Henri Demont y el pacifismo en la madrileña Casa del Pueblo (1933)

El pacifista francés Henri Demont opinaba que el Tribunal permanente de La Haya no rendía porque la Sociedad de Naciones no había acudido al mismo. 

Por Eduardo Montagut

Henri Demont (1877-1959) fue un destacado pacifista francés. Ya lo era antes de la Gran Guerra, pero el conflicto intensificó sus ideas. Después de la misma crearía la Unión para reprimir la guerra, en el año 1921. Su idea era crear una verdadera liga o sociedad de naciones que terminara claramente con la guerra, creando como una Constitución internacional. Demont se dedicó a viajar intensamente por el mundo para difundir sus ideas, con más de quinientas conferencias entre 1922 y 1939, además de impulsar comisiones, organizaciones, etc. El contexto de esta labor enmarca la visita que realizó a España, y la conferencia que ofreció en la Casa del Pueblo de Madrid, a comienzos del año 1933, objeto de estudio de esta pieza. También daría una conferencia en el Ateneo.

Demont comenzó defendiendo su idea de la necesidad de la organización para la paz. En este sentido, había que crear una Comisión internacional de juristas encargados de realizar ese proyecto de Constitución, al que aludíamos anteriormente, de todas las naciones, y que establecería tres poderes internacionales: uno legislativo, otro judicial, y el tercero ejecutivo, cuya misión sería velar por la paz de todos los pueblos.

El órgano legislativo vendría a ser una especie de Senado internacional, compuesto por miembros de todas las naciones, elegidos por los ciudadanos de cada estado por sufragio universal, es decir, que la organización de la paz se sustentaba, en opinión de Dunat, en la democracia.

En relación con el poder judicial era importante la creación de un Tribunal de apelación, ante el cual comparecerían los que hubieran cometido algún crimen o hubiesen intentado provocar la guerra por medio de la palabra o “del libro”, aspecto interesante éste porque se aludía a los instigadores de conflictos no sólo a los que decidían hacer las guerras. Las penas estarían recogidas en el Código internacional que habría que elaborar.

Para hacer ejecutar los Cuatro Códigos Internacionales, las leyes que elaborase el Senado y las sentencias del Tribunal de apelación, era imprescindible el órgano ejecutivo. Ese poder estaría vinculado al Senado, a su presidente. Era la única forma de que el Senado pudiera conservar su autoridad sobre los pueblos. Eso sí, Demont no quería que dicho presidente fuera un poder en sí, sino un mandatario de la asamblea y de sus decisiones, además de las del Tribunal.

Este sistema de decisiones se tendría que apoyar en una especie de policía internacional para evitar que las naciones faltasen a las leyes contra la guerra. Esa policía no podría hacer nada por su cuenta y no podía ser un “instrumento de barbarie”. Demont decía que no había que gastarse mucho ni contar con muchos hombres, algo que, realmente, llama la atención. En todo caso, explicó detalladamente que dicha policía constaría de tres componentes: policía continental, policía marítima y policía aérea. Habría que crear una especie de Ministerio de la Policía internacional, y comisiones de control.

Demont opinaba que el Tribunal permanente de La Haya no rendía porque la Sociedad de Naciones no había acudido al mismo. Da la sensación que éste debía ser el Tribunal al que aludía en su organigrama internacional, y que sería efectivo por medio de la policía que propugnaba. Después hizo una premonición. Si no se ponía en práctica el sistema que había diseñado, en quince años Europa sería un “brasero completo”. Señaló los horrores de la guerra moderna con los adelantos técnicos del momento, y que Madrid podría ser destruida en instantes con el lanzamiento de 200 obuses. No cabe duda que Demont formulaba una premonición cierta, solamente se equivocó en el plazo, ya que, en realidad, fue de menos de la mitad para que estallase la Segunda Guerra Mundial.

Explicó su labor en la Liga Pacifista, de sus viajes, y anunció que en España iba a constituirse un Grupo dependiente de la asociación internacional, además de un Grupo parlamentario que, al parecer, iba a presidir Besteiro, y una Sección presidida por Azaña.


Hemos trabajado con el número 7491 de El Socialista. Sobre el pacifismo para el lector en castellano podemos acudir al Diccionario de la Guerra, la Paz y el Desarme, que en 2015 publicó en Icaria, Alejandro Pozo.

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