupan los siguientes puestos en el ranking de desarrollo tecnológico y de ventas como Xiaomi o Lenovo. Conjuntamente, Huawei es líder en hardware y tecnología para infraestructuras 5G para Internet inalámbrico, la tecnología detrás del “Internet de las Cosas”, clave para el desarrollo de la inteligencia artificial de los coches sin conductor, las casas inteligentes o de los soldados robots. Aquí es donde está el verdadero temor de EE.UU. Llevan un siglo golpeando al mundo, haciendo de su voluntad ley y temen la rebelión de los oprimidos.
El mejor profeta del futuro es el pasado (Lord Byron): Tácito en su ensayo sobre Agrícola nos ofrece una descripción de la mentalidad imperial una mentalidad que sigue habitando en el orden mundial actual dirigido por EE.UU. Durante una de sus visitas a los confines de la isla, Agrícola, mirando en dirección a Irlanda, preguntó a su acompañante porque ésta no había sido ocupada. La respuesta adujo a que esas tierras eran pantanosas no idóneas para la agricultura y habitadas por tribus salvajes y primitivas que poco podían ofrecer al Imperio. El soldado fue reprendido severamente pues la ganancia económica no lo es todo. Mucho más importante es el ejemplo que da un país sin ocupar. Mucho más importante es el ejemplo que da un país que goza de libertad.
EE.UU odia profundamente la libertad. ¿Por qué si no teme y trata de aplastar a todo Estado que osa marcar su propia estrategia político-económica? Para mantener su dominio económico sobre el mundo, requiere de un control político del mismo, para lo cual se respalda en la “legítima defensa” contra armas de destrucción masiva inexistentes o contra el potencial nuclear de otros países, mientras nuestros gobiernos, cuales serviles esclavos, consienten al amo que posea todo tipo de armas para aplastar en minutos una revolución.
La guerra económica lejos de ser bipolar es multipolar, pues no solo afecta a China y a EE.UU por el control de la inteligencia militar del futuro -robot soldado o algoritmo de la guerra, entre otros- sino que afecta a Irán, Rusia o incluso a Europa, un importante importador de productos de la empresa china, sobre todo Alemania. En el tablero se posicionan Irán y Rusia en unos tiempos convulsos en los cuales la deuda pública norteamericana está en manos del dragón asiático quien tiene en sus manos desvelar la fragilidad del sistema económico capitalista y Rusia que desarrolla su internet alternativo como forma de eludir la censura en Occidente mientras llega a jugosos acuerdos comerciales con importantes Estados de la UE.
La guerra por el control de la inteligencia artificial y de sus fuentes de energía solo ha hecho más que empezar.
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