Vale la pena reflexionar sobre lo que refuerza la idea de un montaje mediático y no un golpe
Por Simone Vögele / LQSomos
He dejado pasar varios días desde la llamada “desarticulación del golpe de estado” con objeto de considerar la información difundida a través de diferentes medios españoles (El País, ABC, CTXT, Diario.es, Público, el debate.com…) y quizá llegó el momento de avanzar mis valoraciones del “golpecito” (más bien un golpe mediático) de sus resultados, de algunos importantes asuntos ocultos y de contextualizar lo ocurrido en el actual momento político alemán. Un acontecimiento que para vuestro Valle Inclán constituiría “un esperpento”.
Golpecito, por la desproporción entre fuerzas de orden movilizadas y detenciones y armamento requisado a los “subversivos” y también porque el acontecimiento no resiste comparación con datos que fueron propios de golpes de estado relativamente recientes.
Asuntos ocultos, porque el exmilitar Max Eder, coronel retirado al que se imputa como golpista constructor de un supuesto “nuevo ejército alemán”, ha sido detenido en Italia, pero por motivos que me parecen muy diferentes a cualquier complot militar.
Contexto político alemán del que nadie habla, porque que ha sido desplazado por el ruido de las detenciones y el dispararse de todas las alarmas en días en que ya tocaba hacer balance del primer año de gobierno Semáforo.
1.- Golpecito
La importante movilización de 3000 policías especiales obtuvo resultados ridículos: 25 personas detenidas en 11 Lander además de en Italia y Austria, otras 27 personas inculpadas, requisadas como armas una ballesta, algunas escopetas de aire comprimido, ¿alguna pistola… cuantas, donde?, alguna escopeta de caza, en tierras de mucho cazador y algunas casas señaladas como peligrosos nidos de conspiradores. Y eso es todo.
El conjunto humano detenido -caracterizado como “grupo”- es pequeño y dispar (un príncipe nostálgico, un policía suspendido de servicio, un soldado de élite, el citado Max Eder coronel jubilado, un piloto, un médico, una astróloga, una jueza que fue diputada de AFD, un tenor, un cocinero, un empresario…y no de los que fabricaron Ziclon b precisamente). En definitiva y si lo tomásemos en serio, una pequeña banda de conspiradores, dotados de armas de caza y con una media de edad bastante avanzada.
La retórica informativa les llama Ciudadanos del Reich- un antiguo sello de marca-, les otorga un crecimiento muy rápido, les busca conexiones rusas y les señala como no respetuosos de la Constitución, aunque hay que decir que tal “constitución” no existe (en Alemania solo existe una “Ley Fundamental” que nunca fue sometida a referéndum). En la “ola conspiradora” los medios mezclan a nostálgicos del Imperio Prusiano, activistas contrarios a la política gubernamental contra el Covid, gentes que están embarcadas en procesos contra el gobierno…mezclan, pero los números de detenidos y sospechosos son muy exiguos.
El golpe no resiste comparación con otros más reales, ni en fuerzas subversivas movilizadas ni en armamento dispuesto a usarse: el 23F de 1981, Tejero ocupó las cortes con un numeroso grupo de guardias civiles, Valencia fue controlada por Milans del Bosch, se desplazaron 2500 carros de combate. En el golpe de 1991 en la URSS participaron 4000 soldados, 350 tanques, 500 blindados militares, miembros del buró político y buena parte de del KGB… Esas intentonas fracasaron sin embargo y desde luego, no son comparables con el 8 de diciembre en Alemania.
La ofensiva contra “el golpe” en Alemania fue una operación coordinada del Bundeskriminalamt (BKA) de la policía federal, los Landeskriminalamt (LKA) de cada autonomía junto a comandos de las fuerzas especiales (SEK). Su intervención fue cubierta en directo por equipos de prensa vinculados al gobierno (Bild, der Spiegel y otros). Mientras tanto, el fiscal general del estado –en rueda de prensa- sigue hablando de una “unión terrorista” que se proponía “el acceso violento al Bundestag con objeto de tomar como rehenes a diputados y miembros del gobierno…”
Publicidad alarmista e interesada que retoma el llamado “Asalto al Reichstag” protagonizado hace meses por los Reichsbürger (Ciudadanos del Imperio) y que sin embargo, se desarrolló de este modo: el senador de Asuntos Interiores de Berlín (el socialdemócrata Andreas Geisel, del SPD), un hombre reacio a cualquier manifestación democrática, concedió permiso oficial de concentración pacífica en la escalera del Reichstag a Ciudadanos del Imperio. Durante bastantes horas, aquella concentración se mantuvo en las escaleras del Reichstag voceando y agitando banderas del Segundo Reich Imperial. Los medios de comunicación filmaron aquello, y escribieron sobre ello, sembrando miedo y titulando el hecho como “Asalto al Reichstag”.
Todo de gran utilidad a la vista del presente. Hay que recordar de Reich es palabra que se traduce como Imperio y que al Sacro Imperio Romano Germánico (el primer Reich) sucedió el segundo Reich (Imperio Prusiano) y el tercer Reich (el hitleriano, el nazi). Agitar la palabra Reich fuera de Alemania se interpreta siempre como nazismo y así lo acaba de aprovechar el gobierno de EEUU cuando se presta estos días de diciembre a ayudar a Alemania “para evitar que se establezca un Cuarto Reich”.
Pero es que el Imperio estadounidense… es el Reich estadounidense. Porque EEUU es un Imperio (aunque desee ocultarlo) y su expansionismo llega -durante 2020 y 2021- a la búsqueda de apoyos-acuerdos internacionales con países sin capacidad de investigación espacial, para crear en la Luna “zonas de seguridad dedicadas a la explotación de materas primas” (RT del 12-XII-22) Eso contraviene acuerdos internacionales de los años 70 que determinaban los cauces de exploración espacial a beneficio de todos los países… es decir, excluyentes del actual proyecto espacial- colonial estadounidense.
Vale la pena reflexionar sobre lo que refuerza la idea de un montaje mediático y no un golpe. Cuando tuvo lugar la redada –sobre las 6 de la mañana- los medios Bild y Spiegel, ya tenían artículo muy detallados y comentarios sobre la operación que fueron publicados a las 8 de la mañana. Es decir que estaban sobradamente informados de lo que ocurriría a las 6. Si se trataba de detener a “terroristas” ¿cómo es que se llevó a los periodistas a esos lugares de detención de gente presumiblemente armada y peligrosa?
En definitiva, no hubo secreto, ni prudencia porque no existía peligro y se tenían previstos nombres y detalles de la acción desde semanas anteriores. Como confirmaba en sus declaraciones Martina Renner, diputada de Die Linke, ella estaba informada de los detalles de la operación (nombres, direcciones, hora de la acción policial) desde la semana anterior y lo mismo decían algunos medios de comunicación. Un contragolpe nada secreto, que está siendo completado ya con declaraciones como las de la ministra de interior Nancy Faeser planteando reorientar represivamente la legislación, de modo que –por motivos de seguridad- sea previo el demostrar la inocencia, eliminando el principio de su presunción inicial que es propio de un Estado de Derecho, entonces: ¿todos somos presuntos terroristas hasta que no demostremos lo contrario?
2.- Asuntos ocultos
Max Eder, detenido en Italia como inspirador de un “nuevo ejército alemán” preparado para el golpe de estado, estaba señalado como un hombre peligroso, pero especialmente por sus investigaciones sobre el valle de la Ahr que se inundó en 2021.
En el valle de la Ahr, reciclando un túnel de ferrocarril se construyó un bunker en el inicio de los años 20 del pasado siglo, una construcción militar reformada después por el nazismo. Hace un tiempo ese bunker se vendió a una empresa privada y la investigación del ex coronel Max Eder (en su tiempo responsable del traslado de los criminales de Kosovo al Tribunal de la Haya) le llevó a descubrir que el bunker se había transformado en un macrocentro de actividades pedófilas y pornografía infantil.
Según sus declaraciones a RIE (Red Informazione Europea) ese centro de pedofilia contaba con clientes de la nobleza, artistas y destacados miembros de la clase política europea…Y Max se proponía desvelar los hechos y proceder a las denuncias pertinentes. Todo ello muy peligroso en este lodazal, causa de pánico y escándalo que por lo que parece, se trataba de ocultar a cualquier precio. https://t.me/rie_reteinformazioneeuropea/3142
Por el momento, Max Eder ya está brutalmente desprestigiado y fuera de juego acusado de golpista afín a la extrema derecha.
3.- Contexto político alemán
El 25 de noviembre de 2021 se pactó el gobierno Semáforo configurado por la alianza de socialdemócratas, verdes y liberales. Un año después era momento de realizar el balance político de una coalición calificada como progresista. El “golpecito” ocupando el espacio mediático, ha modificada la agenda para llevarlo a cabo.
En un artículo posterior (“Un golpe mediático para ocultar los errores del Semáforo”) desarrollaré temas que me parecen candentes:
– Mala gestión del COVID-19, Catástrofe energética, responsabilidades en el sabotaje de Nord Stream y consecuencias, Ruina de sectores empresariales tradicionales y otros e incremento del desempleo, Agravación de la dependencia alimentaria alemana y crisis de abastecimientos, Vasallaje a EEUU en energía-militarización y modelos privatizadores de lo público (…)
Sirva como primer avance lo que sigue:
La gestión del COVID-19 realizada por el Semáforo ha sido cuestionada por sectores significativos de población alemana y por médicos críticos ante las medidas implementadas. Esos sectores de población, calificados inmediatamente como “negacionistas”, vieron conculcados sus derechos de manifestación y de acceso a un debate plural sobre la entidad de la enfermedad y los remedios propuestos. Además de multas por participar en pacíficos paseos, han sufrido el peso de la amenaza permanente de vacunación obligatoria, de suspensión de salarios y pensiones a no vacunados, hasta ser calificados como la “pandemia de no vacunados”, todo esto radicalizó protestas sociales de ideología diversa, aunque el gobierno las achacó interesadamente a la extrema derecha.
La creciente desconfianza respecto a las intenciones y orientaciones del Ministro de Sanidad, Karl Lauterbach generó el reciente intento de llevarle ante los tribunales por el abogado Markus Haintz por las declaraciones de Lauterbach respecto a la “inexistencia de efectos secundarios en la vacuna mRNA”, pero fue desestimada por la judicatura que alegó “el derecho a la Libertad de Expresión del Ministro”. Otras demandas judiciales están en marcha (de muchos ciudadanos, del exdiputado de Berlín Marcel Luthe ‘independiente’, de la diputada de AFD Eva Marie Doerfler…)
En cualquier caso, Lauterbach, de profesión médico, aunque no ejerce como tal, es un hombre históricamente vinculado a la industria farmacéutica y en los años 90 a la promoción de medicamentos destinados al tercer mundo. Propagandista después del “Lipobay” de BAYER, un medicamento que generó tanta sobre mortandad que BAYER se vio obligada a retirarlo del mercado en el año 2001. Durante su mandato ministerial, Lauterbach está siendo un obsesivo y radical defensor de la vacunación obligatoria generalizada e instigador de las amenazas correspondientes entre otras: las multas y también, decíamos, de la negación de salario y pensión a los no vacunados. Suficientes motivos para llevarle ante los tribunales, porque eso es coerción política… y no “libertad de expresión”
Alemania cuenta con dos grandes Institutos públicos dedicados a la investigación y evaluación de medicamentos y supervisión de la salud pública (Paul Ehrlich Institut y Robert Koch Institut) los dos fuertemente financiados por la iniciativa privada y los dos firmes defensores de las políticas de vacunación en marcha desde 2020 los dos ninguna voluntad de ofrecer datos públicos precisos sobre efectos secundarios y sobre mortalidad vinculada a las vacunas utilizadas (las mRNA). No han defendido la pluralidad en el debate científico-médico, una pluralidad satanizada y represaliada para cerrar el acceso de cualquier valoración médica crítica a los medios de comunicación y tampoco han defendido de calumnias y expulsión del ejercicio de la profesión “a los médicos negacionistas”.
Alemania ha desarrollado la investigación médica y cuenta con especialistas capaces en muchas áreas, pero hay que subrayar que la campaña de descrédito de todos los médicos críticos ha sido feroz. Sucharit Bhakti, catedrático de microbiología en la Universidad de Griesen, director del Instituto de Microbiología e Higiene de la Universidad de Maguncia, y autor de numerosas publicaciones y libros, se jubiló en 2012. Sus posiciones críticas sobre la pandemia y las vacunas mRNA le han supuesto su expulsión del debate científico y toda suerte de críticas (incluída la de antisemitismo por su defensa de los derechos palestinos).
Wolfgang Wodarg, médico y diputado del SPD durante más diez años, y desde el Consejo de Europa estudioso en la comisión de falsas pandemias cuenta con larga trayectoria crítica y esclarecedora. El 4 de enero de 2010 denunció en entrevista concedida a L’Humanité (PCF) la campaña planificada sobre la Gripe A y los efectos de histeria, psicosis y pánico que recorrieron el mundo. Denunció entonces la penetración de la OMS por el Big Pharma y los encubiertos intereses comerciales. Con esos antecedentes fue otro de los expertos relevantes excluidos de los espacios de opinión y denostado como “negacionista y parte de la red de conspiranoicos”. La lista negra es larga y puede encontrarse en publicaciones alemanas, pero cerraremos el tema citando al doctor Winfried Stöcker, inmunólogo y médico fundó en 1987 una empresa punta en diagnóstico de laboratorio. Inició el proceso de investigación de una “vacuna clásica” (y no, mNRA) y lo financió como empresario médico alemán: Su vacuna no rebasó la frontera de acero de la EMA y OMS: las farmacéuticas estadounidenses ya habían conquistado el gran mercado de la UE y no deseaban competencia de ninguna clase. Desde entonces, el establishment le ha hecho la vida imposible.
A día de hoy, los máximos responsables de las políticas COVID-19 tienden a escapar de todos los focos de atención y pasan a discretos segundos planos, de modo que puede hablarse de una voluntad político-mediática de “Punto Final” para eludir responsabilidades, como confirma la nueva orientación de los grandes medios de comunicación alemanes ocupados en “borrar las huellas de lo ocurrido”.
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