Poesía de Javier DG con animación de ElKoko
Pasó el tiempo en que la indignación
era el tronco común del que surgían
ramas de diferente peso y proyección.
Terminó seco el jardín del edén,
en la Puerta del Sol, donde crecían juntos
las rosas blancas y rojas, los tulipanes
amarilleados por el sol, los girasoles ciegos
girando alrededor, el tallo verde
de las amapolas, el olor a limpio
entre las jaras del camino.
Se fue la hora
en que la unión hacía la fuerza.
No sé en qué momento la madurez
consistió en ganar batallas internas,
alejadas de la realidad por un abismo.
No sé si en los mercados y las tiendas
(los colegios, hospitales, servicios de limpieza,
autobuses, taxis, furgonetas de reparto, camiones
con kilómetros de asfalto en las entrañas)
el debate son la transversalidad y la confluencia,
el liderazgo y las cargas de TNT para volar
las ideas y ser el primero en la lista.
Sé que, en la vida real,
confluye el lastre cotidiano
de luchar con sangre y polvo
para llegar a fin de mes.
¿Cómo avanzar hendiendo las aguas turbulentas
de una política que no progresa,
cómo atravesar las aguas de un río
con traicioneros bancos de arena?
¿Sabéis qué es esto? Música celestial
para los que desean con fervor
una España de mirada marginal y
tolerancia estrecha. Una España
desigual, donde los ricos
no paguen impuestos y los toros,
se eleven a los altares como bien cultural.
Una España de mantilla en las escuelas
y expulsión del diferente. En fin,
una España hecha a medida
de esta ultraderecha emergente.
Mientras tanto…
izquierda sumergida
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