En esta ocasión, para finalizar, vamos a hablar de dos almerienses, de un murciano y de un catalán. No sé si podré ajustarme a esas tres páginas. Si sale algo más… habrá merecido la pena al tratarse del último capítulo.
Por Pepe Sedano | 29/01/2024
XXXI.- LOS SUPERVIVIENTES NOS CUENTAN… (Y IV)
MAUTHAUSEN Y SACHSENHAUSEN
Llegamos queridos lectores de la sección Voces, de la revista on line NR (Nueva Revolución), al último capítulo. Para ser sincero os he de decir que pensé escribir solamente veinticinco capítulos pero… me sabían a poco porque, realmente, ha sido casi al final cuando en realidad hemos venido a hablar –por fin- de los deportados. En capítulos anteriores hemos estado hablando –entendedme, escribiendo-, sobre todo el proceso que –por regla general-, siguieron todos los deportados, republicanos españoles o no, a cualquiera de los campos de concentración que los nazis levantaron, tanto en Alemania como en los diferentes países que fue ocupando como consecuencia del desarrollo de la II Guerra Mundial. Sobre este proceso se podría haber escrito mucho más de lo que yo lo he hecho. No ha sido así porque, simplemente, me he regido a lo pactado con el editor de esta sección en la que me dijo que yo mismo eligiera la extensión que tenía que tener cada uno de los relatos o capítulos o artículos de opinión que le remitiese. Yo no sé escribir de otra cosa que no sea todo lo relacionado con esta guerra y las consecuencias que tuvo la misma, entre otras fue la deportación y a eso me he atenido. Pensé que tres páginas, en formato A4 estaría bien… y esa es la norma que, como habrán podido comprobar, he tenido en cada uno de los capítulos que se han venido publicando en esta revista on line. Revista NR a la que nunca me cansaré de agradecer el haberme cedido esta ventana a través de la cual me he puesto en contacto con todos y cada uno de ustedes.
He pensado que el final de esta aventura, además de agradecerles su fidelidad por haber estado leyendo, día a día, todos y cada uno de los capítulos que se iban publicando; también ha podido ser que alguno de ustedes, por mil razones, no haya podido –en determinado momento o día-, no leer alguno o varios de estos capítulos. Por todo ellos les decía que he pensado juntar todos los capítulos y hacer un libro con ellos y así tenerlos todos juntos. Así hice con mi cuarto libro que se titula “Imagínate la Alpujarra. Otro mundo. Mil y una historias alpujarreñas”. Resulta que he estado –y continúo-, escribiendo en la Revista Abuxarra –revista que edita la Asociación Cultural Abuxarra de La Alpujarra (comarca natural situada entre las provincias de Granada y Almería)-, durante más de 35 años. Es una revista anual que se edita con motivo de la celebración del Festival de Música Tradicional de La Alpujarra. Desde el año 1990 he escrito, ininterrumpidamente, hasta 2022 un relato en la sección que denominé en su día “Imagínate”. Cada año imaginaba acontecimientos que habían sucedido en el pueblo que organizaba el Festival. Y publiqué un libro con más de 35 relatos (algunos estaban inéditos) y ahora están todos recogidos en un libro. Algo así pretendo hacer, en un futuro cercano, con todos estos artículos que han estado ustedes leyendo cada mes y, de esta manera, estarán todos juntos en formato libro constando, como no, la colaboración de Nueva Revolución –como no podía ser menos-.
En esta ocasión, para finalizar, vamos a hablar de dos almerienses, de un murciano y de un catalán. No sé si podré ajustarme a esas tres páginas. Si sale algo más… habrá merecido la pena al tratarse del último capítulo.
Mi querido amigo Antonio Muñoz Zamora había nacido en Melilla el 8 de agosto de 1919 y llegó a Almería con sus padres muy pequeño. Era un experto alarife. Hizo la guerra de España (1936-1939) en el frente de Madrid, en la 15ª Brigada Internacional donde llegó como voluntario. Fue uno de las quinientas mil personas que atravesaron la frontera con Francia durante el primer trimestre de 1939 –él concretamente lo hizo en el mes de febrero-. Fue conducido al campo de refugiados de Argelés-sur-Mer. Estado en ese campo se alistó voluntario en la 406 CTE (recordamos que era una de las Compañías de Trabajadores Extranjeros), y fue nombrado Jefe de Grupo, con sede en Brest –en la Bretaña francesa-. Él no fue a reforzar la frontera por un previsible ataque alemán –como así sucedió-, y por eso él no fue deportado como la mayoría de ellas a campos de concentración. Una vez que los alemanes invaden el país galo, las CTE que aún subsisten son reconvertidas en GTE, o sea, Grupo de Trabajadores Extranjeros, y se ponen a las órdenes de la Organización Todt que trabajaba para el Tercer Reich haciendo tareas de encofrador en la base de submarinos que los nazis construían en esta localidad. Antonio trabaja para esta organización al tiempo que entra en la Resistencia francesa.
Pero la vida se le iba a complicar. Estando en la resistencia es delatado por un español que era el chófer de un oficial alemán y es detenido en Brest, donde residía. Es encarcelado en esa localidad el 28 de marzo de 1944 y sale el 01/05/1944 porque se le envía a la cárcel Central ese mismo día asignándole el número 233. En ella permanece hasta el 23 de mayo de ese año porque es enviado a Rennes –era un campo de tránsito-, donde se le asigna el número 656. Desde allí lo envía hasta Royallieu de donde no saldrá hasta el 18 de junio de 1944 porque es enviado hacia Compiègne, la estación de trenes que le llevará con el número de matrícula 37.951 al campo de concentración de Dachau, en Alemania, donde llegará el 20 de junio de ese mismo año. Al poco tiempo de estar ahí marcha de nuevo, el 17 de agosto, pero en esta ocasión ese tren lo va a llevar al campo de Mauthausen, en Austria, con el número 74.229, al que llegará al día siguiente de su partida de Dachau. Al llegar a Mauthausen se le asignará el número de matrícula 90.009. Una vez en el campo matriz será destinado al kommando Sarmigestein con fecha 1 de octubre de 1944 donde realizó trabajos consistentes en cortar leña para los gasógenos del campo principal, es decir, de Mauthausen.
Antonio, como todos los españoles, hubo de esperar a que Francia los acogiese. Llegó al hotel Lutetia, también como todos, allí le dieron los papeles para que se estableciera y él se quedó en el lugar que conocía bien, entre Brest y Rennes. Allí conoció a Anita, una francesa con un corazón que no le cabía en el pecho, se casaron y formaron una familia. Regresó a España en el mes de abril de 1963 hasta su muerte en Almería ocurrida el 8 de octubre de 2003. Tuve con él y con su esposa una gran relación, pues desde 1993 hasta su muerte, no dejó de venir a Berja a hacerme una visita a la Casa de la Cultura donde yo trabajaba y hablar de lo que él sabía -y yo quería saber-, es decir sus recuerdos como un deportado. Fue nombrado Delegado de la Amical de Mauthausen en Andalucía en 1994 y Distinguido con la Medalla de Oro de Andalucía junto a Joaquín Masegosa Rodríguez del que ahora hablaremos.
Con Joaquín Masegosa no tuve relación alguna. Solamente lo saludé el día que, junto con el otro superviviente almeriense, Antonio Muñoz Zamora, inauguraron el monumento a la deportación almeriense, en las Almadrabillas –junto al puerto almeriense-. No podían negar la cara de satisfacción que cada uno tenían y algunos de los que le acompañamos ese entrañable día. De Joaquín sabemos que había nacido en Partaloa (Almería), allá por el 29 de noviembre de 1919 –sobrevivió a la gran pandemia de gripe de aquel año-. Era estudiante cuando comenzó la guerra de España. Con tan pocos años, apenas 18, ya lo encontramos primero en el frente de Granada, después en el frente del Segre y, por último, en el frente del Ebro. Formaba parte de una unidad adscrita al 12º Cuerpo de Ejército, en la llamada “Columna Masegosa”. Joaquín también pasó la frontera francesa en febrero de 1939, concretamente el día 9 por el paso de La Junquera –en el Alto Ampurdán-.
Al contrario que Antonio, Joaquín va a ir al campo de refugiados de Septfonds. Allí se alistará en la 59ª CTE – esta Compañía estaba militarizada-, y será enviado a la localidad gala de Bray Dunes, justo en la frontera con Bélgica. Ante el avance arrollador del Ejército Alemán, toda la Compañía, junto con otras unidades militares francesas son copadas en las amplias playas de Dunkerque. No tiene la suerte de ser repatriado, como otros tantos miles, hacia Inglaterra y es detenido con el resto de sus compañeros el 4 de junio de 1940. Desde allí será enviado, ese mismo día, al Stalag II-E, situado en la localidad de Gross Born-Rederitz –hoy Borne Sulinowo, en Polonia-, que funcionó desde el mes de julio de 1941 posiblemente hasta junio de 1942. En noviembre de 1941 es trasladado al Stalag XVII-B, situado en la localidad austríaca de Gneixendorf con el número de matrícula 30.806. El 19 de diciembre de 1941, desde Viena, será enviado al campo de concentración de Mauthausen donde se le asignará la matrícula 5077. En mayo de 1942, concretamente el día 17, llegará al kommando exterior de Ternberg donde trabajará en una fábrica y desde allí será asignado, de la misma manera, para realizar trabajos en la construcción de unas presas en uno de los ríos, afluente del Danubio, para la instalación de unas turbinas, en otro kommando denominado Steyr-Land Distric, en la Alta Austria. Es posible que formara parte del Komando César –denominado así porque el responsable era el español César Orquín que estaba al mando de más de 400 prisioneros españoles-. Lo cierto es que vuelve al campo matriz con fecha 18 de septiembre de 1944. Allí permanecerá hasta su liberación el 5 de mayo de 1945, como hemos visto en otras ocasiones anteriores. Joaquín recibió un homenaje en su pueblo natal y se colocó una placa conmemorativa en la casa donde nació y murió el Día de Andalucía de 2011.
En noviembre de 2005 fue llamado para asistir a una Mesa Redonda sobre deportación que había convocado el Alcalde Pedáneo de Zujaira, perteneciente al municipio de Pinos Puente (Granada). Allí coincidí con el historiador Benito Bermejo –ya habíamos hablado por teléfono con anterioridad a este acto-, con diversos representantes de colectivos relacionados con la Recuperación de la Memoria Histórica y, mi gran sorpresa, con una persona entrañable y excepcional. Me estoy refiriendo al deportado murciano, nacido en Aljucer –barriada de la capital murciana-, José Egea Pujalte. Con apenas un año se trasladó, junto a su familia, a la localidad catalana de Sitges. Nos intercambiamos algunas palabras y estuve pendiente a su corta pero acertada intervención en este acto. José hizo la guerra de España con 20 años y, con su padre José Egea García, llegó al campo de concentración de Mauthausen. Antes, como tantos miles de españoles, había cruzado la frontera, había sido recluido en un campo de refugiados, se había alistado en una de las CTE y enviado a trabajos de refuerzo de la frontera con Alemania. Fue capturado, como tantos miles de españoles, y enviado al Stalag XI-B, situado en la localidad alemana de Fallingbostel. Desde allí, el 27 de enero de 1941 llega al campo de Mauthausen donde había sido enviado, junto con su padre. Se le asigna la matrícula número 5894, permaneciendo en el campo matriz hasta el día de su liberación el 5 de mayo de 1945. Sorprende que sobreviviera porque su destino en el campo madre fue la cantera Wienergraben, sí, la que tenía una escalera de 186 peldaños que había que subirla cargado con el bloque de granito de, al menos, 20 kg. Su padre tuvo menos suerte. Se le asignó la matrícula 6315 y fue enviado, al poco tiempo de llegar al campo principal –el día 8 de abril de 1941-, al kommando Gusen, asignándosele la matrícula 11.863. Con fecha 27 de septiembre de ese mismo año falleció. José tuvo que regresar solo a Francia.
En mayo de 2019 una de sus nietas, Judith Miralles Egea organizó en el pueblo donde pasó José sus últimos días, Villamayor de Gállego (Zaragoza), una exposición referida a su abuelo José durante su estancia en Mauthausen. Con motivo de estos actos fui invitado –junto con mi querido amigo y compañero de exposiciones de libros y conferencias por media España, Fran Martín-, a dar sendas conferencias durante los actos que organizó ese Ayuntamiento con motivo de dicha exposición. Fue un acto muy emotivo. Todo el pueblo acudió, a ver la exposición y a escuchar a los conferenciantes –uno habló de la guerra de España y el exilio y el otro sobre la acogida francesa y la deportación-, y a decir verdad, en todo el tiempo que he estado presentando mis libros por aquí y por allá, jamás había visto una respuesta más afirmativa y calurosa a un acto en el que se homenajeaba a un deportado español.
Para terminar traigo a esta ventana el testimonio de un catalán: Joan Mestre Rebull, que fue Presidente de la Amical de Mauthausen durante algunos años, y después fue Presidente de Honor hasta su fallecimiento. Joan estuvo en el campo nazi de Sachsenhausen (Alemania). Pero antes de llegar vamos a ver las vicisitudes por las que pasó.
Había nacido en El Molar (Tarragona) el 29 de septiembre de 1911. Fue oficial de la República durante la guerra de España. Como tantos españoles, al perder la batalla del Ebro, el Ejército Republicano junto con miles de civiles, se retiraron a Francia. Él fue internado en el campo de concentración francés de Argelès-sur-Mer y, más tarde, en el campo galo de Agde. Se alistó en una de las CTE próximas a la ciudad de Paris y cuando los alemanes cruzaron la frontera, él y algunos de sus compañeros, se fueron a la zona libre. Meses más tarde, a las CCTTEE –como sabemos-, las convirtieron en GTE, o sea, Grupos de Trabajadores Extranjeros. Joan fue llevado a trabajar a la base de submarinos de Burdeos –que la estaba construyendo la Organización Todt-. Pero antes de llegar al destino, ese tren se detuvo, circunstancia que aprovechó Joan para escapar pasando, de esta manera, a la clandestinidad y no tardó en incorporarse a la Resistencia francesa. En esta organización su trabajo era multidisciplinar: ayudaba a personas que necesitaban huir facilitándoles la entrada en el maquisard; también conseguía suministros: ropa, mantas, alimentos, armas y hasta uniformes alemanes. También participaba en la redacción de octavillas en castellano en las que constaban, resumidas, las noticias que había emitido la cadena de radio inglesa, la BBC, que emitía en francés.
Fue detenido, como tantos, e internado en la famosa prisión de Fort du Hà, en Burdeos. En el mes de junio de 1942 fue trasladado al campo de Compiègne –era un campo de tránsito desde donde partían los convoyes con deportados-. Allí permaneció hasta que formó parte de uno de estos convoyes. El 24 de enero de 1943 partió hacia Alemania. En ese convoy iban 1466 hombres y 230 mujeres. Los hombres fueron trasladados al campo de Sachsenhausen, en Alemania, y las mujeres lo hicieron al de Auschwitz. En ese tren que partió de Compiègne iban, además de Joan, alrededor de 50 españoles más. A Joan le correspondió la matrícula 58.537. Al poco de llegar fue enviado a trabajar al kommando Heinkel donde se construían aviones y donde permaneció durante dos años. Me contaba, en una carta fechada en junio de 1982, sus experiencias en el campo y en el kommando. Me decía literalmente: “Con el concurso de los camaradas franceses y alemanes llegamos a organizar, el 14 de abril de 1943, una sopa en una barraca, reuniéndonos todos los españoles para celebrar el aniversario de la República, caso único dado en la historia de los campos de exterminio nazis (…). La situación era cada vez más tensa. Los bombardeos de la aviación inglesa y americana eran cada vez más frecuentes. En uno de aquellos bombardeos masivos hubo docenas de muertos e infinidad de heridos que, para ellos, significaba una muerte segura, ocasionando enormes destrucciones materiales que obstaculizaron la marcha normal de la fábrica”. Cuando se acercaban los aliados fueron empujados a una de las “marchas de la muerte” hacia el campo principal. El 21 de abril de 1945 este campo fue liberado, aunque Joan y otros españoles no fueron puestos en libertad hasta dos semanas más tarde para regresar –como todos los españoles-, a Francia.
Podría escribir más sobre este testimonio y otros pero… no era mi intención cuando me ofrecieron, como he dicho, la posibilidad de escribir para NR y, a través de esta ventana, ustedes pudieran leer lo que a lo largo de más de cuarenta años he ido descubriendo y los testimonios que durante ese tiempo me han ido llegando. Como les dije, en este último capítulo me he tomado la libertad de hacerlo más extenso pero ha llegado el momento de cortar. Si quieren saber algo más de estos testimonios lo podrán encontrar en mi libro “Las puertas del Infierno…”
No sé si he cumplido o no con las expectativas de los lectores de la sección Voces, de NR. Desde luego que por mi parte he puesto todo mi ser en hacerles llegar mis conocimientos sobre el particular. En fin, los lectores serán los que digan si ha valido la pena o no. Muchas gracias por su atención a cada uno de los capítulos y, como no, por su fidelidad.
SEDANO MORENO, Pepe. “El Infierno y sus puertas. Mauthausen, Treblinka, Sachsenhausen y Ravensbrück. Mis conversaciones con el deportado Amadeo Sinca y Dante Alighieri. Almería: Editorial Círculo Rojo. 2017.
https://banc.memoria.gencat.cat/es/results/deportats/4256.
https://banc.memoria.gencat.cat/es/results/deportats/6960.
https://rotspanier.com/joan-mestres-i-rebull/.
https://www.elperiodicodearagon.com/el-estudiante/2020/02/04/testigo-barbarie-46563242.html.
Fondo documental de Pepe Sedano Moreno.
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