¿Miseria o justicia?: razones para la movilización obrera

La huelga era interpretada por los poderosos como una “conspiración de esclavos”. Pero eso era, a su juicio, un error porque los esclavos no protestaban jamás.

Por Eduardo Montagut | 28/10/2024

Antonio Zozaya (1859-1943) fue un intenso periodista y escritor, que hoy no es muy conocido, pero que tuvo un enorme protagonismo entre el siglo XIX y el XX, un publicista y creador literario que pensó en la necesidad de contribuir a la formación científica, como lo puso de manifiesto en la práctica con la Biblioteca Económica Filosófica, y así poder contribuir a la difusión cultural entre los más desfavorecidos. También alcanzó fama con sus novelas y dramas. Fue académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y republicano, terminando sus días en México en el exilio. Zozaya pertenecería, según nuestra opinión, a la serie de intelectuales que, naciendo en medios acomodados, desarrollaron en España una clara preocupación social.

Pues bien, en este artículo queremos reflexionar con este autor sobre las razones que impulsarían a los trabajadores a actuar a través de un artículo que publicó en el verano de 1910 en Vida Socialista con el título de “Lo que dirán nuestros hijos”.

Para nuestro protagonista no era la conciencia de la miseria la que impulsaba a los trabajadores a asociarse y a protestar contra la explotación que padecían, sino el sentimiento de la justicia.

La huelga era interpretada por los poderosos como una “conspiración de esclavos”. Pero eso era, a su juicio, un error porque los esclavos no protestaban jamás. Podríamos matizar al maestro, recordando a Espartaco, pero seguimos leyendo al escritor. Para Zozaya los esclavos sufrían y toleraban el yugo, y padecían en silencio su carga. El que protestaba era, en cambio, el hombre libre, aunque aquí tendríamos que recordar las revueltas de los siervos en la Edad Media, por poner un ejemplo, pero no queremos desviarnos mucho, de nuevo, de la exposición de la tesis del ilustre periodista. Así pues, ese hombre libre se levantaba por conciencia de su dignidad, no por el estómago. Los rebeldes, hasta los héroes, habrían actuado por el “imperio de la razón”.

El conflicto social, por lo tanto, no tenía un carácter de “animalidad egoísta” por parte del obrero. Hambre y servidumbre habían existido siempre, y sin embargo la protesta era nueva. Lo que no había habido en las masas hasta Marx, Kropotkin y Lassalle, siempre según Zozaya, era “sentido jurídico”, el ansia de trabajar por el porvenir. Era verdad que la cuestión social tenía que ver con el estómago, pero el de los que lo tenían lleno, ya que para ellos se trataba de explotación, repartos, sueldos y dividendos. Algún día el proletariado conseguiría emanciparse, y entonces se podía saber qué clase de estímulos movieron a los dos “bandos” (“clases”).

El análisis de Zozaya obvia, como hemos visto, el conflicto social antes de la Revolución Industrial y el movimiento obrero, algo, que como hemos ido apuntando un poco, no era así, ya que existió de forma clara en todas las épocas y lugares, pero, también es cierto que Zozaya resaltaba como el movimiento obrero y los pensadores socialistas y anarquistas habían generado la contestación social con el fin de trabajar por el porvenir. En realidad, lo que hoy sabemos es que la conflictividad social no nació en ese momento, pero sí que cambió sustancialmente su naturaleza, al dejar de buscar la restauración de un mundo o de un orden desajustado por crisis económicas, presión fiscal o injusticias del poder, para pretender una transformación profunda de ese mundo con el fin de construir otro. Así pues, con esta salvedad importante, Zozaya sí era consciente de la enorme importancia histórica de lo que había supuesto el surgimiento del sindicalismo, el socialismo y el anarquismo.


Hemos trabajado con el número del 7 de agosto de 1910 de Vida Socialista.

Sobre nuestro protagonista:

M. Zozaya Montes, “Trayectoria de un intelectual madrileño olvidado: Antonio Zozaya y You”, Ferrán. Revista del IES Jaime Ferrán nº19, mayo de 2000, 205-226.

Enrique Díez-Canedo: «En memoria de Antonio Zozaya», en Desde el exilio. Artículos y reseñas críticas (1939-1944). Sevilla, Renacimiento, 2010.

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