Creo que asumir que no somos una nación sino unas cuantas no tiene porqué afectar al modelo del Estado. Pero aparte, soy tan tan laico que pienso, y si afecta, pues que afecte. Las fronteras no son unidades de destino universal, son contingentes. Yo no estoy por la atomización de la población, soy un unionista, incluso me gustaría que nos integráramos con Portugal.
Por Tomás Alfonso / Al Descubierto
Pedro Vallín es un periodista y escritor español que ha pasado por un buen número de editoriales. Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco (UPV), ha escrito para La Nueva España (1993), El Comercio (1997), Mi Canoa (2001) o Diario Crítico (2004). Además, fue subdirector de Diario Crítico y redactor jefe y subdirector también de Metro (2005). En 2007 dio el salto a La Vanguardia, donde empezaría a dedicarse a escribir sobre política a partir de 2016.
También ha estado en contacto con el mundo del cine al haberse dedicado a secciones de Cultura, además de ser una de sus grandes pasiones. Entre 2014 y 2018 fue presidente de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE). En relación al cine, escribió su primer libro en 2019, ¡Me cago en Godard! Por qué deberías adorar el cine americano (y desconfiar del cine de autor) si eres culto y progre.
A finales de 2021, salió un libro enteramente dedicado al análisis político: C3PO en la corte del Rey Felipe: la guerra del Estado profundo español contra la democracia liberal. Y, sobre este libro, Pedro Vallín respondió a varias preguntas.
Al Discubierto: Pedro Vallín, gracias por aceptar la entrevista. En tu libro hay una idea de fondo que es que en España, se produce una confrontación, un cierto antagonismo entre el Estado y la democracia. ¿Es esto reconciliable?
Pedro Vallín: Insisto mucho en una idea que me dio un parlamentario del PNV. Este diputado le dijo a los de Convergència antes del «procés» que cuando se lee la Constitución y se observa que ésta dice que el Reino de España se constituye en un Estado Social y democrático de derecho, la palabra «Estado» es el sustantivo y, «social», «democrático» y «de derecho» son los adjetivos.
Me parece una forma muy elocuente de explicarlo. ¿Por qué? Pues porque España, que es una nación fallida porque la idea de nación española nunca ha sido hegemónica en la totalidad del territorio en el que tenía que operar, sí es un Estado muy fuerte y lo es desde hace 500 años. El Estado tiene medio milenio, la democracia cuarenta años. El Estado no lo refundamos en 1978.
Además, el siglo XIX español es la historia de un fracaso y es el principio de las guerras carlistas que llegaron hasta la Guerra Civil donde la reacción ataja cualquier intento de modernización en España. No hay una tradición liberal como tal, no hay nadie en la derecha que sepa de qué va el liberalismo.
Si tú crees que ser liberal es desregular la economía es que no has entendido nada porque seguramente no hayas leído nada. Pero este es el país que tenemos. No existe el liberalismo, y al no existir el liberalismo, los éxitos de la democracia liberal son complicados de conquistar. Pero en esta lucha de los «atrasistas» frente a los progresistas hay algo maravilloso, y es que casi siempre han ganado los primeros, pero por la fuerza, no por ser más.
Abrazar el dogma neoliberal como si fuera una piedra filosofal técnica, como si el neoliberalismo no fuera una ideología, nos ha traído a un desastre
Estamos en un punto de inflexión, no sólo nosotros sino también otras sociedades occidentales, en el que la democracia debe avanzar o retroceder, pero no va a ser como es ahora. También puede retroceder antes de avanzar. Yo creo que en España hay razones para el optimismo dentro de la grave preocupación. Lo que más pesimista me hace ser son los medios de comunicación, en concreto los dos conglomerados de la televisión privada que ejercen una influencia determinante en la sociedad y la manejan, no sólo con irresponsabilidad, sino también con maldad.
Pero los motivos para el optimismo son: primero, que los «atrasistas» nunca han sido más; segundo, que somos un país occidental de la Unión Europea y eso significa que aquí no va a pasar como en Hungría o Polonia porque Bruselas no toleraría nunca que aquí hubiera un gobierno autoritario en tanto aguante Francia (porque si Francia cae nos vamos todos para abajo).
La última razón para el optimismo es que, al no haber sido nunca una nación, cada vez que se inicia un periodo democrático se ha desvelado que en España hay una nación catalana y una vasca. Esto significa que son imprescindibles siempre para deshacer el empate entre la derecha y la izquierda, y como la derecha ha decidido coger como bandera el más antipático nacionalismo ultraespañol (el caso de la inmersión lingüística en las escuelas ha sido un claro ejemplo de esto) totalmente incompatible con las derechas vasca y catalana, esto nos garantiza que a medio plazo la democracia liberal resistirá.
No quiero decir que sean muy puritanas las derechas catalana o vasca, pero mientras el PP necesite a Vox, no puede tener al PNV, esto es una regla bastante evidente.
AD: Vinculado con la cuestión de la derecha y del liberalismo, explicas que la derecha española no es liberal e incluso dejas entrever que quienes pretenden desarrollar los postulados materiales del liberalismo es Unidas Podemos. ¿Puedes desarrollar esto un poco?
PV: Esto creo que tiene que ver con la Guerra Fría. Hay una influencia histórica en Europa que hace creer que la izquierda sólo puede ser marxista en sus derivados pero también hay una izquierda liberal. El liberalismo nace como un movimiento contrario al absolutismo monárquico y al conservadurismo. Por ejemplo, en EEUU cuando te llaman “liberal” lo que te están llamando es “rojo”.
Aquí en España no hay una derecha liberal, lo que es la derecha es neoliberal, básicamente. España es un país, y en esto estoy de acuerdo con Jaime Miquel, que no ha abrazado nunca el capitalismo. Éste no es un país capitalista, éste es un país de rentistas, que es otra cosa, de los amos de la finca de toda la vida, que son los mismos siempre.
Te diría que la aplicación más entusiasta del liberalismo político en la política española (que es algo que no tiene nada que ver con el liberalismo económico) fue la extensión de los derechos políticos y sociales de Rodríguez Zapatero. Unidas Podemos, evidentemente, parte de un diagnóstico sobre el mundo que es claramente marxista, pero su recetario se divide entre el liberalismo político clásico (que es la Ley Trans o la Ley de la Eutanasia, e incluso las leyes de protección de la infancia o protección animal) y un recetario económico que podríamos llamar postkeynesiano.
Entonces, Unidas Podemos, para mí, es un partido con elementos de política económica y social muy socialdemócrata y con elementos de filosofía política muy liberales. Yo recuerdo cuando surgieron las primeras tensiones rojipardas dentro de Podemos que, hablando con Enric Juliana, él me decía: es que lo que no entienden los viejos rockeros es que la generación que ha tomado el control del movimiento político es una generación nacida y crecida en democracia y que ha vivido la Guerra Fría sólo en su desenlace y, por tanto, no tienen la visión de los más veteranos, para los cuales la democracia liberal puede ser una condición necesaria, pero no indispensable.
Una de las condiciones de este nuevo movimiento de las izquierdas más jóvenes es que son radicalmente demócratas. No se trata de que sean más o menos de izquierdas que un comunista clásico, se trata de que son producto de su época histórica, y su reflexión es la que corresponde a nuestro tiempo.
¿Cuál es su gran bandera? La gran bandera de esta gente no es acabar con el capitalismo en el sentido convencional, es rectificar el neoliberalismo. Por eso creo que no se les está dando el valor que tienen a las reformas que se están pactando, porque lo relevante es el cambio de dirección de la política. Unidas Podemos es esto. Unidas Podemos ha venido para celebrar los funerales del neoliberalismo y no para acabar con el capitalismo intercontinental y fundar una república socialista. Esto no va a pasar.
El PSOE no sé cuánto de consciente es de que está habiendo un giro en todas las políticas en la Unión. Lo que hicimos en 2008 y llevábamos haciendo 25 años, que es abrazar el dogma neoliberal como si fuera una piedra filosofal técnica, como si el neoliberalismo no fuera una ideología, nos ha traído a un desastre en el que han perdido un montón de legitimidad las sociedades europeas porque se han empobrecido una barbaridad, porque la desigualdad ha crecido en todos los países.
Creo que hay una corriente de rectificación en toda Europa Occidental respecto al dogma neoliberal, y ese es el marco en el que se inscribe Unidas Podemos. Es un marco de democracia liberal y de liberalismo político en cuanto a los derechos civiles y postkeynesiano en cuanto a las recetas económicas. Regular el precio de los alquileres lo hace la derecha alemana; no se puede echar a la gente de los pueblos para que venga un fondo de inversión.
Cuando tomamos medidas, y Calviño lo ha hecho, para asegurar las inversiones de los fondos extranjeros, estamos firmando como sociedad un seguro de pérdidas para los jubilados ricos estadounidenses que ponen sus fondos en el casino de Wall Street. Esta mentalidad que lamentablemente está muy extendida en el PSOE es la mentalidad del guardés: vivo en la finca, entro en la casa, pero no puedo tocar ni un candelabro no sea que los amos cuando vuelvan protesten.
Esto es también lo que estamos viendo con lo del Consejo General del Poder Judicial. Al gobierno ya lo ha engañado el PP tres veces: pactaron RTVE porque así desbloqueaban el Consejo General del Poder Judicial, pactaron el Constitucional y luego aquello de los whatsapps, que Sánchez decía que tenía whatsapp de Casado en los que le decía sí a todo. Bueno, pues no va a ser así. Lo que decía, mentalidad de guardés.
AD: Pedro Vallín, defines a la nueva política, o más bien a la nueva izquierda, en base a dos características: el radicalismo democrático y la búsqueda del éxito en términos individuales. ¿Este último rasgo es evitable o es inherente a la forma en la que se está en política en la actualidad?
PV: Creo que en este ámbito se equivocan los clásicos y aciertan los posmodernos. Con los clásicos me refiero por ejemplo a Enric Juliana, con quien hablo mucho de esto y dice que un partido siempre debe tener estructura, cargos intermedios, un aparato arraigado en el territorio… luego está la otra hipótesis, que se ejemplifica en una frase de Iglesias, cuando dijo que con un líder y una tele tienes unas elecciones.
Los medios para los que trabajaban decidieron que Iñigo y Albert (Rivera) debían ser las dos figuras que representaran la España del siglo XXI
La prueba de que esto es verdad es que Podemos aguanta con más de tres millones de votos en 2019 con un partido destrozado en prácticamente todos los territorios, con las persianas bajadas en la mitad de las sedes, la traición de Errejón… Con dos debates en televisión y tres entrevistas Pablo aguanta a Podemos.
Consigue que lo que tenía que pasar (que desapareciera Podemos) no ocurra. Consigue hacer de la épica numantina un factor de supervivencia. También es cierto que este tipo de elementos no te permite crecer, te permite mantenerte y, seguramente, con el tiempo hacerte más pequeño, pero no desapareces.
Ahora Yolanda está intentando hacer otra cosa, pero está claro que el carisma de la candidata o candidato es determinante. Entonces ¿puede dejar de haber cuitas individualistas en busca de la gloria? Depende de la generosidad personal de los actores, porque la dependencia de los rostros no solo no se ha rectificado, sino que se ha acrecentado.
Se pone como hito de la mediatización de la política el primer debate electoral entre Nixon y Kennedy. Pues desde entonces no es que este fenómeno no haya desaparecido, es que ha ido a más y creo que en algún momento veremos en algún país occidental a alguna persona cuyo único mérito sea la fama ser Presidente del Gobierno. Alguien que tenga muchos millones de seguidores en Twitter pero que quizá no sepamos ni a que se dedica y que lo reconozcamos por su nick acabará dirigiendo un país, o al menos esta es la tendencia.
Ahora bien, no solo por el dogma del éxito neoliberal sino también por la particularidad de las sociedades de la comunicación en las que vivimos. En cuanto a esto, el factor que explica Podemos creo que es bastante deprimente por pueril. No sé cómo decirlo… entre los extremos izquierda-derecha del espacio de Podemos, o incluso de Unidas Podemos, hay un margen programático muy estrecho, y se veía en los documentos de Vistalegre II.
La diferencia era únicamente retórica o, si se quiere, estratégica. Se mataron todos entre ellos, además, haciendo una cosa muy patética, que es, al día siguiente de que te «lancen» o de dimitir, convertirte en un señor que va a la tele a decir lo malos o tontos que eran sus antiguos compañeros. Esto es de un patetismo enorme y muy inmaduro.
Cuando escribí sobre esto lo llamé el síndrome de Wozniak, pero se parece bastante más a otra peli, que es la de La Red Social. Las peleas y los celos que se ven entre los protagonistas son muy de adolescentes y a esto se parece lo que pasó en Podemos. Había elementos personales y no ayudó que anteriormente todos fueran amigos, porque esto hizo que se viviera todo en términos más dramáticos. En fin, una cosa horrible.
AD: Vinculado con esto último, tú planteas que la disputa Iglesias-Errejón no es a pesar de su amistad sino, precisamente, debido a su amistad. ¿Qué conclusión podemos sacar de esto?¿No se debe tener amistades en política? Me gustaría que desarrollaras un poco esta idea…
PV: Yo tengo amigos en todos los lados y siempre procuro hacer más (ríe). El texto que habla sobre esto no lo terminé ni publique en su momento, en otoño de 2016, que es cuando acababa de llegar al Congreso a hacer crónica parlamentaria, y estaba la cosa ya muy tensa entre errejonistas y pablistas. La prensa se había alineado toda con el primero. Todos los compañeros de profesión que conocí que eran unos años más jóvenes que yo estaban alineados con Iñigo, y lo estaban por dos razones: una estructural y otra más de tipo personal.
La primera es que los medios para los que trabajaban decidieron que Iñigo y Albert (Rivera) debían ser las dos figuras que representaran la España del siglo XXI. La segunda es que estos periodistas salían de cañas con la pandilla de Iñigo, todos. Al principio salían todos de cañas pero con el tiempo Pablo se fue retirando de la movida nocturna madrileña, pero hay que entender esto, que todos eran muy amigos.
Entonces se me ocurrió la analogía que da nombre al capítulo y empecé a escribir el artículo. Pero mira, yo acababa de llegar a la sección de política y no pensé que fuera una muy buena carta de presentación. Era un aterrizaje un poco duro, entonces no lo publiqué. No obstante, cuando estaba revisando el libro, me di cuenta de una cosa muy fea, y es que había retratado a Iñigo por vaciado.
Es decir, Errejón y su disputa con Pablo, que es imprescindible para entender la política de los últimos años, no tenía ninguna pieza específica. Me pareció que era una forma de tirar la piedra y esconder la mano. Entonces me decidí a recuperar el texto y desarrollarlo para poder completar la explicación de mi libro, y lo hice con toda la crudeza que yo viví, porque ahí hubo cosas muy feas…
El neoliberalismo promete oportunidades mientras que la democracia cristiana ofrece dignidad. Yo he planteado que los Presupuestos que hay actualmente en España son unos Presupuestos paliativos. Eso es democracia cristiana, asistencialismo. ¿Qué debería ser lo ambicioso? Una transformación del modelo económico (…) Tenemos que buscar sistemas económicos que ataquen la desigualdad de forma estructural, no solo que sirvan para paliar sus peores consecuencias.
Creo que los dos capítulos de un comportamiento personal perverso que yo he visto (y no solo en este periodo) son el Iglesias de cartón pluma que Errejón quiso construir en Vistalegre II y el que yo considero que es cumbre, que fue lo que hizo Manuela Carmena en el mitin de cierre de campaña de Más País, en el cual «apuñaló» a los anfitriones. En la última frase de su discurso pidió el voto para Irene Montero en lugar de para quienes la habían invitado al acto. Esto no tiene nombre.
Por lo tanto, creo que era un capítulo muy necesario y que era importante contarlo en esos términos tan dramáticos y personales. Todo esto, volviendo a la pregunta, no implica que en política no se puedan tener amistades, en absoluto, pero sí creo que es importante saber siempre con quién estás haciendo cada cosa. Me explico: yo tengo amigos de hace 30 años y sé que lo son, precisamente, porque no hemos montado una empresa juntos. Si hubiéramos creado un negocio, probablemente ya no lo seríamos.
Entramos ya en el campo de la prudencia, de la inteligencia emocional y de la generosidad de las relaciones personales. Creo que un ejemplo no suficientemente aplaudido o subrayado es el de Monedero, que fue la primera víctima de las purgas internas de Podemos. A Juan Carlos se le obliga a irse de la estructura del partido y desde el día siguiente de eso hasta hoy, sin cobrar ni un duro de la organización en prácticamente ningún momento, se tragó el orgullo y se dedicó a defender el proyecto allá donde fuera.
Me parece que es un ejemplo totalmente contrario a lo que luego vimos en Ramón Espinar, Carolina Bescansa, Luis Alegre, Óscar Guardingo… Puedes entender sus motivos e incluso considerar que tienen razón, pero su comportamiento posterior es muy criticable, porque se han dedicado a intentar dinamitar Podemos.
Además, parecen no querer comprender que solo les llaman para ir a la tele porque a los que mandan en televisión les interesa que vayan paseándose por los platós criticando a sus antiguos compañeros. Viendo esto, creo que es evidente que Monedero fue muy generoso. Otro que se comportó muy bien fue Pablo Bustinduy, que cuando se produjo la escisión errejonista se quedó en Podemos y, luego, por una cuestión muy personal (que es que todo su entorno afectivo se fue a Más País) decide que no quiere vivir esa tensión de estar de lunes a viernes con Podemos y luego irse a tomar unas cañas con la gente de Más País, por lo que se quita de en medio y se va a Estados Unidos.
Posteriormente, en todo el trabajo que ha hecho como intelectual, escribiendo, jamás ha aludido las peleas internas. Creo que este es el modelo de cómo se debería uno salir de política, y más cuando ha habido o hay vínculos personales.
AD: Recogiendo una expresión de Torres Mora, haces un comentario enormemente diabólico, en el cual expresas que el neoliberalismo es una especie de representación ideológica de la ambición de la nueva élite mientras que los demócrata cristianos simbolizan la visión del mundo de la vieja élite…
PV: La democracia cristiana, en su recetario de políticas sociales, es muy próxima a la socialdemocracia. La democracia cristiana no cree en el liberalismo económico absoluto sino en la justicia social. Evidentemente, lo hace de una forma un tanto asistencial, como lo es la propia caridad cristiana, pero esto no quita que, de cierto modo, sí crean en el Estado de Bienestar. El neoliberalismo es lo contrario.
El mito neoliberal es que cualquiera puede, con lo cual, es lógico que haya sido una política económica que contara con el beneplácito de las sociedades occidentales, porque esto de que el talento y el esfuerzo pueden con todo es muy guay,
La democracia cristiana parte de otra idea mucho más conservadora, al menos en sus planteamientos (en los resultados habría que ver en qué ha quedado el mito del ascensor social). Esta idea es que pobres va a haber siempre, por lo que se debe crear un sistema asistencialista que permita que la gente viva de una forma aceptable. El neoliberalismo promete oportunidades mientras que la democracia cristiana ofrece dignidad.
Yo he planteado que los Presupuestos que hay actualmente en España son unos Presupuestos paliativos. Eso es democracia cristiana, asistencialismo. ¿Qué debería ser lo ambicioso? Una transformación del modelo económico que permita reducir el gasto público, precisamente porque no haya gente a la que se deba, digamos, sacar del pozo.
El Ingreso Mínimo Vital está muy bien. Bueno, me refiero a la idea, no a la ejecución. Lo que quiero decir es que lo pertinente sería no ser tan conservadores como la democracia cristiana. Tenemos que buscar sistemas económicos que ataquen la desigualdad de forma estructural, no solo que sirvan para paliar sus peores consecuencias. En este sentido, creo que nuestro diseño de política económica no es demasiado ambicioso.
El comportamiento de los heterosexuales blancos pasará a la historia como uno de los más patéticos. Esto no quiere decir que no sea cierto que están sufriendo un retroceso, pero no en términos de derechos, sino de privilegios (…) El victimismo de la gente que históricamente ha estado en una posición privilegiada es reaccionario.
Torres Mora dice una enorme maldad, y sobre todo terriblemente conservadora. Dice «en mi casa éramos demasiados pobres para ser comunistas y por eso somos del PSOE». Bueno, esto de categorizar el comunismo como el vicio de los que tienen el estómago bien resuelto es muy malicioso, y muy conservador, porque viene a decir «confórmese».
También esto tenía que ver con la compra de la casa de Irene y Pablo. Creo que esa noticia es más elocuente de quién somos como país que de quién son ellos. Es verdad que escribí aquello en términos potentes porque yo pensaba que su carrera terminaba ahí, por eso el texto tiene un aura como de cierre.
Es un texto que me gustó mucho y que lo tuve que retocar poco. Además, me reafirmo en la idea central del artículo: es mentira que lo que molestara fueran los 600.000: lo que molestó es el chalet, y más concretamente, la piscina.
AD: Dices que España se caracteriza por tener un Estado fuerte y una nación fallida… ¿Existe la posibilidad de realizar una reconstrucción nacional de corte liberal-progresista?¿Vale la pena?
PV: Cada criatura debe ser fruto de su periodo histórico. En este sentido, si no fuimos capaces de dotarnos de una nación funcional en el siglo XIX, pues no tiene mucho sentido ponerte a hacerlo ahora. Es cierto que sí hubo un intento parcialmente exitoso. Los primeros veinte años de la transición hay un esfuerzo notable en que todo el mundo se sienta a gusto dentro de la idea de España y creo que funcionó bien.
Todo iba bien hasta que en el año 2000, Aznar obtiene mayoría absoluta. Ahí decide que quiere fundar un nacionalismo español basado en la mitología, por lo que es una identidad que se construye a la contra de vascos y catalanes. Evidentemente, el «procés» tampoco ha ayudado. Creo que las ideas nacionales, vengan de donde vengan, tienen una toxicidad potencial tremenda, porque cuando se construye un «nosotros» también creas un «ellos». En estas cosas soy extraordinariamente laico.
Creo que asumir que no somos una nación sino unas cuantas no tiene porqué afectar al modelo del Estado. Pero aparte, soy tan tan laico que pienso, y si afecta, pues que afecte. Las fronteras no son unidades de destino universal, son contingentes. Yo no estoy por la atomización de la población, soy un unionista, incluso me gustaría que nos integráramos con Portugal.
Para mí, nunca va a ser un trauma el dónde acaba la frontera del país en el que vivo. Además, reivindicar hoy el nacionalismo español de Gibraltar y de Isabel la Católica me parece que es material para analfabetos intelectuales.
AD: En relación con esto, Pedro Vallín, planteas que los que reivindican esta españolidad, a pesar de su situación de privilegio, siempre confrontan con otras ideas nacionales del país no a través de la fuerza sino victimizándose.
PV: Esto es un fenómeno muy actual, Ahora se compite por ser víctima. Los victimarios quieren ser víctimas. Es impresionante ver a la patronal del campo quejarse porque iban a realizar inspecciones para terminar con la esclavitud. Esto afecta a prácticamente todo. En el Congreso, la ultraderecha quiere ser la víctima. Se nos quiere hacer pensar que hay una agenda diseñada que tiene como fin atacar al hombre blanco hetero.
Creo que el comportamiento de los heterosexuales blancos pasará a la historia como uno de los más patéticos. Esto no quiere decir que no sea cierto que están sufriendo un retroceso, pero no en términos de derechos, sino de privilegios. De todos modos, cualquier proceso de obtención de derechos civiles y políticos siempre conlleva «daños colaterales», pero hay que ser prudente a la hora a la hora de decir que eres víctima de no sé qué, porque no es así. Una reacción puntual no es una opresión estructural.
Yo soy muy defensor de la corrección política, porque es una forma de establecer censura social sin necesidad de leyes. No se trata de que un chiste sea ilegal, porque la ley no está para esto. Se trata de que por hacer un chiste que se encuentra fuera de los consensos éticos del momento puedas ser «cancelado».
Yo adoro el humor negro, pero te tienes que hacer cargo de las consecuencias. Fíjate, con todo lo que se promueve el individualismo, luego todos queremos ser víctimas y culpabilizar a otro. Y esto sí que es transversal, porque afecta también a la izquierda. El victimismo de la gente que históricamente ha estado en una posición privilegiada es reaccionario.
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