Por Victor Chamizo
La Historia se termina repitiendo, aunque tome otros caminos u otra forma distinta de expresarse. Pero de un modo u otro, se repite. Es algo así como la moda, que al cabo de unos años vuelve a llevarse lo de unos cuantos años atrás, con algunas modificaciones, algún subterfugio que haga parecerlo diferente, pero sin dejar de ser, en esencia, lo mismo.
En el año 76, o en el 77, en cualquier caso antes de que se elaborara la Constitución, se debería haber consultado a una ciudadanía que venía de soportar una larga dictadura, genocida y represiva, si deseaba la restauración de la monarquía. Por cierto, ¿por qué nadie lo llama restauración? No se hizo. No interesaba. El aparato del Estado, ese aparato fascista que controlaba el poder en todas sus facetas, conocía de antemano el resultado, y la sucesión era algo que había venido impuesta y que conllevaría, no solo la supervivencia, sino la perpetuación del régimen franquista, por tanto no realizó tal consulta.
El golpe del 23F, sobre el que se han derramado ríos de tinta, adolece a fecha de hoy de muchas sombras, y demasiados hechos turbios que no se han explicado con claridad, pero que brindaron una oportunidad de oro al régimen gobernante, de poner en valor a un monarca que no era del agrado de una mayoría de la población, convirtiéndolo, de la noche a la mañana, en una pieza clave para la supervivencia tranquila de una monarquía que, poco a poco, confiada en su aceptación por la ciudadanía, fue cometiendo errores y torpezas, descubriendo su verdadera condición: amoríos, cacerías, dispendios de dinero, que fueron contaminando a los demás miembros de la Casa Real, como se ha visto en el caso Nóos.
Llagamos a un momento en el que la realeza vive su coyuntura más delicada, con los mencionados casos de corrupciones y corruptelas a sus espaldas, con el rechazo brutal en Cataluña, y con el desapego que demuestra día a día con sus ciudadanos. Por ello, no es de extrañar que salgan a la palestra reportajes televisivos que traten de recuperar un valor, que, a todas luces, más que perderse, se ha dilapidado.
Por ello también, se excluye de la encuesta del CIS una pregunta que se había formulado siempre a la masa ciudadana, para que expresase la opinión que le merece la Corona. Hoy, como en el 77, se le escamotea al pueblo su derecho a opinar sobre el que ejerce la Jefatura del Estado.
Hoy, como en el 77, una gran parte de la población renegaría de la monarquía y optaría por una república: Estas pruebas, aunque parezcan sutiles, lo demuestran. No es sino el mismo proceder, la misma estrategia que fue utilizada antes de que se elaborara La Carta Magna.
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