Feminismo y socialismo: las dificultades para la afiliación sindical femenina (1931)

Al salir de la cárcel a fines de 1940 se entregó a una decidida defensa del franquismo, algo que explicaría en su obra Yo he sido marxista: el cómo y el por qué de una conversión, que publicó en 1946.

Por Eduardo Montagut

En este breve apunte queremos aportar la opinión de la escritora Regina García, a principios de los años treinta, sobre las dificultades para que se desarrollara la afiliación sindical de las mujeres.

 Regina García García (1898-1974) fue una socialista que podemos considerar como especial por su trayectoria vital y política. Procedía de una familia acomodada cuando decidió ingresar en la UGT y afiliarse en la Agrupación Socialista Madrileña en 1930, es decir, en un momento clave del cambio político en España. En este acercamiento al socialismo español tuvo mucho que ver José Verdes Montenegro. Fue candidata socialista en las elecciones generales de 1933 aunque no logró salir elegida. Formó parte de la delegación española en la OIT. En la guerra tuvo un evidente protagonismo en el ámbito de la prensa y propaganda cerca de Miaja, algo que le valió una dura condena de 12 años en un consejo de guerra del año 1940, aunque cumplió una mínima parte de la misma. Al salir de la cárcel a fines de 1940 se entregó a una decidida defensa del franquismo, algo que explicaría en su obra Yo he sido marxista: el cómo y el por qué de una conversión, que publicó en 1946.

En el mitin que a fines de julio de 1931 realizó la Unión Gorrera en la Casa del Pueblo de Madrid para dar a conocer las bases del trabajo a domicilio, intervino nuestra protagonista. En el presente artículo nos interesa exclusivamente su análisis sobre el objeto de nuestra preocupación. Regina no planteó los problemas específicos sobre la afiliación de las trabajadoras a domicilio, asunto que ya hemos tratado en otras ocasiones, sino las más generales, y que pueden ayudarnos a profundizar en las especiales dificultades de las trabajadoras que, como se ha demostrado, padecían dos presiones, la laboral-salarial propia de todos los trabajadores, aunque más acusada en su caso por ganar menos, y la propia de su sexo, y que se podía ejercer también en el ámbito sindical por parte de los prejuicios masculinos.

En realidad, no era la primera vez que Regina García trataba este tema. Unos meses antes dio a conocer lo que se trató en la FSI en Lausanne sobre la misma cuestión en las páginas de El Socialista, y que hemos estudiado en un artículo monográfico. Ahora volvemos sobre el mismo tema.

La primera causa tenía que ver con el hecho de que las trabajadoras, como es sabido, cobraban menos salarios, lo que dificultaba la afiliación porque les era muy oneroso sacar de esos escasos jornales para poder cotizar en una sociedad obrera.

Regina García también incidía en el hecho de que las tareas domésticas y como madre impedían a muchas trabajadoras dedicar tiempo al trabajo sindical y reivindicativo. Esta dificultad podía superarse, en opinión de nuestra protagonista, si se hacía un esfuerzo horario y organizativo por parte de las sociedades obreras.

Otro de los problemas derivaba de una cuestión de género. Muchos hombres no veían bien que las mujeres se mezclasen en las tareas sindicales. Regina García defendía que se hiciera, en este sentido, una amplia actividad propagandística por parte de las organizaciones no solamente cerca de las mujeres en los mítines, sino, sobre todo a través de la prensa y los libros. En una palabra, había que hacer, en lenguaje actual, una labor pedagógica, e imaginamos que también en relación con los hombres.

Por fin, el cuarto factor sería el religioso, el “prejuicio religioso”. Regina quería que las mujeres se vieran libres del fanatismo, y que entendieran que la Iglesia solamente buscaba su explotación. Incidía, como sabemos, en uno de los temas que más preocupaba a la izquierda obrera española.

Hemos consultado el número 7013 de El Socialista, de 1 de agosto de 1931. Sobre Regina García hemos publicado distintos trabajos en El Obrero, y el lector puede acercarse también al Diccionario Biográfico del Socialismo Español. Es importante, en este sentido, nuestro trabajo en El Obrero (noviembre de 2020), “Las dificultades para organizar a las obreras: discusión en Lausanne (1931)”.

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