Pablo González denuncia las condiciones inhumanas en las que se encuentra

A Pablo González le esposan las manos cada vez que va a salir de su celda, incluso en presencia de su abogado y durante las llamadas telefónicas, y es objeto de frecuentes registros de su celda, que está vigilada 24 horas al día, siete días a la semana

Por Agencia Mp3 / LQSomos

La Oficina del Defensor del Pueblo polaco confirmó el viernes 27 de enero, haber recibido una queja sobre las condiciones inhumanas en las que se mantiene en detención preventiva al periodista vasco Pablo González.

En la queja, dirigida al Defensor del Pueblo polaco y a la que han tenido acceso diversas agencias de informativas, Pablo González indica que desde el principio se le mantiene bajo la categoría de recluso peligroso.

Según González, por su estatus de recluso peligroso está siendo tratado con procedimientos denigrantes.

Así, escribe que le esposan las manos cada vez que va a salir de su celda, incluso en presencia de su abogado y durante las llamadas telefónicas, y es objeto de frecuentes registros de su celda, que está vigilada 24 horas al día, siete días a la semana.

González señala que asignarle la condición de preso peligroso carece de fundamento, ya que «no se han producido hechos que justifiquen dicho trato», según escribe en su denuncia.

El periodista apunta que, en 2012, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo dictaminó que Polonia asignaba con demasiada frecuencia y de forma precipitada el estatus de recluso peligroso.

En su escrito, González denuncia problemas en su celda, como que las ventanas están cubiertas con papel de aluminio que impide la entrada de luz natural y que tiene una circulación de aire limitada debido a la ventana cerrada.

«La imposibilidad de abrir la ventana provoca la acumulación de humedad y, como consecuencia, se forma moho en las paredes. Estoy encerrado en una celda sin ventilación. En verano, el plástico pegado al cristal y la falta de ventilación provocan un efecto sauna», explica.

Indica, además, que el estrés, el aislamiento y su situación poco clara, a la que se suman una alimentación insuficiente en la cárcel, le han causado una importante pérdida de peso y un deterioro de su salud.

«Después de haber pasado meses en estas condiciones, dudo que salga del centro de detención en un buen estado de salud», escribe.

La comunicación de González también sigue limitada: salvo una visita de dos horas que recibió en noviembre, el periodista solo puede llamar a su abogado y enviar y recibir cartas, que se retrasan; además, su correspondencia es revisada y copiada.

González remitió su caso en septiembre también al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.
Once meses desde su detención

El periodista fue detenido la noche del 27 al 28 de febrero del año pasado en Przemyl, donde estaba cubriendo la crisis de refugiados en la frontera polaco-ucraniana, tras el inicio de la agresión rusa a Ucrania.

La detención fue llevada a cabo por la Agencia de Seguridad Interior (ABW), el servicio de contrainteligencia polaco, que acusa a González de actividades de espionaje para la inteligencia militar rusa GRU.

González fue detenido inicialmente por tres meses, pero desde entonces la detención se ha ido prorrogando y está previsto que concluya el 23 de febrero, lo que significará que habrá pasado al menos un año privado de libertad.

El caso de González ha llamado la atención de numerosas instituciones internacionales.

Así, en noviembre, Antoine Bernard, responsable de la sección internacional de Reporteros sin Fronteras, pidió a la justicia polaca y al Fiscal General, Zbigniew Ziobro, que no solicitaran nuevas prórrogas de la detención de González.

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