Cada vez que se intenta avanzar en políticas de memoria, vemos como la derecha se siente interpelada ante lo ocurrido en la dictadura, como no marca diferencias, como no renuncia a ese legado.
Por Iñaki Pérez Rico
El pasado 20 de octubre hizo 10 años que ETA anunció que dejaba las armas. Para conmemorar aquel hecho histórico, por parte de la izquierda abertzale, los dirigentes Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez leyeron un comunicado en el que se dirigieron a las víctimas de la violencia de ETA en estos términos: “Sentimos su dolor y desde ese sentimiento sincero afirmamos que el mismo nunca debió haberse producido, a nadie puede satisfacer que todo aquello sucediera, ni que se hubiera prolongado tanto en el tiempo.”
Analizando el comunicado, algunos analistas, tertulianos o políticos expresaron que era insuficiente, a otros les pareció que faltaba contundencia o incluso hubo quien les pidió ser más claros. Casualmente, las declaraciones más duras venían de la derecha, que no llegaba a analizar las palabras dichas, con reacciones como las del líder del PP en el País Vasco que dijo que eran: «repugnantes, asquerosas y de broma de mal gusto», considerando que se ríe de las víctimas.
Sin entrar a valorar en profundidad la declaración, ni siquiera las circunstancias que se dieron hace una década para que en Euskadi hoy se pueda vivir en paz. Lo cierto es que estas palabras de los representantes de EH Bildu y Sortu expresaban, al menos, una disculpa, se mostraban empáticos por el daño que se había ocasionado a la sociedad vasca y se comprometían a mitigarlo. Podría decirse que es un paso adelante en un conflicto que ha dejado muchas cicatrices.
Ante este cruce de declaraciones y acusaciones, esos aspavientos del Partido Popular nombrándose el portavoz de la víctimas y el que mejor las comprende. Pues me dio por pensar en la gran diferencia que existe en la derecha al hablar de víctimas; porque nunca se referirá de igual manera ni reclamará con tanta insistencia el respeto por aquellas personas que sufrieron el terrorismo de ETA o el de Al-Qaeda, que por todas aquellas personas represaliadas por la dictadura franquista.
Según las Naciones Unidas, víctimas son las personas, sin distinción alguna, que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente. Y en este concepto se debe comprender también a las familias de esas personas que hayan sufrido daños, expolios, perdida de libertad o la vida.
Por tanto, entendiendo que en este país se dio un golpe de Estado contra las instituciones democráticas de la II República, que esta acción llevo a una cruenta guerra en la que se perdieron cientos de miles de vidas, que condenó al exilio a medio millón de personas atemorizadas por las represalias sistemáticas de los sublevados, que impuso una dictadura de casi cuarenta años en los que se continuó humillando, privando de libertad, arrebatando bienes y que asesinó a decenas de miles de personas por su ideología acabada la contienda ¿Cómo se puede llegar a comprender que todavía la derecha española no rompa con ese pasado? ¿Cómo puede ser que no sea coherente en sus demandas para con las víctimas? ¿Por qué categoriza a las víctimas, haciendo entender a la sociedad que hay unas más importantes que otras?
Cada día, el movimiento memorialista, ese asociacionismo que con su empeñó empujó a las instituciones a realizar políticas de verdad, justicia y reparación, vemos como continúa luchando para que las familias puedan encontrar a sus seres queridos que fueron asesinados y lanzados a fosas y cunetas. Para que todas las personas que fueron ejecutadas por sus ideas, por defender la libertad, la justicia y la democracia puedan ser enterradas con dignidad. Por la reparación moral y económica de aquella gente que le quitaron todo, que fueron depuradas y no pudieron ejercer su carrera profesional, que fueron internados en campos de concentración o de trabajo, que llenaron las cárceles, que fueron torturados y perseguidos.
Sin embargo, llevamos más de 40 años de democracia y se ha impuesto la amnesia colectiva, con una ley de ‘punto final’ que no permite juzgar aquellos crímenes que cometió el franquismo, y que cada vez que se intenta avanzar en políticas de memoria, vemos como la derecha se siente interpelada ante lo ocurrido en la dictadura, como no marca diferencias, como no renuncia a ese legado. Y así, de esta forma, vota en contra de las leyes de memoria que se han realizado, tanto la de 2007 estatal como la de 2017 en el País Valenciano, en contra de condenar el pasado fascista de nuestro Estado y en contra de trasladar los restos del dictador del mausoleo que se había construido.
Por poner un ejemplo muy representativo, llevamos años intentando eliminar vestigios franquistas, esos elementos de memoria que instaló la dictadura para mayor gloria del régimen y de aquellos que habían muerto por él. A pesar del dolor que supone a las familias de la victimas ver todavía hoy estos símbolos, monumentos u honores de sus verdugos en lugares públicos, son los partidos de la derecha los que crean un problema, los que encienden a la población cada vez que se pretenden retirar, poniendo en duda las leyes que nos hemos dado y que lo mandatan y enfrentándose de nuevo a las otras víctimas, a las que no les interesa, a las del franquismo y cuando paseamos por algunos pueblos o ciudades aún tenemos que ver cruces de los caídos a los que murieron “por Dios y por España”, calles con nombres de dirigentes del partido único fascista o protagonistas de la sublevación o que en algún pueblo Francisco Franco se hijo adoptivo. Imaginad por un momento que esto ocurriera en Euskadi con miembros de ETA…
Para ir finalizando, lo que yo pueda esperar de la derecha es poco, aunque comprendo que hay partidos que defienden los derechos de cada clase y éstos lo hacen con los grandes empresarios. Pero escuchar al jefe de la oposición decir en sede parlamentaria que la guerra fue “un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia” me produce vergüenza y pena su manipulación simplona y falaz. Porque quizá fue el instante ideal para tener algo de altura política, como los partidos de derecha europeos que son manifiestamente antifascistas, que no pactan con la ultraderecha para gobernar, que saben que hay unas líneas rojas que hay que respetar en democracia. Puede ser, que aquella tarde en el estrado del Congreso simplemente hubiera tenido que decir: “Comprendo el dolor que habéis sufrido las víctimas de la dictadura, condenamos el golpe de Estado y al régimen fascista de Franco y vamos a colaborar para acabar con las fosas comunes en este país, devolver los restos de esos luchadores por la libertad a sus familias y eliminar todos los vestigios franquistas que queden”.
Muchos hubiéramos dicho que aún era insuficiente o que podría haber sido más contundente, pero lo cierto es que la coherencia en política debe ser norma y no puedes ir de adalid de unas víctimas cuando desprecias a las que llevan más de 80 años peleando porque se haga justicia. Pero como dice mi padre: “No es lo mismo llamar que salir a abrir”.
¿¿¿¿Porque será….???? Una explicacion muy sencilla….gran parte o la mayoría son herederos del franquismo y a muchos no les importaria que Tejero triunfara en el intento de Golpe de Estado….conozco alguno…y algunos curas de esa epoca le iba muy bien el sistema….Creo tambien que la gerarquia de la Iglesia Catolica todabia no ha pedido perdon por haber colaborado con la Dictadura…….
Todo esto me duele en el alma….es totalmente anacronico.(cro que se dice asi…)