Jair Bolsonaro volvió a Brasil con el ojo puesto en 2026

A pesar de perfilarse como el líder de la oposición al gobierno de Lula, con quien perdió la elección en octubre pasado, el expresidente enfrenta una serie de investigaciones que podrían alejarlo de la disputa política.

Por Ana Dagorret / La tinta

El último 30 de marzo, el expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, volvió a su país tras pasar tres meses en Estados Unidos. La ida de Bolsonaro al país del norte se produjo el 30 de diciembre, cuando todavía era jefe de Estado y a pocas horas del traspaso de mando, donde debía entregar el bastón y la banda al presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva.

Durante sus tres meses en Estados Unidos, el ahora expresidente participó de varias conferencias y charlas con organizaciones ideológicamente cercanas, donde se refirió al proceso electoral en el cual fue derrotado, criticó los primeros pasos del actual gobierno brasileño y habló del avance de las administraciones progresistas en la región.

Al volver a suelo brasileño, Bolsonaro esperaba encontrar una multitud que lo recibiera en el aeropuerto internacional de Brasilia. Sin embargo, eso no ocurrió y, para mayor decepción, tampoco lo estaba esperando un operativo de seguridad con autos blindados y efectivos policiales. “Yo no tengo el pecho de acero”, dijo el exmandatario, alegando que la falta de seguridad podría llevarlo a sufrir un atentado.

El motivo de su regreso es su pretendido rol en la vida política brasileña. A pesar de haber salido derrotado de la contienda de octubre de 2022, Bolsonaro manifestó que se quiere posicionar como la oposición al actual gobierno. No se trata de una apuesta aleatoria. Su vuelta, en este momento político de Brasil, responde a una serie de factores: la evaluación de que hay debilidades al inicio del gobierno de Lula en el campo económico, el periodo de cansancio político del actual presidente, la iniciativa de liderar la oposición y, finalmente, fortalecer el Partido Liberal (PL) para las elecciones municipales de 2024.

Si bien, desde el PL, ya se evalúa la posibilidad de construir la candidatura de la ex primera dama, Michele Bolsonaro, de cara a los próximos comicios, por su peso político y el caudal de votos alcanzado en 2022, la primera opción del partido es el propio expresidente. Sin embargo, hasta que esto sea decidido, Bolsonaro deberá enfrentar una serie de procesos judiciales, varios de los cuales tienen el potencial de dejarlo por fuera de cualquier disputa electoral para las generales de 2026.

Las joyas, las mentiras y los atentados

El último de los escándalos en el cual el nombre de Jair Bolsonaro estuvo involucrado fue el de las joyas obsequiadas por el régimen de Arabia Saudita. Según se supo a través de un reportaje publicado por Estadão, el expresidente habría presionado, de diferentes maneras, para que una serie de joyas regaladas por el gobierno del país del Golfo Pérsico puedan pasar los controles aduaneros de Brasil sin que sea abonado el impuesto correspondiente.

El expresidente negó cualquier irregularidad e intento de presión, aunque se sabe que fueron varios los intentos de obtener las joyas confiscadas a un asesor al retorno de un viaje oficial. Se espera que Bolsonaro declare sobre el caso el próximo 5 de abril ante la Policía Federal (PF).


El de las joyas es el más reciente de los escándalos que protagoniza el expresidente, pero no es el más grave. Según se sabe, tiene unas ocho investigaciones iniciadas en el ámbito de la Corte Suprema, que pasaron a la justicia común luego de que dejó el cargo. Entre ellas, se destaca una serie de acusaciones por declaraciones dadas en los actos del 7 de septiembre de 2021, fecha de la independencia de Brasil, en la cual promovió una serie de actos antidemocráticos, donde llegó a amenazar a ministros del máximo tribunal del país.


Otras acusaciones que envuelven a Bolsonaro refieren a las llamadas “milicias digitales”, un ejército de perfiles robots alojados en redes sociales y utilizados para promover discursos de odio y atacar adversarios políticos, aparentemente articulado por el Ejecutivo durante los cuatro años de su gobierno. Las investigaciones también incluyen la difusión, por parte de Bolsonaro y sus aliados, de noticias falsas sobre las urnas electrónicas que se usaron en los comicios.

El propio Bolsonaro llegó a decir, en una transmisión en vivo desde Orlando durante el tiempo que permaneció en Estados Unidos, que el resultado de la elección pasada estaba en duda debido al fraude de las urnas.

Los actos terroristas del 8 de enero de 2023 también tienen el sello de Bolsonaro y existen varias denuncias contra el expresidente sobre el caso. Durante ese domingo, unos cinco mil fanáticos bolsonaristas atacaron las sedes de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en Brasilia, en protesta por la victoria de Lula en el balotaje de 2022.

Bolsonaro también enfrenta investigaciones sobre una supuesta interferencia en la Policía Federal para blindar a familiares y amigos vinculados a hechos delictivos. Además, el expresidente deberá responder sobre una declaración realizada en una transmisión en vivo por sus redes sociales donde asoció a las vacunas contra el COVID-19 al contagio de sida.

El futuro electoral

De todas estas investigaciones, que ya se encuentran en el ámbito de la justicia común y no de la Corte Suprema -donde se iniciaron durante su presidencia-, la que más preocupa al exmandatario son las que tramitan en la Justicia Electoral. Son unas 16 denuncias por las que Bolsonaro deberá responder en los próximos años, varias de las cuales, de ser condenado, podrían desembocar en la anulación de sus derechos políticos por un período de ocho años y alejarlo de las disputas presidenciales de 2026 y 2030.

Aún con la cantidad y la contundencia de las denuncias, parte del cálculo que el expresidente hizo en su vuelta al país fue lo inoportuno del momento político. Debido a la frágil estabilidad que existe dentro de la coalición de gobierno y a las presiones que Lula viene sufriendo en relación a su política económica, una acusación de persecución política de su exadversario podría echar más leña al fuego que rodea la actual administración.

Es que, a pesar de haber sido derrotado, de los 58 millones de votos que Bolsonaro consiguió en la última elección, al menos el 30% cree en la tesis del fraude. Con una serie de procesos judiciales en su contra y sin toda la estructura del Estado para fomentar la propaganda, Bolsonaro continúa siendo un líder con capital político, al cual la oposición puede volver a apostar en caso de necesitarlo en el futuro inmediato.

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