La dirigente europea, partidaria de la línea dura, quiere impulsar una mayor escalada militar y de confrontación con Rusia.
Por Redacción NR | 19/07/2024
El 18 de julio los europeos recibieron una mala noticia para el continente: Ursula von der Leyen fue reelegida presidenta de la Comisión Europea. 401 diputados votaron a favor de su candidatura, 284 se opusieron y 15 se abstuvieron durante la sesión llevada a cabo en el Parlamento Europeo (Estrasburgo).
Von der Leyen dejó clara su línea belicista durante el discurso previo a la votación, con menciones a las capacidades de defensa de la Unión Europea (UE) y alimentando el fantasma de la ‘amenaza exterior’, en una clara referencia a Rusia. También lanzó duras críticas hacia la misión de paz impulsada el mandatario húngaro, Viktor Orban.
Para impulsar todavía más la escalada militar, la dirigente hizo un llamamiento a incrementar el gasto en defensa y afirmó que se creará un fondo de defensa europeo. ‘Trabajando con los estados miembros y en estrecha coordinación con la OTAN, propondremos una serie de proyectos de defensa de interés paneuropeo’, aseguró.
Sin duda, una política exterior en la que se apuesta por seguir potenciando la militarización, la escalada bélica y la confrontación con Rusia. Una tendencia continuista que profundiza la degradación de las relaciones entre Rusia y la UE.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, señaló que su país ‘no ha representado ni representa ninguna amenaza para nadie en la Unión Europea’ y que simplemente ‘defiende sus intereses en condiciones en las que los países de la Unión Europea han excluido cualquier posibilidad de diálogo’.
Una postura europea que contrastaría con la que podría adoptar el candidato Donald Trump en caso de regresar a la Casa Blanca. El ex presidente republicano ha dejado claro que no quiere seguir alimentando la guerra de Ucrania y que presionará a Kiev con el recorte en el suministro de armas para forzar negociaciones de paz. Precisamente lo que Von der Leyen teme es este nuevo escenario en el que Estados Unidos, potenciando una agenda nacional, optaría por reducir su peso en la OTAN y en conflictos internacionales. De ahí la necesidad urgente del aparato burocrático de Bruselas por ganar soberanía en la esfera militar.
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