La Segunda Internacional contra el zar en 1909

El Partido Socialista francés publicó un manifiesto de protesta por la visita, insistiendo en los crímenes que cometía el Gobierno ruso, y enviando un mensaje de apoyo a los combatientes y mártires de la Revolución de 1905

Por Eduardo Montagut

El zar Nicolás II emprendió un periplo europeo en 1909 para fortalecer la política exterior del Imperio ruso intentando acercarse más a Francia y Reino Unido, pero sin generar tensiones con Alemania. Las visitas incluían Suecia Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. Los socialistas reaccionaron contra estas visitas, que se producían unos pocos años después de la Revolución de 1905 y la consiguiente represión.

El Comité Ejecutivo de la Oficina de la Segunda Internacional emitió una declaración, al respecto, en junio de 1909, en la que afirmaba que la clase obrera no podía considerar dichas visitas como un hecho diplomático sin trascendencia. Los gobiernos “capitalistas” saludarían al que los socialistas calificaron del verdugo de la Rusia obrera e intelectual, pero las naciones no podían contemplar a Nicolás II como un huésped deseable. La Internacional consideraba que Francia e Italia no podían permanecer silenciosas ante el personaje que encarnaba la “reacción sangrienta”, y que había desarrollado una política desastrosa y reaccionaria en todos los campos, además de promocionar a las organizaciones (bandas negras) que se habían dedicado a reprimir y realizar pogromos, violencias y asesinatos, sin olvidar la falta de garantías para los detenidos, que sufrían todo tipo de torturas. El número de prisioneros crecía de forma considerable en unas prisiones donde no cabían, padeciendo terribles condiciones higiénicas y sanitarias. En este comunicado los socialistas realizaban una exhaustiva relación y denuncia de la política represiva llevada a cabo por el zarismo desde el fin de la Revolución de 1905. También se aludía a los servicios de la policía secreta rusa en media Europa, un hecho conocido por las autoridades. Occidente no podía ser cómplice con lo que estaba ocurriendo, y había llegado la hora de reaccionar contra dicho régimen. Por eso, se apelaba a los socialistas frente, no sólo al despotismo zarista, sino también contra las democracias consideradas pusilánimes, y que no habían reaccionado contra lo que llevaba ocurriendo en el Imperio ruso desde 1905.

Brenting, el líder socialdemócrata sueco, denunció en su parlamento la visita. En el legislativo italiano Morgari protestó, y los sindicatos italianos amenazaron con la huelga general si el zar pisaba suelo italiano.

En Inglaterra, Will Thorne, uno de los primeros diputados laboristas, también protestó en los Comunes. En Hyde Park se organizó un gran mitin.

Por su parte, Jaurès en la cámara francesa se ocupó del viaje del zar que provocó un rifirrafe parlamentario, ya que el líder socialista se interrogó sobre la manera en la que se hubiera acogido a Abdul Hamid si hubiera emprendido un viaje por Francia en el momento en el que hubiera dado la orden para aniquilar a los armenios. Ahora se trataba no del “déspota turco” sino del ruso, terminando por desear que lo mejor que podría hacer el barco que llevaba al zar (la visita sería a Cherburgo, ya que se trataba de un periplo) sería navegar frente a las costas de los países que se decía iba a visitar. Tanto el presidente de la cámara como el ministro de Asuntos Exteriores protestaron airadamente por las palabras del orador socialista. El Gobierno francés consideraba al zar como un aliado y un líder que había contribuido a la paz mundial. Recordemos que nos años antes se había producido el acercamiento entre París y San Petersburgo, deseado por ambas partes: Francia para ir rompiendo su aislamiento internacional impuesto por los sistemas bismarckianos, y Rusia siempre descontenta de sus alianzas con Austria-Hungría y Alemania, además de necesitar el crédito francés.

El Partido Socialista francés publicó un manifiesto de protesta por la visita, insistiendo en los crímenes que cometía el Gobierno ruso, y enviando un mensaje de apoyo a los combatientes y mártires de la Revolución de 1905.

Los socialistas intentaron celebrar un mitin de protesta en Cherburgo ante la llegada del zar, pero las autoridades denegaron el permiso, por lo que se optó por una campaña de carteles y pasquines para denunciar la visita y la conducta del Gobierno francés. Las Juventudes Socialistas del Sena sí pudieron realizar un mitin. Se da la circunstancia que, en realidad, el zar no pisó suelo francés, ya que su entrevista con el presidente Fallières se realizó en el barco.

La llegada a Kiel provocó también la reacción de la Socialdemocracia alemana, a través del periódico socialista de la localidad. Además, se celebró allí un mitin con una asistencia de 10.000 personas en el que intervino Karl Liebknecht, y en el que se aprobó un texto de denuncia del SPD, donde se solicitaba la expulsión del considerado “monstruo con aspecto humano”.

Hemos empleado como fuentes los números 1217, 1218, 1219 y 1222 de “El Socialista”.

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