Feminismo y socialismo: las socialistas belgas en 1926

las mujeres socialistas defendieron que las tres formas de organización del Partido, la política, la sindical y la cooperativa, emprendiesen una acción general para mejorar las condiciones de vida de las mujeres de la clase obrera

Por Eduardo Montagut

Las socialistas belgas celebraron un Congreso Nacional en la Casa del Pueblo de Bruselas en el verano de 1926 que es el objeto de nuestro estudio en este presente artículo. Presidieron el Congreso Stats de Amberes y Dejardin de Lieja.

La Secretaría Permanente presentó, como es preceptivo en los Congresos, su informe de gestión, en el que se informaba de la obligación de las Federaciones provinciales de crear organismos de “propaganda femenina” y a dedicar a compañeras a dicha propaganda, ya que estaban próximas unas elecciones municipales (26 de septiembre), ya que en esos comicios las mujeres belgas tenían derecho al voto. Ya se contaba con 45 concejalas, y el objetivo era triplicar dicha representación.

Por otro lado, se informaba que en 1927 se pensaba crear una sesión femenina que constituiría un acto completo de estudios para las mujeres.

Las socialistas belgas estaban muy preocupadas por los derechos civiles de la mujer. Pirson-Lottier informó, al respecto, en el Congreso sobre la revisión del Código Civil de la mujer. Se entabló una discusión y se aprobó por unanimidad una moción en la que las mujeres socialistas encargaban al Congreso general del Partido Obrero que nombrase una comisión dedicada a estudiar con urgencia la reforma total del Derecho Civil en lo concerniente a la mujer, reforma que debía emprenderse también en el Código Penal y en el Código de Comercio, es decir, de toda la legislación que afectaba a los derechos y deberes de las mujeres.

Por iniciativa de la senadora Spaak, el Congreso aprobó que el Partido Obrero incluyese en el programa electoral municipal la creación de lavaderos comunales.

La socialista Baril comentó en su informe que la protección de la mujer y del niño se hallaba ya incluida en la legislación social belga, pero la intervención de los poderes públicos era mínima, por lo que había que exigir que aumentasen esas intervenciones. Se daba el caso de que en los Ayuntamientos en los cuales había presencia socialista se estaba produciendo una mejora del socorro acordado para las mujeres por las Mutualidades. Había que mejorar esta cuestión.

La socialista Blum reclamó la creación por el Partido Obrero de una cotización femenina de afiliación al Partido.

Heyman, adjunta al alcalde en el Municipio de Ledeberg, cerca de Gante, explicó en su ponencia que había que reaccionar contra los intentos de poner trabas al derecho del trabajo asalariado de la mujer casada. Eran necesario emprender, por lo tanto, una campaña nacional contra esas maniobras.

Heyman propuso que los poderes públicos tenían que tomar las medidas legislativas necesarias para proteger el ejercicio de las mujeres a la maternidad. Además, había que reglamentar de modo eficaz las condiciones de trabajo de las mujeres, tanto en lo concerniente al salario, como sobre las condiciones sanitarias en talleres y en el trabajo a domicilio. Y, por fin, había que impulsar la formación profesional de las mujeres.

Para terminar, las mujeres socialistas defendieron que las tres formas de organización del Partido, la política, la sindical y la cooperativa, emprendiesen una acción general para mejorar las condiciones de vida de las mujeres de la clase obrera.

Hemos trabajado con la crónica de Patou, remitida desde Bruselas a El Socialista, en el número 5439 de 12 de julio de 1926.

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