En este artículo nos acercamos a un texto de Luise sobre un libro fundamental en la historia del feminismo socialista, el que escribió otro de los grandes socialdemócratas, Auguste Bebel, titulado, La Mujer y el Socialismo
Por Eduardo Montagut
Luise Kautksy (1864-1944) fue una intensa socialista alemana, amiga de Rosa Luxemburgo, y que se casó con uno de los principales líderes de la Socialdemocracia, Karl Kautsky, terminando sus días asesinada por los nazis. Fue concejala en Berlín por el USPD, formación que había salido de la crisis de la Socialdemocracia alemana en relación con la Gran Guerra.
En este artículo nos acercamos a un texto de Luise sobre un libro fundamental en la historia del feminismo socialista, el que escribió otro de los grandes socialdemócratas, Auguste Bebel, titulado, La Mujer y el Socialismo, y que supuso un punto de inflexión sobre la relación compleja que el movimiento obrero socialista había tenido hasta entonces con relación a la mujer. El trabajo de Luise nos aporta información sobre la génesis del libro y sobre su repercusión, y se trata, además, de una lectura desde el momento del inicio del poder de los nazis en Alemania.
Luise Kautsky recordaba en un trabajo, que el lector español pudo leer en El Socialista en agosto de 1933, cómo en 1910 Bebel había presentado la quincuagésima edición de su libro, y donde aludió, no sin orgullo, al crecido número de ediciones publicadas en Alemania y en el mundo entero, con traducciones a quince idiomas. Expresó que el libro había dejado huella, y quienes más lo habían propagado habían sido, precisamente, sus enemigos.
Kautsky se demoraba en esta cuestión de las críticas al libro, señalando que pocas obras habían recibido ataques tan enconados y censuras más violentas que la escrita por Bebel. Las claves estaban en que el autor se había convertido en el representante de una corriente nueva. Había sido el primero en valorar una nueva fuerza social porque había instado a la movilización de la mujer contra la sociedad burguesa. Y eso, lógicamente, había generado críticas intensas.
El autor había entrado en un “territorio virgen”. Bebel, además, no solamente había trabajado por el despertar y formación de la mujer, sino también para ganarla para la causa socialista.
Al parecer, Bebel había explicado que los dos años que había pasado en prisión le habían permitido estudiar, algo que no había podido hacer en los años de lucha por la vida y por la causa. Se había preocupado por la cuestión femenina porque estudiando a los socialistas y comunistas franceses que se ocupaban de la situación de la mujer, aunque desde una perspectiva utópica (así es, los utópicos franceses trataron esta cuestión, como es sabido, y como hemos planteado en algunos trabajos en este periódico), de dio cuenta que en el ámbito alemán había una “formidable laguna”, aunque, bien sabemos que Engels sí se había adentrado en el mismo, pero, sin lugar a dudas, estamos de acuerdo que la mujer no había sido protagonista del pensamiento socialista.
Bebel, en sus glosas a un escrito sobre un estudio acerca de la verdadera estructura del cristianismo, de Yves Gugot y Segismundo Lacroix, y que había leído en la cárcel, publicó un escrito sobre la situación presente y futura de la mujer. Este opúsculo o suplemento era, a juicio del propio Bebel, el primer trabajo del Partido sobre la situación de la mujer desde el punto de vista socialista. Eso le animó, siempre a juicio de Louise Kautsky, a profundizar y a ponerse al trabajo.
El libro fue impreso clandestinamente en Leipzig, y como consecuencia de la persecución contra la Socialdemocracia, tuvo que aparecer con un título sin alusiones al socialismo, “La mujer en el pasado, en el presente y en el porvenir”. Y comenzó a ser un éxito entre los socialistas, que lo pedían a través de una consigna, que era el nombre de la compañera de Bebel. Así pues, la obra corrió de mano en mano.
Las ediciones del libro se habían multiplicado a la muerte del propio Bebel. Diez años después de este hecho, ya se estaban en 185 ediciones nuevas, algo insólito en la propia Alemania, y más, como decía la propia Luise Kautsky, tratando de un libro sesudo, que exigía atención y estudio, y para el obrero no muy ilustrado, un gran esfuerzo.
Pero, ¿qué había quedado de todo eso en la Alemania del momento? La barbarie nazi se había ensañado con la cuestión femenina. Todas las conquistas que se habían producido, y que la Socialdemocracia intentó asegurar, habían sido destruidas. Las mujeres se veían excluidas de toda actividad política y de la actividad laboral, destinadas al hogar. Luise Kautsky explicaba al final de su artículo la situación de la mujer en la nueva Alemania, lamentándose profundamente de que millones de mujeres aceptasen sin resistencia y hasta con júbilo el nuevo trato. Si resucitara Bebel sería “crucificado y quemado”, como había pasado con su libro, arrojado a la hoguera.
Podemos acudir al número 7651 de El Socialista. El propio periódico español había publicado el libro por entregas.
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