Necesitamos una izquierda

Por Ibai Otxoa

Ante el aumento de la extrema derecha, necesitamos una izquierda valiente y orgullosa de si misma, una izquierda que no sea cobarde ni tenga complejos.

Necesitamos una izquierda que sepa ver y señalar que no todo el mundo nace con las mismas oportunidades; que quien nace en una familia rica morirá en una familia rica, y quien nace en una familia pobre morirá en una familia pobre, puesto que el discurso liberal de que quien estudia, trabaja duro y emprende puede llegar a lo más alto es totalmente falso, una mentira bastante cruel. Por tanto, también necesitamos una izquierda que, mientras las cosas sigan así, ayude, apoye y represente a la gente que nace con menos recursos y oportunidades, y que a la vez luche por cambiar eso, para conseguir un mundo en el que de verdad todo el mundo tenga oportunidades y no muera en la pobreza.

Necesitamos una izquierda que sepa que nuestros intereses son completamente opuestos a los de los empresarios, pues ellos quieren que vivamos en la pobreza para que no nos quede más remedio que trabajar para ellos más horas por menos dinero. Por tanto, no nos importa “no atraer inversores”, “no generar confianza en los mercados” o “que se desplome la Bolsa”. Necesitamos una izquierda que haga exactamente lo contrario de lo que recomiendan la CEOE, el FMI, el BCE, Moody’s y demás.

Necesitamos una izquierda que no dude en señalar que hay gente muriendo por pobreza energética y que proponga soluciones, sabiendo que éstas van a perjudicar a los dueños de las grandes empresas eléctricas y les vamos a tener en contra.

Necesitamos una izquierda que señale que hay un problema con la vivienda y con la banca, aunque eso signifique ponerse a todos los banqueros y especuladores en contra y enfrentarse a ellos.

Necesitamos una izquierda que sepa asumir contradicciones y que no se resigne a vivir en una cueva huyendo de la sociedad actual, pero que a su vez sepa que el boicot es una herramienta interesante que puede aportar un granito de arena a la hora de perjudicar a las empresas menos éticas. Una izquierda que no se imponga un voto de pobreza ni nada por el estilo, pero que pueda hacer boicot a Coca-Cola, a Nestlé, a Apple, al Corte Inglés, a Banco Santander, a Mercadona o a Inditex. Que, dentro de lo que cabe, procure consumir productos de compañías que no sean las más crueles, explotadoras y corruptas.

Necesitamos una izquierda que no sea violenta, pero que no dude en ejercer la autodefensa y defenderla en público sin miedo. Si hay que poner barricadas y tirar piedras a antidisturbios para evitar que saquen un ojo a alguien, debe hacerse; si hay que dar una paliza a un grupo de nazis violentos para evitar que ellos se la den a alguien por su color de piel o por su orientación sexual, debe hacerse.

Necesitamos una izquierda que esté al pie del cañón y sepa hacer ver a nuestros verdugos que, mientras las cosas no cambien, no van a poder estar tranquilos. Que, cada vez que un reyezuelo, un demagogo fascista o filofascista, un político que recorta en Sanidad, etc, salgan a la calle o participen en un acto público, tendrán a gente señalándoles y protestando. Que, mientras no nos dejen vivir a gusto, tampoco les dejaremos vivir a gusto a ellos.

Necesitamos, y quizá esto es lo más importante, una izquierda que gane la batalla mediática y cultural, pues es casi imposible que siga habiendo gente de izquierdas si todos los medios y la cultura están en manos de la derecha. Por tanto, y siempre dentro de lo posible, sería interesante participar, consumir y apoyar medios de izquierdas, escritorxs de izquierdas, grupos de música de izquierdas, cine de izquierdas, youtubers de izquierdas. A menudo estos productos pueden tener detrás a una gran compañía, pero una ventaja que tenemos es que, a veces, los capitalistas, con tal de ganar beneficios, pueden venderte la cuerda con la que les vas a ahorcar. Las leyes del mercado permiten que, si el público demanda productos de izquierdas, se vendan y tengan más éxito dichos productos de izquierdas.

Necesitamos una izquierda que atraiga a mucha gente que ahora mismo se considera de derechas.

Para ello, necesitamos una izquierda que, por ejemplo, desmienta los bulos sobre ayudas sociales a las personas migrantes. Porque circulan constantemente, y algunas campañas de la derecha se han construido en torno a esos bulos. Eso significa que hay muchísima gente racista, pero no tanta como parece; puesto que, si de verdad nos encontráramos en una situación en la que las personas migrantes reciben muchas más ayudas que las nativas y eso basta para que mucha gente lo considere una situación injusta y se deje llevar por el racismo, la derecha no necesitaría inventar bulos, le bastaría con narrar la realidad. Pero la necesidad de bulos que tienen supone una confesión de que la situación real no es así; luego, podemos atraer de vuelta a gente que se ha dejado llevar por el racismo y la xenofobia basándose en mentiras.

Necesitamos una izquierda que no tiemble en subir los impuestos a los ricos, y hacer ver a la gente común que eso les favorece, que necesitamos esos impuestos para mantener una educación, una sanidad públicas e incontables servicios públicos e infraestructuras, y que a los ricos les corresponde pagar más porque sus negocios dependen de la existencia de esos servicios y esas infraestructuras. Porque nadie compraría la ropa de Amancio Ortega si no tuviera sus necesidades básicas cubiertas o aceras y carreteras por las que ir al Zara.

Y que sepa señalar la pobreza y las deudas que originan los modelos con Sanidad privada, por ejemplo. Modelos en los que una diabetes, un cáncer o una enfermedad coronaria llevan a la ruina de familias enteras que no pueden permitirse pagar el tratamiento.

Necesitamos una izquierda que le recuerde a todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que, para las élites a las que sirven, ellos sólo son perros guardianes. Que su lealtad es equivocada, puesto que sirven a los intereses de personas que a ellos les consideran poco menos que basura. Desde la falta de equiparación salarial hasta el accidente del Yak-42, pasando por Santiago Abascal interponiendo recursos para no tener que hacer la mili, la derecha constantemente da evidencias de que, por mucho que se llene la boca diciendo que ellos apoyan a la policía y al ejército, en realidad les consideran sus esclavos, les maltratan y nunca les darán unas condiciones justas, puesto que necesitan que policías y soldados no estén satisfechos para que sean más agresivos, como el dueño que le niega la comida a su perro guardián para que esté hambriento y ataque con más rabia a los intrusos. Necesitamos hacer ver esto a todo policía y soldado, que la derecha siempre les tratará mal.

Incluso, para la gente que ya no se puede recuperar y va a seguir siendo de derechas, necesitamos, al menos, enfrentarles entre ellos. Porque la estrategia de “divide y vencerás” es usada contra la izquierda constantemente, y ya es hora de darle la vuelta. Porque además es más sencillo de lo que parece y sólo hay que contar la verdad. Que, al menos, el obrero racista y homófobo que vota a la derecha para arruinar la vida de los demás deje de hacer equipo con alguien que también le quiere ver a él en la ruina. Que quien no puede dejar de sentir apego por un trapo de colores al menos no haga equipo con quien lo agita para quitarle la Sanidad. Que quien vota para reforzar la “seguridad” en las vallas de Ceuta y Melilla no haga equipo con alguien que sólo quiere beneficiar a los ricos. Que el policía torturador, si no tiene redención posible, al menos no haga equipo con los que le quieren como un perro guardián al que maltratar.

Necesito, más personalmente, que este cúmulo de ideas soltadas así sirva de algo. Que las palabras no se queden en palabras y que puedan cambiar la realidad, por poco que sea. Que al leer esto, alguien piense: bien, puedo esgrimir este argumento para convencer a gente. O puedo empezar a hacer boicot a El Corte Inglés, que no compro mucho allí de todas formas. O puedo explorar nuevos grupos de música de izquierdas y difundir su música. O hacerlo con el youtuber de izquierdas que mejor se explique, o la periodista de izquierdas que mejor escriba; apoyar y difundir argumentos de izquierdas, en definitiva. Puedo unirme a un sindicato, a una asociación vecinal, militar, o puedo tratar de hacerlo por mi cuenta; pero luchar y resistir, que falta nos hace. Que la ideología política no es como escoger un equipo de fútbol: defenderla es necesario porque nuestro futuro, el de nuestros seres queridos; cómo nos levantemos por la mañana, el precio de la luz, lo que cobremos en el trabajo, las agresiones que suframos, dependen de ella. Y si no nos movemos, lo vamos a pasar realmente mal.

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