Por Roberto Santos
El martes se publicó un informe en el que se desvelaba que al menos 547 antiguos miembros del coro católico más importante de Alemania, para niños, fueron abusados físicamente o sexualmente, siendo está la última revelación en un caso que ha puesto patas arriba al coro de la catedral de Ratisbona, liderado por muchos años por el hermano del papa Benedicto XVI, Georg Ratzinger.
Los abusos fueron llevados a cabo por sacerdotes y maestros en el prestigioso coro del sudeste de Alemania, según el abogado, Ulrich Weber, a quien se le encargó llevar a cabo una investigación independiente. En total, descubrió 500 casos de abuso físico y 67 casos de abuso sexual.
Las demandas de mala conducta se arrojaron a la opinión pública en 2010, en medio de acusaciones en todo el continente de que la Iglesia Católica había hecho la vista gorda a los malos tratos de los niños. La controversia ha resultado especialmente preocupante en Alemania, donde Benedicto se desempeñó como arzobispo de Múnich de 1977 a 1982. Después de esto, encabezó la Congregación para la Doctrina de la Fe, la rama del Vaticano encargada de examinar las denuncias de abuso.
En 2010, el obispado de Ratisbona admitió, en un comunicado que se habían producido abusos, pero inicialmente los limitó a dos casos ocurridos en 1958.
Sin embargo, el presunto delito ocurrió desde el año 1945 al 1992, tal como desvela Weber en su informe de 440 páginas, y gran parte de esos abusos se concentró en los años sesenta y setenta, cuando Ratzinger estaba al cargo. Weber dijo que tuvo que «asumir» al hermano del papa, que dirigió el coro de 1964 a 1994, y que sabía de los abusos sexuales, aunque Ratzinger, ahora de 93 años, lo ha negado.
El exdirector del coro dijo a los medios de comunicación alemanes en 2010 que había abofeteado a los alumnos en la cara, pero no era consciente del nivel de brutalidad descrito por las víctimas.
«Los alumnos me dijeron en los conciertos lo que estaba ocurriendo, pero no pensé por sus historias de que debiera hacer algo», dijo Ratzinger. «Si hubiera conocido los excesos de violencia que se estaban utilizando, habría hecho algo (…). Les pido perdón a las víctimas”.
A su vez Ratzinger consideró “insano” escudriñar cada una de las irregularidades cometidas en el último medio siglo, señalando que el castigo corporal hubo una época ene que era ampliamente practicado. “Al principio, yo también daba bofetadas, pero siempre tuve mala conciencia”.
En una entrevista ofrecida al diario alemán Passauer Neue Presse, en 2010, aseguró además que “estás cosas nunca se discutían”. Eso sí, nuevamente reconoció que él mismo a veces «pellizcaba las orejas» a los alumnos como parte de la «disciplina y el rigor necesario para alcanzar un nivel musical y artístico superior”. Pero rechazó haber golpeado a los alumnos «hasta dejarlos amoratados», tal como describieron algunas víctimas.
Cabe destacar que según la investigación de Webwe, Ratzinger no habría participado en los abusos, pero sí le acusa directamente de ser conocedor y haber “mirado para otro lado” mientras los abusos sucedían.
Pero las conclusiones de Weber apuntan a una forma más sistemática de maltrato. Encontró que 49 maestros y funcionarios de la iglesia tenían la responsabilidad de convertir la vida en el coro, y el internado asociado, en «infierno», como lo describieron las víctimas. «Los afectados describieron sus años escolares como una prisión, como un infierno y como un campo de concentración. Muchos se referían a esos años como la peor época de su vida, caracterizada por el miedo, la violencia y el desamparo”.
Palabras similares utilizó el compositor alemán Franz Wittenbrink en declaraciones a la revista alemana Der Spiegel. En su relato señaló directamente a Johan Meier, que fue director de la escuela adjunta al coro, entre 1953 y 1992. Según Wittenbrink, “Meier solía llevarse a dos o tres niños de 8 y 9 años a su habitación por la tarde”. “Allí nos daba vino y se masturbaba con nosotros. También nos castigaba.” “En una ocasión lo acusaron de golpear a un niño con un taburete hasta rompérselo en su espalda”. Recordó y aseveró después que “era un ingenioso sistema de castigos sádicos relacionados con el placer sexual”.
Estas declaraciones las hizo en 2010, cuando el caso salió a la luz junto a otros abusos de la Iglesia Católica alemana, no olvidemos tampoco que en esa vorágine un elitista colegio de jesuitas de Berlín reconoció que dos profesores abusaron sexualmente de alumnos entre 1970 y 1980, lo que desembocó en todo un escándalo.
La Iglesia Católica en Ratisbona no respondió inmediatamente a una petición de que diera su versión o emitiera un comunicado. Sin embargo, al hablar en una rueda de prensa el martes por la mañana, Michael Fuchs, un vicario general, dijo que la iglesia debe desempeñar un papel más activo en futuras investigaciones.
«Podríamos haberlo hecho mucho mejor», dijo, en un canal público alemán.
Debido a que muchos de los incidentes descritos ocurrieron hace décadas, los casos ya no pueden ser juzgados en los tribunales alemanes, ya que han prescrito. Sea como sea, la mayoría de los supuestos abusadores ya han fallecido y los que quedan vivos como ya os he dicho no pueden enfrentar cargos.
El primer informe de Weber, a principios de 2016, encontró que 231 jóvenes habían sido víctima de terribles abusos y vejaciones. En ese momento la cifra ya se triplicó con respecto a la reconocida inicialmente por la diócesis de Ratisbona el año anterior. Por desgracia, las cifras publicadas el martes son aún más altas.
Lamentablemente como ya os he dicho, estos casos ya no pueden ser juzgados en los tribunales alemanes y mientras las víctimas tendrán que vivir toda su vida con el trauma y las secuelas de esos abusos, los auténticos culpables seguirán como sí nada, seguramente con la tranquilidad de haber confesado ya sus pecados y haber sido perdonados.
No debemos perder de vista tampoco que el coro de la catedral de Ratisbona, de más de 1.000 años de antigüedad, no es el primer escándalo en el que se ve envuelto la Iglesia Católica en los últimos años, relacionado con terribles casos de abusos sexuales a menores.
Solo en Estados Unidos, según un estudio de la Junta Nacional de Revisión (National Review Board), un total de 4392 sacerdotes fueron acusados del abuso sexual de 10.667 menores entre 1950 y 2002.
El primer escándalo saltaría en este país en 1985, cuando el párroco de Luisiana, Gilbert Gauthe es encontrado culpable de once casos de abuso sexual a menores.
En 1993 se dio el primer caso de condena legal contra la diócesis de Dallas en cuestión de abuso a niños por parte del sacerdote Rudolph Kos. La diócesis se vio obligada a pagar más de 31 millones de dólares a las víctimas del párroco.
A comienzos de 2002, el diario The Boston Globe publicó una serie de reportajes donde sacaron a la luz pública los abusos sexuales cometidos por cinco sacerdotes del estado de Massachusetts y que la Archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudiendo a la Iglesia Católica de los Estados Unidos. Este caso que ha sido llevado al cine de la mano del director Thomas McCarthy en la oscarizada película Spotlight.
No sería el último escándalo en este país que desde entonces ha vivido un goteo constante de escándalos.
En Irlanda, en octubre de 2005, una investigación del Gobierno irlandés en una diócesis del condado de Wexford sacó a la luz más de 100 casos de abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia Católica.
El informe Ferns, que contó con más de 271 páginas de extensión en las que se hacían alegaciones contra 21 de los sacerdotes que habían estado trabajando en la diócesis entre 1966 y 2002.
El 20 de mayo de 2009 se publicó la Comisión Investigadora de Abusos de los Niños en Irlanda (conocida comúnmente como «Comisión Ryan») que reunió, tras casi 10 años de investigación, más de 2000 testimonios que relataban abusos físicos y sexuales por parte de los responsables de internados controlados por órdenes religiosas católicas. Este ha sido uno de los mayores casos de reconocimiento de los abusos sexuales de la Iglesia Católica en una investigación que abarcó más de 35.000 niños en un período de 86 años (de 1914 a 2000). Los datos de escuelas, reformatorios y orfanatos en este periodo, recogen 253 acusaciones de abusos sexuales a chicos y 128 a chicas.
En diciembre de 2009 se publica otro informe llevado a cabo por la comisión de investigación de la archidiócesis de Dublín que se conoce como el «Informe Murphy”. La comisión identificó 320 personas abusadas desde 1974 a 2004; y otras 120 desde 2004 a 2009.
Ante los resultados de las investigaciones, en diciembre de 2009 cuatro obispos dimiten y toda la jerarquía de la Iglesia católica en Irlanda rinde cuentas ante el papa. Los obispos que presentan su dimisión son Donal Murray (Obispo de Limerick), James Moriarty (Obispo de Kildare y de Leighlin), Raymond Field (Obispo titular de «Árd Mór»), Eamonn Walsh (Obispo titular de “Elmhama».
El 7 de abril de 2010 un ex obispo católico noruego admite el abuso sexual de un menor en un hecho ocurrido hace 20 años. El abuso lo da a conocer la Iglesia Católica de Noruega, en un comunicado que cuenta con la autorización del Vaticano.
El 16 de marzo de 2010, el Vaticano reconoce la existencia de varios casos de abusos en Brasil después de que el programa de televisión Conexao Reporter recogiera las denuncias de varios alumnos contra religiosos. En unas imágenes de cámara oculta aparece el padre brasileño Luis Marques Barbosa, de 82 años, manteniendo relaciones sexuales con un joven en el estado de Alagoas, al noreste del país.
En Chile, un religioso español es detenido por posesión de pornografía infantil y por haber abusado supuestamente de al menos 15 menores en colegios españoles donde trabajó entre 1992 y 2005. El religioso, que dictaba clases desde enero de 2008 en la universidad Santo Tomás de Santiago de Chile, fue detenido en la capital chilena.
En España, hay una decena de sacerdotes condenados por abusos sexuales a menores, pero también existe según algunos expertos en el tema una gran opacidad, como refleja en su libro «Pederastia en la Iglesia Católica» el periodista y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Pepe Rodriguez.
En nuestro país, el «caso Romanones» tuvo implicados al 7% del clero de Granada, aunque solo llevo al banquillo de los acusados al padre Roman, ya que los posibles delitos del resto de implicados habían prescrito.
Pese a que el mismísimo papa Francisco llamo a una de las víctimas para pedirle perdón, durante el juicio la Fiscalía pasó de pedir 9 años de cárcel para el padre Román a tomar la decisión de retirar los cargos contra el mismo, argumentando contradicciones en el relato de la supuesta víctima de abusos. Según la sentencia difundida por el TSJA, se habría incurrido “en graves contradicciones en la declaración de la presunta víctima, que proporciona versiones de los hechos imprecisas y vacilantes”. El escrito judicial absolvió al sacerdote de los delitos de los que venía siendo acusado por la acusación particular y la acusación popular, delitos de abusos sexuales a menores con penetración e introducción de miembro corporal, con expresa imposición de las costas de la defensa a la acusación particular. Todo un giro de los acontecimientos que sorprendió tremendamente a toda la opinión pública.
En 2002, la figura más importante de la Iglesia en Australia, el arzobispo de Sidney, George Pell, ofreció miles de dólares a las familias de los niños que supuestamente sufrieron abusos por parte de los curas. La Iglesia pidió disculpas oficialmente a los niños inmigrantes de origen británico y maltés que sufrieron abusos sexuales entre 1930 y 1960.
También en 2002, en Austria, la Iglesia admitió que las acusaciones de pedofilia contra su antiguo líder, el arzobispo de Viena, Hans Hermann Groer, eran ciertas.
Los escándalos no han dejado de sucederse por todo el mundo, y aquí os he puesto solo algunos ejemplos, hasta el punto de que la ONU llegó a acusar al Vaticano de «adoptar sistemáticamente políticas que permiten a los sacerdotes abusar sexualmente de miles de niños”.
Sea como sea, los hechos hablan por si solos y entre los casos conocidos y los silenciados sistemáticamente por la Iglesia Católica, parece evidente que existe o ha existido un problema más que evidente. Tal es el caso que el papa Francisco ha pedido que se actúe con firmeza contra los clérigos que hayan cometido abusos sexuales sobre menores para que sean llevados ante la justicia e invitó a la jerarquía de la Iglesia a promover «ante todo medidas de protección de los menores» y a que «se ayude a todos aquellos que han sido víctimas de violencia en el pasado». La creación de un tribunal del Vaticano exclusivo para casos de pedofilia ha sido uno de los pasos más importantes para la institución.
Sin embargo, al Papa argentino le queda mucho camino por recorrer antes de demostrar una renovación real de la institución. No sé si la situación cambiará o si los escándalos seguirán apareciendo, pero lo que está claro es que hacen falta más controles sobre las escuelas católicas y muchísima más transparencia en una Iglesia que cada vez se encuentra más lejos de la sociedad actual y a la que cada vez le cuesta más tapar sus vergüenzas.
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