Paco Bezerra: “Cuando escribí Muero porque no muero, no esperaba ni mucho menos que fuera a ser censurada”

Foto: Francisco Úbeda Llorente

La santa se reiría de todo esto y probablemente le diría lo mismo que le dijo Paco Bezerra al diputado de Vox, pero esto, en el fondo, no le haría ninguna gracia. Ya la cuestionaron y juzgaron bastante en su día.

Por David Pallol

Expediente «Muero por que no muero»

Todos conocemos el caso protagonizado por el dramaturgo Paco Bezerra, premio SGAE Jardiel Poncela 2021, y la censura flagrante de su última obra por parte de los Teatros del Canal de la CAM cuando ya estaba programada (y premiada en Europa).

Cuando su autor, en shock por una noticia que no esperaba, pidió explicaciones, alegaron falta de presupuesto. Esto desconcertó a Paco, cuando el presupuesto para su obra ya se había cerrado, pero había otras razones más profundas que no le quisieron comunicar. Nadie le explicaba -ni siquiera Blanca Li, la directora de los Teatros del Canal, que estuvo meses evitándole-, nadie le aclaraba, pero él empezaba a temerse lo peor cuando finalmente acudió a la Comisión de Cultura que convocó la Asamblea de Madrid. Allí se enfrentó con el diputado de Vox Gonzalo Babé Romero que tachó su obra de “dañina y esperpéntica”, denigrante para la santa, y aplaudió la medida que ha tomado el PP de retirarla de la programación y quitarle su financiación “con el dinero de todos los madrileños”. Así le contestó Paco Bezerra: “Sáquese de la boca a los madrileños, porque los madrileños no quieren estar en su boca.” También le dijo, en réplicas que se hicieron virales: “Usted está juzgando con su moral. Su moral no es la de todos los madrileños. Es la suya y está en minoría.”

La indignación es más que comprensible y la censura en ningún caso se debe tolerar, pero Paco Bezerra, con su obra Muero porque no muero y su visión personal de la santa, ha tocado una figura muy sensible, un icono intocable para muchas y muchos que fue una de las patronas de la falangista Sección Femenina (la otra fue la reina Isabel la Católica) que no se puede, como siempre, reinterpretar porque eso para esta gente es blasfemia, anatema y herejía. Indignado, no sin razón, Paco también dijo: “Santa Teresa hoy escupiría a Vox”.

Seguramente. La santa se reiría de todo esto y probablemente le diría lo mismo que le dijo Paco Bezerra al diputado de Vox, pero esto, en el fondo, no le haría ninguna gracia. Ya la cuestionaron y juzgaron bastante en su día. Porque lo cierto es que la santa, de espíritu rebelde, llevó una vida independiente y muy controvertida que todavía suscita polémica. Porque esta no es la primera ni, me temo, será la última.

Hablo por teléfono con Paco (en realidad nos comunicamos por Whatsapp), que me atiende gustosamente.

Foto: Carlos Pina

¿Cómo comienza tu obra?

El texto comienza con ella buscándose por todo el mundo porque, cuando vuelve a la Tierra, se da cuenta de que, al contrario que Cristo, ella no puede resucitar en su cuerpo, reencarnarse en él, porque no existe…

¿Y eso?

Porque su cadáver no está junto, está esparcido por todo el mundo porque la desmembraron al morir: la clavícula fue para un lado (Roma, Italia), sus dientes a México, su brazo incorrupto fue a otro (Ronda, España)… Por eso se busca a sí misma, en un viaje que la lleva por todo el mundo, y que a mí me sirve de excusa para que, en este recomponerse, reflexione sobre lo que ha cambiado el país que la vio nacer y morir, es decir, España; en qué ha cambiado estos 500 años y en qué otras cosas sigue siendo prácticamente igual…

¿Como por ejemplo?

Pues, curiosamente, una de esas cosas que encuentra es la herencia de aquellos inquisidores que a ella la persiguieron y que ahora vuelven a censurarla. Estos modernos inquisidores, estos señores están corroborando, y perpetuando, estos roles persiguiendo ahora este libro.

Censura pura y dura que a ti, por cierto, te cayó como un jarro de agua fría.

Fue toda una sorpresa. Cuando escribí esta obra, no esperaba ni mucho menos que fuera a ser censurada. He escrito antes obras muy polémicas y no se vieron envueltas en algo así, una sobre la pederastia desde el punto de vista de un pederasta que fue incluso estrenada y representada en el teatro La Abadía… Aunque, volviendo a este texto, fue algo premonitorio. Paradójicamente, Santa Teresa denuncia en él la persecución a la que la sometieron estos inquisidores. Y de repente se ha hecho real, porque es lo que ha pasado con esta obra, en una especie de juego de muñecas rusas, una historia dentro de otra, una composición en abismo, no sé cómo definirlo, pero no deja de ser inquietante. Esa censura sigue existiendo y afecta a nuestra forma de ser.

En ese sentido, tu obra fue un poco profética.

Sí, porque al igual que los inquisidores en la obra persiguieron a Teresa, parece que este texto también lo están persiguiendo. Y también ha sido censurado igual que a ella le censuraban El libro de la vida que había escrito, porque estaba prohibido para una mujer escribir y llegaron a juzgarla por atreverse a hacerlo. Curiosamente, esa persecución que ella vivió en sus carnes y de la que habla en la obra, ha vuelto a suceder.

Eso es lo principal, el eje central, pero al cabo de tanto tiempo también notará otra cosas, no?

En efecto. Ella descubre un montón de cosas, no solo a los modernos herederos de aquellos inquisidores. Al igual que trocearon su cuerpo, han troceado también su discurso. Tergiversaron su mensaje. Por ejemplo, aquel Índice de Libros Prohibidos, que vio la luz cuando ella era adolescente, y por el que tuvo que quemar los libros que más le gustaban de los que había leído… Ese Índice llegó hasta Franco, un dictador que tuvo en su poder su mano… esa mano que hizo voto de pobreza, comiéndose el pan más duro de todos los panes más duros para dar ejemplo a las demás hermanas y que hoy está engalanada de joyas y piedras preciosa, una contradicción.

¿Alguna cosa más?, como preguntaban los tenderos de antes…

También declaró que antes muerta que casada con un hombre, que el matrimonio era lo peor que le podía pasar a una mujer. O que las mujeres debían saber que la vida es algo más que andar entre ovillos y alfileres, aunque luego la hicieron patrona de la Sección Femenina, un sitio que precisamente ponía a las mujeres entre ovillos y alfileres… También cómo la hicieron santa cristiana cuando ella descendía de judíos conversos…

¿Y de sus famosos colocones, producidos por el cornezuelo de centeno que comía, no dice nada? Entre ellos incluyo sus célebres éxtasis, que no eran más que orgasmos convertidos en experiencia religiosa, como muy bien lo supo reflejar Bernini… Inadvertidamente o no, Santa Teresa se drogaba, porque alguna de sus alucinaciones no son normales.

Claro. Algo intuía. Se pregunta si todas aquellas tremendas alucinaciones no tendrán algo que ver con esos hongos de cornezuelo de centeno que le salía al pan cuando se pudría, sintetizados después por el doctor Hoffman en ácido lisérgico, el LSD. Trigo había, pero era muy caro, y ella consumía mucho pan de centeno porque era muy barato, y como por el voto de pobreza se lo comía duro y enmohecido, le salían los monguis que luego se convertían en tripis. De hecho descubre uno con su cara, que son los tripis de Santa Teresa, en los que sale la paloma y el querubín ese que baja del cielo, y también descubre que hay estatuas como la de Bernini inspiradas en ella, que también hay cuadros, que está traducida a todos los idiomas del mundo y que si había sido famosa en vida, lo era mucho más muerta.

Esto es como lo de Lorca y el Ministerio del Tiempo: un triste consuelo. O no, visto de otra forma: es su venganza frente a los intransigentes y los intolerantes, más famosa que nunca por distintos motivos, no solo los suyos. Porque, recordémoslo una vez más, Santa Teresa de Ávila no es de ellos.

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