Cómo el coronavirus ha infectado el sistema

Por Carlos Martínez

Llevamos casi dos semanas de aislamiento decretado por el gobierno para rebajar la transmisión del coronavirus. Esta vez sí, podemos decir  esa frase tan manida de que estamos viviendo un “momento histórico”. Consecuencia de la emergencia sanitaria es la crisis de decrecimiento económico y estas dos, a su vez, están produciendo cambios sociales, políticos, culturales y geopolíticos. El coronavirus ha destapado las miserias, contradicciones y mal funcionamiento del sistema capitalista dominante. Hagamos un repaso.

La enfermedad se está cebando con las personas mayores, no sólo por su delicado estado de salud, sino porque esta sociedad occidental, aparca a las personas improductivas en las llamadas Residencias de la Tercera Edad. No hace mucho tiempo, los ancianos vivían con sus familias. Existían los Asilos a cargo de órdenes religiosas que cuidaban de los mayores sin familia, pero las familias eran más amplias y los abuelos residían junto a sus hijos y nietos.

La desigualdad entre clases no nos abandona cuando somos mayores, hay residencias carísimas que  cuidan muy bien a las personas a su cargo y hay residencias en régimen de concierto en donde viven los ancianos en unas condiciones lamentables.  En este negocio, donde los “clientes” son personas incapacitadas y con poca posibilidad de queja y de elección, la plusvalía empresarial va ligada a tener pocos trabajadores  y mal pagados. El coronavirus ha sido letal en estos edificios contenedores de personas débiles y vulnerables. Después de esta masacre en las residencias de ancianos  habrá que tomar decisiones sobre estas empresas.

En otro plano, los españoles se han dado cuenta que nuestra sanidad pública no está tan preparada como nos creíamos. Años y años de recortes, especialmente en personal, nos han dejado con una sanidad muy escasa de medios personales y materiales. Es especialmente escandalosa los datos de enfermeras donde España está a la cola de Europa en ratios de enfermeras por paciente, solo por delante de Polonia y lejos de Portugal, donde hay 6,3 profesionales por cada mil habitantes.

A esta situación deficitaria de personal se ha sumado la incapacidad de producir y/o almacenar productos sanitarios tan básicos como mascarillas, guantes y respiradores. Cuando llegaron las primeras imágenes de la forma con que China se estaba enfrentando con la enfermedad, vimos al personal sanitario totalmente equipados y utilizando, incluso, robots para la desinfección y limpieza. Cualquiera que compare aquellas imágenes con las de cualquier hospital español o italiano, pensaría que occidente es más pobre y dispone de menos PIB que China.

El capitalismo occidental ha delegado de forma casi total la producción manufacturera a China. En este país operan empresas privadas pero está gobernado por un partido comunista que ejerce un control directo sobre sus grandes empresas. A China se le he había relegado en la economía mundial  a operaciones  económicas de menor valor añadido. En general, se producen menos beneficios producir mascarillas que especular con terrenos o acciones, que además es mucho más cómodo para los capitalistas. La planificación económica China ha sabido aprovechar esta situación y hoy, no solo posee la mayor producción industrial del mundo, sino que está adelantando en el campo tecnológico a EEUU, por no hablar de la Unión Europea. Esta crisis ha desnudado a Europa. No somos capaces de auto-abastecernos de mascarillas, respiradores o guantes. Por no comentar que en Europa no se produce un solo chip informático.

Y claro, el monopolio de China ha pillado en evidente fuera de juego a todos los gobiernos occidentales. El gigante asiático ha sido vilipendiado en los medios y “sancionado” por USA y los países vasallos europeos.  Y a ese mismo gobierno despreciado, hay que pedirle ahora ayuda. Es divertido sino porque en el fondo es muy trágico, el hecho de  que gobiernos como el Federal Alemán o el de la Comunidad Autónoma de Madrid han sido estafados por intermediarios por no negociar directamente con las autoridades chinas. Que nadie se crea el argumento manido de “régimen-violador-de-derechos-humanos”, pues los mismos que sueltan el anterior latiguillo legitiman unas relaciones comerciales y políticas mucho más estrechas con Arabia Saudita o Israel.

No solo no somos capaces de fabricar en masa mascarillas o guantes, sino que todos sabemos que uno de los sectores donde más se ha recortado ha sido el I+D. La biotecnología será la que tiene que producir vacunas para esta y para futuras epidemias y España no está en la primera línea de investigación, lo que provocará una situación de dependencia en el tiempo  del gobierno o la  empresa que desarrolle estos medicamentos.

Nuestro gobiernos “de izquierdas” (como será la derecha), en línea con su política exterior sumisa y pusilánime, a la institución que primero pidió ayuda el pasado 8 de marzo fue a la OTAN, y luego ha acudido a las diferentes cumbres de la Unión Europea en búsqueda de auxilio.  Pues bien, la OTAN no ha respondido. Y la primera respuesta de Alemania y Francia fue prohibir la exportación a España e Italia del material sanitario. Después ha abierto una línea de crédito (que tendremos que devolver) y ha derogado los límites de endeudamiento presupuestario (faltaría más).

En el momento de escribir estas líneas, la única ayuda y real que ha recibido los enfermos de este país ha sido la ayuda proveniente del gobierno, empresas y partido comunista chinos. En el caso de Italia, han prestado ayuda, además de China, Rusia y Cuba. Esta es la realidad tozuda que se impone frente a la ideología dominante que continuamente  han señalado a esos países como el enemigo y “regímenes-violadores-de-derechos-humanos”. Pues resulta que no, que el derecho humano más importante es el de la vida y que estos gobiernos apoyan la vida de ciudadanos de otros países declarados enemigos suyos. Mientras tanto, los gobiernos de Reino Unido y USA han optado por proteger la economía antes que las vidas de sus propios ciudadanos.

Pero no solo por esta colaboración deberíamos repensar quiénes son los “países buenos y los regímenes malos”.  Del visionado de los vídeos que se filtran de las actuaciones policiales en España y las que hemos visto en idénticas situaciones en China, cualquier observador imparcial, diría que el régimen autoritario es el Español y que la policía China es mucho más profesional y respetuosa con sus conciudadanos. También es cierto, que la ciudadanía China ha sido mucho más consciente del peligro ante el que se enfrentaba y hay un sentimiento de colectividad mucho más fuerte que en las sociedades occidentales.

En resumen, los trabajadores de los países del sur de Europa están despertando del sueño del capitalismo feliz y rostro humano, de que la pertenencia a la UE y la OTAN les protegerían de todo mal. No es así, y a partir de ahora debemos trabajar para que la sociedad que surja de esta pandemia sea menos individualista y más solidaria y, por ende, más internacionalista;  más cuidadosa con sus mayores; disponga de una sanidad pública capaz de atender estas emergencias sanitarias y en general, mejores servicios públicos; además deberemos tomar el control de la economía, no dejar en manos del mercado, las capacidades productivas, nacionalizando o gobernando no solo a sus ciudadanos, sino también a sus empresas; y por último, emanciparnos del imperialismo estadounidense que nos oprime y nos desprecia.

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