Maestros y maestras, luces de la República

La educación fue uno de los pilares fundamentales de la política de la Segunda República española.

Por Manuel Tirado

En la primavera, el ánade salvaje vuelve a su tierra para las nupcias. Nada ni nadie lo podrá detener. Si le cortan las alas, irá a nado. Si le cortan las patas, se impulsará con el pico, como un remo en la corriente. Ese viaje es su razón de ser… […] En el otoño de mi vida, yo debería ser un escéptico. Y en cierto modo lo soy. El lobo nunca dormirá en la misma cama con el cordero. Pero de algo estoy seguro: si conseguimos que una generación, una sola generación crezca libre en España ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro.

Este pequeño y a la vez clarividente párrafo está sacado de la genial película La lengua de las mariposas de José Luis Cuerda, donde el maestro, interpretado de manera genial por Fernando Fernán Gómez, esboza frente a los padres y el alumnado una idea de la educación que impregna la filosofía educativa de la Segunda República española, y que no es otra que la educación hace a los hombres y mujeres seres libres, difíciles de manejar por el poder establecido.

Por esta razón la educación fue uno de los pilares fundamentales de la política de la República sustentado sin ningún género de dudas por los que se dieron en llamar “las luces de la República”: los maestros y maestras, que en la mayoría de los casos defendieron este ideal en pequeños pueblos donde la educación estaba abandonada en manos de la iglesia católica, creyendo que educar en valores y en libertad, sin trabas religiosas, iba a servir de motor de un cambio social sin paragón en la historia de nuestro país.

La tarea no fue fácil. En la misma cinta de José Luis Cuerda lo podemos ver con toda claridad. Cómo estos profesionales de la enseñanza, estos maestros y maestras de la República, esos que llevaron la enseñanza libre a los pequeños pueblos, tuvieron que luchar contra los caciques de turno, que aunque “acallados momentáneamente” por la legalidad vigente, nunca dejaron de poner trabas a todo lo que oliera a un pequeño soplo de libertad de las clases humildes. Y por supuesto, las trabas también que imponía la iglesia católica, que si bien perdió muchísima influencia en lo que a educación se refiere durante este periodo, nunca se resignó a no ser la encargada de la educación en nuestro país y usó toda su influencia y todo su “poder” sobre el pueblo llano para tratar de poner trabas a esta renovación pedagógica que había comenzando con la Institución Libre de Enseñanza y que durante la República tuvo su mayor auge gracias a políticos como Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos,  que ocuparon la cartera de Instrucción Pública, y Rodolfo Llopis, director general de Primera Enseñanza.

Fue por primera vez en la República, a través de las “Misiones Pedagógicas”, cuando se trató de llevar al pueblo llano, al mundo rural y las clases más humildes, de una manera oficial, la cultura en letras mayúsculas, a través de exposiciones, sesiones cinematográficas, obras de teatro clásico, recitales de poesía, etc. Numerosos hombres y mujeres de la cultura en España se embarcaron en estas misiones. Las biografías de Lorca, Cernuda y casi toda la nómina de autores de la Generación del 27 dan clara muestra de ello. Pero otras figuras fundamentales y en muchos casos anónimas eran las que día a día seguían luchando por esa educación laica y basada en la libertad que trajo la Segunda República, y no eran otros que los maestros y maestras rurales.

Hombres y mujeres que más tarde, cuando tuvo lugar el golpe de estado de Franco y las tropas nacionales fueron llegando y tomando pueblos de toda España, fueron los más represaliados y perseguidos por el fascismo, ya que los consideraban muy peligrosos, porque estaban sembrando las semillas de un país democrático, de un país más justo y más solidario. Eran hombres y mujeres que amaban la docencia y que, aunque cobraban una miseria de sueldo (recuérdese el dicho “pasas más hambre que un maestro de escuela”), transmitieron unos valores en su alumnado que por desgracia no llegaron a cristalizar, porque fueron cortados de raíz por la mano inquisidora del fascismo y de la iglesia, muy interesada en recuperar las riendas de la educación en nuestro país.

Por esta razón, los que creemos en la educación pública, nunca debemos olvidarnos de estos maestros y maestras, que dieron su vida por un ideal, por una escuela basada en los valores de libertad, igualdad y democracia.

Siempre que pienso en estos hombres y mujeres me hago la misma pregunta: ¿Qué hubiera pasado si como dice Fernando Fernán Gómez en la Lengua de las mariposas, una generación de españoles y españolas hubiesen crecido libres? Fue un sueño de miles de maestros y maestras rurales que fueron sin ningún género de dudas: “las luces de la República”.


Este artículo fue publicado en NR el 13/04/2021.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.