Por Victor Chamizo @vichamsan
Las protestas de los universitarios de la Universidad Autónoma de Madrid a una conferencia de Felipe González y Juan Luis Cebrián han marcado la actualidad de estos días. Es lógico, el gran poder mediático de sendos personajes así lo reclama, no van a marcar la actualidad los desahucios que se producen a diario, los enfermos de hepatitis C que están en el callejón de la muerte, o los ciudadanos que tienen que emigrar porque no consiguen un trabajo digno en España, ¡faltaría más!
Pero la presencia de Felipe y Cebrián en la Universidad es una provocación. ¿Cómo es posible que un individuo que ha traicionado a la militancia de su partido y que ha provocado un golpe de mano para apartar al secretario general de su partido, entre otros méritos, y un fulano que mantiene cuentas en paraísos fiscales para evadir impuestos, se presenten en las dependencias de la Universidad para participar en una conferencia? ¿Una conferencia, de qué? ¿Sobre qué?
Estos dos individuos nos avergüenzan a todos, son un insulto a la inteligencia, son la antítesis de la democracia y del patriotismo.
Como Pablo Iglesias pronunció determinada frase en el Parlamento, y esa misma frase rezaba en una pancarta de la mencionada protesta, es ya justificación suficiente e irrefutable para sostener que Podemos es el instigador de la protesta. Todo un derroche de inteligencia. Eso no es populismo. Parece ser que los medios de este país, y los políticos añejos, continúan en la creencia de que la ciudadanía permanece en un estado de imbecilidad crónica, y que se va a tragar cualquier estulticia que se les ocurra, con tal de verter inmundicias sobre una formación política a la que le tienen aversión y contra la que se ven obligados a utilizar todo el juego sucio del que son capaces, con tal de verlos desaparecer.
Poco ha aprendido Felipe González de la política, o sus facultades están disminuyendo aceleradamente, si de esas estrategias pretende obtener algún rendimiento político para sus acólitos y protegidos. Tal vez, lo que le sucede, aparte de querer mantener el control del partido, de no permitir el relevo, de no dejar que la democracia interna decida los designios del PSOE, es que su ego se ha visto herido. Es difícil pasar de héroe a villano, puedo entenderlo. Pero es peor, mucho peor, hacer consciente que uno no fue nunca héroe, sino villano (leer “Carta al señor González”).
Escuchar al adversario, más que un principio democrático,que lo es, resulta un recurso de la inteligencia pues la violencia la obstruye por antonomasia.