La labor pedagógica contra el tracoma del movimiento obrero socialista en Madrid

Por Eduardo Montagut

El movimiento obrero socialista español desarrolló una intensa labor pedagógica para luchar contra las enfermedades y para difundir conocimientos en favor de la sanidad e higiene públicas, un asunto que merece ya un estudio monográfico, aunque ya hay algunas aproximaciones muy interesantes sobre la importancia de la salud en el socialismo español, y que citamos al final de esta pieza.

En este contexto fueron regulares las conferencias de verdaderas eminencias en la medicina española que se impartieron en la Casa del Pueblo madrileña sobre las formas de prevenir y combatir las enfermedades. En mayo de 1925 destacó una de ellas de la mano de Elisa Soriano sobre el tracoma.

Elisa Soriano Fisher (1891-1964) desarrolló una intensa carrera en la Universidad y en la Medicina desde su especialidad como oftalmóloga, además de ser una fundamental feminista en las décadas de los años veinte y treinta. El viernes día 15 de mayo de 1925 explicó cómo combatir el tracoma, una enfermedad de origen bacteriano que afecta a los ojos, siendo muy contagiosa, y que provoca ceguera. El acto había sido organizado por la Agrupación Femenina Socialista.

La doctora Soriano insistió en que el tracoma era muy contagioso (explicó los síntomas) y por eso había que luchar para evitar este peligro, basándose en la higiene y el aislamiento del enfermo porque si entraba en un hogar todos terminarían contagiándose. Además, era una dolencia persistente en el tiempo.

El problema del contagio era más grave en el campo porque no había tanta asistencia médica como en la ciudad, y muchas personas humildes seguían consejos populares que lo único que hacían era agravar la enfermedad, llegando a provocar úlceras en la cornea (existía el problema de que las pestañas crecían hacía dentro y herían al ojo, con el agravante de que el paciente manipulaba los párpados y provocaba nuevas úlceras). Cuando se acudía a la capital solamente se podían recetar medicamentos y unos consejos, ya que no había muchas camas hospitalarias para aislar a estos enfermos.

Soriano afirmaba que en algunas zonas de España el mal alcanzaba grandes proporciones, recordando que se llegaba a cifras casi tan altas como en Egipto donde, al parecer, era originaria la enfermedad.

El contagio, por lo tanto, debía ser combatido con fuerza, poniendo el ejemplo del peligro de licenciar a soldados con este mal, que lo propagarían en sus ámbitos familiares.

Como observamos, había una dimensión social en este mal, como hemos visto en otros casos que estamos estudiando sobre la preocupación socialista por la salud, especialmente en el caso de la tuberculosis. En el que aquí nos interesa, estamos viendo el problema del tracoma en el ámbito rural. Dentro de esta dimensión, hay que destacar que Soriano insistía en que el Estado y la sociedad tenían la responsabilidad de atender a los niños, las primeras y principales víctimas del tracoma, teniendo en cuenta que tenían derecho a la educación, pero no podían asistir a la escuela para evitar la propagación de la enfermedad.

Aunque la doctora reclamaba el concurso del Estado en el combate del tracoma, era consciente de sus carencias, por lo que también hacia un llamamiento a los propios ciudadanos. En todo caso, reclamaba de los poderes que hubiera dispensarios y hospitales para tratar la enfermedad, así como alternativas para los alumnos, adultos y personas mayores con este mal. También era necesario llevar un control estadístico de la enfermedad, como se hacía en otros países, y que los profesionales de la sanidad se implicasen en la difusión de consejos y conocimientos para evitar los contagios.

Y en esta línea terminó su conferencia con un trabajo pedagógico sobre lo que cada uno podía para contribuir a su curación y evitar los contagios. Anunció que en breve iba a publicar una cartilla con consejos higiénicos. También expresó que los obreros con su unión podían conseguir que sus representantes en las Cortes y los Ayuntamientos hicieran labor sanitaria.


Como fuente hemos empleado el número 5078 de El Socialista. Por otro lado, podemos consultar la siguiente bibliografía: Ricardo Campos, “El deber de mejorar. Higiene e identidad obrera en el socialismo madrileño. 1881-1904”, en Dynamis, vol. 31. Nº 2, Granada, 2011, y Santiago Castillo, “La Mutualidad obrero-farmacéutica y el socialismo madrileño en el primer tercio del siglo XX”, en Centenario de la Casa del Pueblo de Madrid, 2008, páginas 243-249.

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