Esto parece la tercera guerra mundial

La industria bélica no se detiene nunca en los Estados Bandidos, ellos siempre mantienen abierta una guerra en algún lugar del mundo, sea Corea o Vietnam o Afganistán, no importa dónde

Por Arturo del Villar / LQSomos

Los conflictos armados se han producido históricamente entre pueblos vecinos, al menos que sepamos desde que los hiksos invadieron a los egipcios hacia el año 1710 antes de la era cristiana. Así continuó sucediendo hasta el siglo XX de la era cristiana, cuando un pueblo se consideró el más poderoso de la Tierra, y dio lugar al Imperio más agresivo y sanguinario de cuantos se hallan documentados en los libros de historia.

Son los Estados Unidos de América, por otro nombre más exacto los Estados Bandidos. No se han limitado a intervenir en los asuntos internos de todos los países americanos vecinos, convertidos en satrapías a sus órdenes, sino en los de casi todo el mundo que los soporta por miedo, con pocas valerosas excepciones. Sus intervenciones resultan muy peliculeras al principio, aunque siempre terminan con una colosal derrota.

Para justificar sus actuaciones imperialistas crearon en 1949 la institución más criminal habida nunca en el mundo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, por sus siglas castellanas OTAN, en las que la T corresponde más bien a Terrorista. Les siguen 29 colonias sumisas a la voz de mando del único amo, el presidente de los Estados Bandidos, propietario de un arsenal nuclear capaz de destruir el planeta. Invaden países cuando quieren, ya no vecinos, sino en cualquier lugar del mundo, deponen presidentes insumisos sustituidos por sus títeres, organizan revoluciones en su favor, y en una palabra, modifican la historia según su conveniencia.

Ahora mismo han querido injerirse en un conflicto muy alejado de sus fronteras, que en nada debiera atañerlos, una disputa territorial entre la Federación de Rusia y el Gobierno fascistoide de Ucrania. Han visto la oportunidad para intentar doblegar a los rusos, que representan un símbolo de libertad frente a su imperialismo. Así el conflicto inicial entre dos estados vecinos ha dado lugar a una guerra mundial, que bien podemos considerar la tercera por el número de sus actores y las características muy destructivas del armamento empleado. El papel protagonista le corresponde claramente a la OTAN, ya que interviene con todo su inagotable arsenal combativo, su abundante dinero y la amenaza constante de utilizar armamento nuclear si su amo lo considera necesario para sus fines destructivos.

Euros y dólares corren sin tasa

La industria bélica no se detiene nunca en los Estados Bandidos, ellos siempre mantienen abierta una guerra en algún lugar del mundo, sea Corea o Vietnam o Afganistán, no importa dónde, siempre que sus aviones puedan lanzar bombas convencionales o atómicas, o napalm o cualquier sustancia destructiva de los ejércitos declarados enemigos y de las poblaciones civiles. Es verdad que han sido derrotados en todos los países invadidos, viéndose obligados a abandonarlos con urgencia, pero su industria bélica ha incrementado los beneficios, que es lo importante para sus dirigentes. El dios Dólar reina omnipotente y sufraga los gastos de las guerras. Las pierdan o las ganen es lo de menos, lo importante es el saldo a su favor logrado al final con el comercio de las armas.

Según el Instituto de Kiel, los 41 países que facilitan el variado armamento a Ucrania según las órdenes imperiales gringas, llevan invertidos 84,2 miles de millones en este conflicto desde el pasado día 24 de febrero. Lo que debiera haberse limitado a una disputa entre dos estados vecinos, se ha convertido por voluntad del actual emperador Biden en una guerra mundial, la tercera por la extensión de los países combatientes, todos contra la Federación de Rusia que solamente deseaba proteger a sus ciudadanos de la reiterada agresión ucraniana.

Como semejante dispendio no obtiene los triunfos esperados por los agresores en una guerra que tienen perdida, como todas, el dictador ucraniano exige diariamente a sus cómplices el incremento de su ayuda militar, sin la que el conflicto entre los vecinos se hubiera concluido en el mes de abril. Gracias a la intervención de los sátrapas componentes de la OTAN se ha convertido en algo que si no es la tercera guerra mundial se lo parece. Pasemos una breve revista a los regalos recibidos por Ucrania de sus patrocinadores en fechas recientes.

Sumiso al capricho del emperador gringo, el Consejo Europeo aprobó el 24 de junio implementar la colaboración macrofinanciera con Ucrania hasta los nueve mil millones de euros, lo que equivale a seguir echando millones en el pozo sin fondo ucraniano. Parecería que las colonias gringas componentes de la Organización Terrorista viven una etapa de esplendor económico, y no la amenaza de una recesión con alzas insoportables de los precios de los carburantes, luz, energía, materias primas y alimentos. Debido a que los ciudadanos europeos carecemos de opinión sobre este asunto considerado de alta política, los mandamases deciden y nosotros pagamos las consecuencias sumisamente.

Cuánto cuesta una guerra

El 4 de julio la Comisión Europea acordó aprobar un primer tramo de mil millones de euros como nueva ayuda macrofinanciera a los belicosos ucranianos. Sería interesante conocer lo que hacen con estos regalos internacionales, porque no les bastan para conseguir una victoria consolidada. De modo que el emperador Biden anunció el 24 de agosto el envío de armamento convencional a Ucrania por valor de 2.980 millones de dólares, y manifestó que su poderosa nación está comprometida a continuar ayudando al revoltoso país en este conflicto que empezó siendo una disputa entre dos vecinos y él mismo lo ha internacionalizado.

Sin embargo, Ucrania no se siente satisfecha con ese derroche de dólares que le está cayendo, y continúa reclamando más dinero, al comprobar que el achacoso emperador se halla dispuesto a concedérselo. Por ello el 2 de setiembre Biden solicitó al Congreso del Imperio 11.700 millones de dólares más para asegurar el rearme de Ucrania. Lleva invertidos en esa colaboración bélica más que el presupuesto de muchos países europeos, pero no le importa porque beneficia a la industria armamentista.

Suma y sigue: el 7 de setiembre la Comisión Europea aprobó proporcionar a Ucrania con carácter de urgencia otros cinco mil millones de euros en préstamos como asistencia macrofinanciera adicional, que es la segunda parte de un paquete excepcional de ayuda macrofinanciera de hasta nueve mil millones. Y más todavía: el 27 de setiembre las instituciones financieras de la Unión Europea y Ucrania han firmado una declaración conjunta que se aplicará durante nueve meses, comprometiéndose a enviar dinero “asequible, trasparente y accesible” a la pedigüeña Ucrania.

Pues no les parece suficiente a los generosos benefactores, por lo que 14 colonias de la OTAN acaban de unirse para desarrollar un escudo antimisiles que proteja a Ucrania de un ataque ruso imaginado solamente en su mollera. En esta guerra mundial han convertido el primitivo conflicto entre dos vecinos desavenidos. El 17 de octubre se ha anunciado que catorce países y sesenta aviones de combate participarán en unas maniobras organizadas por la OTAN como nueva amenaza a la Federación de Rusia, que resiste sola valerosamente las repetidas agresiones.

Paralelamente al goteo macrofinanciero, el 6 de octubre la Unión Europea se ha congratulado de la adopción por el Consejo de un octavo paquete de duras sanciones contra la Federación de Rusia, a la que intenta estrangular conforme a las directrices de la Organización Terrorista del Atlántico.

España atiza el fuego

El reino de España participa animosamente en todas las operaciones, dada su pertenencia a la Organizacion Terrorista, debido a la traición del socialisto Felipe González a España, a su partido y a su palabra. Pero, como de costumbre, hace el ridículo internacionalmente, por haber entregado a Ucrania unos tanques inservibles incluso como chatarra. No es que sus gentes se merezcan algo mejor, por supuesto, aunque tampoco resulta conveniente hacer un papel irrisorio ante el mundo, ni siquiera ante la OTAN.

Para que nada falte en lo que suele denominarse el teatro de la guerra, el dictador del presunto Estado Vaticano, consistente en dos edificios y una plaza en Roma, ha tomado partido también por Ucrania. Así vimos al papa Paco, en una escena grotesca de ópera bufa, consagrar ese país al Corazón Inmaculado de la Virgen María, para que derrote a sus oponentes rusos.

El esperpento se representó el pasado día 25 de marzo, y hasta ahora no ha tenido ningún resultado positivo para los consagrados. Este papa Paco carece de influencia así en la Tierra como en el cielo, es un fantoche ridículo al servicio también de la OTAN. La soledad de la Federación de Rusia es inmensa, frente a la inmensidad de los colaboracionistas de su oponente, bien armados y bendecidos.

Si esto no es la tercera guerra mundial se le parece mucho. Todo porque la industria armamentista gringa necesita una guerra continuada para incrementar sus beneficios, por lo que aprovecha cualquier conflicto regional para organizar una guerra a la que enviar sus armas y municiones a buen precio. Mueren muchos civiles y militares, pero eso no impide a los fabricantes de armas continuar sus planes en la búsqueda de buenos beneficios. Es inevitable que en una guerra muera un elevado número de personas. Es lo que se denomina gajes del oficio.

Como lo es también que las tropas gringas abandonen apresuradamente los países invadidos que ocupaban, dejando abandonadas las sofisticadas armas a disposición del enemigo victorioso. En las películas filmadas sobre ese tema resultan muy espectaculares las secuencias de la derrota final, cuando sus colaboradores indígenas se agarran a las alas de los aviones en un desesperado intento de escapar. Volveremos a verlas enseguida.

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