Por Javier DG @olduvay22 | Ilustración de Javier F. Ferrero @SrPotatus
Una playa, un paseo,
un montón de ideas
al amanecer.
Muchos caminantes
bajo la sospecha
de esconderse entre las olas.
Un respiro
al ver el sol.
Un hermano
que expira amargura,
extrañado,
esconde su mirada
entre arena fina.
No da crédito a lo que ve.
En la cárcel nadie presta.
Aquí, no existe.
Sin aire
para unir las letras
de su nombre,
acopla la vida
en dos metros cuadrados
de insalubre agua tibia.
No nació delincuente.
No huyó del horror presente
para mirar un paisaje
que no le devuelve la mirada.
No nació bajo el desprecio
ni bajo la humillante guarida
preparada por el primer mundo,
donde se marca el ganado,
de refilón, a escondidas,
para ocultar
la vergüenza de mezclar
azúcar con sal fina.
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