Por una España Republicana

El concepto de Monarquía Parlamentaria, como hemos visto, supuso el regreso de los Borbones a España, para continuar viviendo del trabajo y esfuerzo de sus ciudadanos

Por Pepe Aguza / Colectivo Prometeo

Se cumplen ahora noventa y dos años de una fecha crucial de la Historia de España, como fue la proclamación de la Segunda República, uno de los hechos más importantes, aparte del trágico y sangriento golpe fascista, que provocaría una desoladora Guerra Civil, causante de más de 650.000 muertos, según los historiadores Enrique Moradiellos o Ramón Salas Larrazábal, 150.000 represaliados, aproximadamente 500.000 condenados a campos de concentración y trabajos forzados, además de 450.000 exiliados.

Fue una República de valores democráticos, que expulsaría del territorio español a una estirpe de vividores y corruptos, que desgraciadamente, muerto el Dictador, habría apoyado el regreso de la Monarquía, restaurando su instauración a través de una Constitución avalada en parte por sus sucesores y la más rancia derecha del país.

El concepto de Monarquía Parlamentaria, como hemos visto, supuso el regreso de los Borbones a España, para continuar viviendo del trabajo y esfuerzo de sus ciudadanos, sin más responsabilidad que representar a una élite de la nobleza y terratenientes, descendientes de épocas pasadas. Una familia con graves problemas de consanguinidad, como eran Jaime de Borbón, hijo de Alfonso XIII, que era sordomudo, los hermanos Alfonso y Gonzalo de Borbón, hijos del infante Jaime de Borbón, que eran hemofílicos, o Margarita, hermana de Juan Carlos, que es ciega.

Juan Carlos, un rey impuesto por Franco, que siendo niño pasaba las vacaciones de Semana Santa en Estoril junto a su hermano Alfonso y el 29 de marzo, Jueves Santo de 1956, mataría al parecer accidentalmente, mientras jugaban con una pistola. Un rey, supuestamente beneficiado por el intento del golpe fascista del 23 de febrero de 1981, un rey cuyas intervenciones a nivel internacional, supondrían el cobro de comisiones para sus cuentas millonarias en paraísos fiscales o sus devaneos amorosos, cacerías o competiciones marineras, en un curioso yate, que como su propietario, ostentaba el pomposo nombre de “Bribón”.

Un rey que agobiado por las presiones, no dudó en abdicar a favor de su hijo, para escapar a una lujosa mansión de once millones de euros en la isla de Nuray en el Emirato Árabe de Abu Dabi, lejos de la justicia europea y de donde sale ocasionalmente para alguna regata en compañía de sus amiguetes gallegos (según noticias recientes, podría realizar alguna escapada a finales de abril a Sanxenxo).

La sociedad española debe ser consciente de que la Monarquía, que nada aporta, salvo gastos, cuesta a las arcas públicas, que se financian del trabajo y del esfuerzo de los españoles, la friolera cantidad de 8.431.150 Euros. Según la Ley 31/2022 del 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2023, el rey tiene un sueldo asignado de 269.296 Euros, aparte de dietas y otros emolumentos, igual que la reina Letizia o la reina emérita Sofía que tendrán unas retribuciones por sus actividades de consorte y asistencia a actos de 148.105 euros, sin contar con extras no especificados, así como la princesa Leonor, que también disfruta de un injustificable sueldo de 121.186 Euros.

Una sociedad auténticamente democrática y crítica, ya debería de haber reclamado un Referéndum para modificar la Constitución y su modelo de Estado, con un República independiente de ideologías, en el que el Parlamento y su Gobierno fueran los gestores de sus necesidades, mejorando sus servicios públicos, su sanidad y su educación, pilares fundamentales de un país fuerte y progresista.

Los ciudadanos y los medios de comunicación deberían fomentar el debate en sus foros, tertulias y en la sociedad, para lograr la supresión de este modelo ancestral y caduco de gobierno, en el que sus representantes, reyes, princesas y familiares ganen su sustento con el esfuerzo y el trabajo como cualquier ciudadano, sin depender de los Presupuesto del país.

Por un futuro republicano, incitemos el debate en la sociedad y en la calle.

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