El gobierno de Perú se encuentra acosado desde varios frentes. El presidente Castillo intenta conformar un gabinete duradero, mientras la derecha busca la desestabilización abierta y crecen las críticas desde la izquierda.
Por Gonzalo Fiore Viani / La tinta
Tiempos complejos son los que atraviesa el -por ahora- presidente de Perú, Pedro Castillo. El mandatario lleva apenas seis meses en la Casa de Pizarro, pero ya tuvo que hacer seis cambios de gabinete, entre los cuales dos se produjeron en apenas la última semana. La inestabilidad estructural del país lo afecta de tal manera que no son pocos quienes dudan de su continuidad misma al frente del Poder Ejecutivo.
El penúltimo gabinete ni siquiera llegó a ser ratificado por el Parlamento, por lo que se vio obligado a reorganizarlo, al mismo tiempo que denunció intentos de golpes de Estado en su contra. El nuevo titular del Concejo de Ministros, una figura equivalente a la de un primer ministro o un jefe de gabinete, será Aníbal Torres, su hasta ahora ministro de Justicia y Derechos Humanos. De 79 años, el abogado se acercó a Perú Libre (PL) durante la campaña como asesor legal y acompaña al presidente desde el primer día de la administración. El único problema de Castillo no es la oposición, sino, más bien, la propia formación política que lo llevó a ser mandatario.
Incluso para la endémica inestabilidad peruana, la situación actual es algo pocas veces visto en la historia reciente del país. De hecho, la última vez que un cabeza de gabinete duró menos de un año en su cargo fue Roberto Dañino, quien estuvo al frente de la cartera durante los primeros 11 meses del gobierno de Alejandro Toledo, presidente entre 2001 y 2006. Por ello, que se produzcan tantos cambios en tan poco tiempo se trata de algo completamente inédito.
Del gabinete inicial de Castillo, permanecen la también vicepresidenta Dina Boluarte en el Ministerio Desarrollo e Inclusión Social; Juan Francisco Silva en Transporte y Comunicaciones; Geiner Alvarado en Vivienda y Roberto Sánchez en Comercio Exterior y Turismo. El resto, por un motivo u otro, fue eyectado del gobierno nacional, incluyendo a Hernando Cevallos, el entonces ministro de Salud, uno de los dirigentes más cercanos a Castillo y de más alto perfil, que fue removido de su cargo, en el que se encontraba desde el pasado 28 de julio, con el último recambio de funcionarios.
El primer renunciado del gobierno había sido Héctor Béjar, breve ministro de Relaciones Exteriores, quien tuvo que dejar su cargo el 17 de agosto del año pasado, apenas un par de semanas después de asumir. El ex guerrillero e histórica figura de la izquierda marxista peruana abandonó el gobierno tras el estallido de un escándalo luego de que se reflotaran declaraciones suyas de febrero de 2021. En ese momento, Béjar afirmó que el “terrorismo” en el país había sido iniciado por la Marina de Guerra. Esto derivó en un escándalo que terminó con la dimisión del veterano dirigente, que estuvo apenas 19 días en la gestión. “El terrorismo en Perú lo inició la Marina y eso se puede demostrar históricamente -había declarado Béjar-. Estoy convencido, aunque no puedo demostrarlo, que Sendero Luminoso ha sido, en gran parte, producto de los servicios de la CIA y la Inteligencia norteamericana. No puedo demostrarlo, pero estoy convencido de eso”. Allí empezaron a mostrarse algunas grietas entre Castillo y los dirigentes de Perú Libre, principalmente los hermanos Cerrón.
Las preocupaciones respecto de la continuidad de Castillo en el cargo son concretas. El partido de oposición Renovación Popular (RP) pidió que se lo remueva del cargo mediante una moción de vacancia, ya que, según consideran, “su desgobierno está llevando al país al caos”, al mismo tiempo que “compromete la seguridad nacional”. El ex presidente, depuesto en 2020, Martín Vizcarra, declaró que, si bien cree que “Castillo no está a la altura, el Congreso tampoco”, además de que “la ineptitud no es motivo de vacancia”.
Por lo pronto, en un país donde el Congreso suele tener un poder inusitado a la hora de remover presidentes del cargo, los temores de que esto le suceda a Castillo son reales. La pregunta que ronda por estas horas los círculos del poder peruano es: ¿cuánto durará el nuevo gabinete? Pero los más audaces también se preguntan: ¿será el último del presidente o podrá sortear las amenazas de vacancia? Por ahora, estos interrogantes permanecen abiertos y Castillo sigue surfeando en un mar de dudas y cuestionamientos.
Vladimir Cerrón, secretario de Perú Libre, utilizó sus redes sociales hace unos días para referirse al nuevo titular del Concejo de Ministros. Allí aseguró que “si el nuevo premier no le garantiza al presidente curules cautivas, va rumbo a aperturar la suspensión o la vacancia”. Es decir: el fantasma de que Castillo no pueda terminar su mandato es real e incluso es agitado por quienes ayudaron a llevarlo al poder.
Desde el comienzo del gobierno, existen dos cabezas en el Ejecutivo peruano: la de Castillo y la de Cerrón. Ambos disputan poder dentro del gabinete y aunque el presidente ha logrado mantenerse lo más firme posible dentro de las circunstancias, la pulseada no está completamente ganada. Los desafíos que tiene no son pocos ni fáciles. No solo debe enfrentarse a la oposición partidaria, las élites tradicionales del país y los partidos de derecha, sino que tampoco goza de pleno apoyo dentro de su propio partido, donde algunos lo ven como un outsider sin autoridad. El futuro de Castillo, por ahora, no se debate respecto de si logra cambiar las estructuras económicas peruanas, sino, apenas, si es capaz de sobrevivir en el cargo. Algo que por estas horas no parece asegurado.
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