¿Puede el feminismo configurar un partido político propio?

Por Iria Bouzas

Es evidente que puede hacerlo, de hecho, ahí está el Partido Feminista de España de Lidia Falcón para demostrarlo.

Pero mi reflexión sobre este tema quiere ir más allá para plantear si el hecho de crear alternativas partidistas desde el feminismo es la mejor estrategia para alcanzar los objetivos deseados.

Sobre el papel, los partidos políticos son herramientas democráticas que deberían canalizar el acceso de las ideas y las propuestas hacia las instituciones para que estas a su vez puedan transformarlas en hechos.

Pero ya se sabe que el papel lo aguanta todo y lamentablemente en la realidad los partidos políticos terminan transformándose en campos de batalla donde los egos y los intereses particulares devoran grandes cantidades de energía que seguramente estarían muchísimo mejor empleadas en fines más elevados.

En mi opinión, la cristalización de cualquier movimiento político en un partido es un error. Entiendo que un error muy bienintencionado, pero error, al fin y al cabo.

En el mismo momento en el que un partido pisa moqueta, la lucha pasa de ser teórica y de ideas a práctica y de reparto de poderes.

No quiero que este artículo se convierta en la enésima crítica al funcionamiento de los partidos políticos. Son lo que son y no hay que darle muchas más vueltas al tema. Pero parece ridículo que no hayamos sido capaces de aprender cómo conseguir instrumentalizarlos si llevamos más de 40 años viendo como nacen, funcionan y en algunas ocasiones asistiendo a su desaparición.

Creo que nadie discute que el idealismo es algo maravilloso. Algo puro y hermoso sobre lo que sustentar la acción pero que, como su propio nombre indica, resulta poco práctico en sí mismo.

La agenda feminista va con retraso. De hecho, va con siglos de retraso. Cierto es que en los últimos tiempos parece que estamos avanzando, pero en comparación al atraso histórico que soportamos lo está haciendo a paso de tortuga.

Creo firmemente que crear partidos políticos ad hoc para este fin va a demorar aún más la puesta en marcha de las medidas que nos urgen.

Crear partidos, definir listas, convencer votantes, articular programas…

Un derroche de una energía ya de por sí escasa que además irremediablemente se unirá a las luchas de poder que toda organización política acarrea.

¿Pero para qué cargarnos con este trabajo extra a todo el que tenemos pendiente de hacer? Ya existen partidos. Ya tienen creadas sus estructuras. Ya tienen definidos sus idearios, son públicos y han llegado a sus votantes.

Ya están creados ¡Usémoslos!

Si la crítica es que ningún partido político va a defender exactamente el feminismo como nosotras querríamos que se hiciese, deberíamos plantearnos que ni siquiera dentro del feminismo tenemos unanimidad en varios de los planteamientos que nos hacemos sobre nuestras líneas de actuación.

El feminismo plantea una lucha fundamental y necesaria pero no configura todo el arco ideológico que debe abarcar un partido.

¿Tiene acaso la lucha feminista alguna propuesta propia sobre qué sistema de pensiones defender o sobre cuáles deben ser las prioridades a la hora de desarrollar un plan de infraestructuras?

Los movimientos políticos se reúnen por cercanía ideológica y es fruto de esa unión por lo que surgen los partidos. Aunando ideas que se complementan entre sí.

Entonces, ¿estoy argumentando acaso que el feminismo debe quedarse fuera de la política institucional?

Muy al contrario. Creo que nuestra mejor baza es la de tener compañeras dentro de los partidos defendiendo nuestras posturas al tiempo que el movimiento desde fuera los monitorice constantemente y los presione para trabajar en la dirección apropiada.

Un movimiento político debe trabajar al lado, pero también de frente de las organizaciones políticas que tienen presencia institucional forzándoles a llevar a cabo reformas que hagan avanzar los derechos sociales.

Por supuesto apoyo y valoro como legítima y valiosa la constitución de partidos creados desde el feminismo, pero creo que la mejor baza que tenemos ahora mismo es la obligar a los partidos que sin nacer del feminismo se dicen feministas, a asumir como suyas nuestras reivindicaciones.

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