Eloína Terrón Bañuelos: “La mitad de la historia permanecía oculta, invisibilizada por un patriarcado que olvidaba consciente y deliberadamente el papel de las mujeres”

Entrevistamos a Eloina Terrón Bañuelos, documentalista, escritora, activista y profesora.

Por Sol Gómez Arteaga | 8/10/2024

Empezaste en política muy joven y, en muchos sentidos, fuiste pionera: Primera concejala en el municipio berciano de Fabero tras la instauración de la democracia; más tarde, en 2011, única portavoz y concejala del grupo municipal de IU en el ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo (cuadruplicando los resultados en las elecciones de 2015); desde diciembre de 2016 hasta mayo de 2019 coordinadora Provincial de IU de León.

Desde esa amplia trayectoria política y con una visión retrospectiva ¿crees que la política ha cambiado de cuando tú empezaste al momento actual?

Mi participación política es el claro resultado de un proceso familiar y social. Nací en Fabero, una cuenca minera con mucha tradición de lucha obrera, política y sindical. La historia de esta zona está ligada, en el siglo XX, a la minería y a las luchas obreras. Ejemplo de ello es que, en 1933, en Fabero, se hace la revolución social y se proclama el comunismo libertario en el municipio.

Fue una cuenca minera con una gran fuerza para defender derechos sociales y para construir una sociedad más igualitaria, justa y culta. Ante el golpe militar de 1936, la resistencia de la población fue heroica, durante la guerra y más tarde con la resistencia guerrillera antifranquista. Posteriormente la dictadura estableció aquí un destacamento penal de presos republicanos para trabajar en las minas, lo que potenció que hubiera mucho intercambio de ideas entre los presos en el interior del penal, y entre las familias de los presos en el exterior un germen de resistencia que con el tiempo fue desarrollándose a nivel laboral.

Con la muerte de Franco y la llegada de la democracia, en 1979, se celebraron las primeras elecciones democráticas. Se presentan 3 listas electorales: en total 39 candidatos, de los cuales sólo 3 eran mujeres, pero ninguna salió elegida. En las elecciones de 1983, a los 25 años, formé parte de una candidatura electoral. Iba la 6º en una de las listas. Entre las 3 candidaturas políticas que se presentaban íbamos 3 mujeres solamente. Obtuvimos 6 concejales y concejalas por lo que entré a formar parte de la nueva corporación.

Entrar en política fue un hecho normal para mí, pues venía de una familia muy politizada, en la que los debates políticos eran un hecho muy cotidiano, casi diría que de lo que más se hablaba en mi casa y en la familia era de política. Y en la familia era habitual la participación en organizaciones políticas y sindicales y vecinales, en la clandestinidad, cuando fue necesario.

En esos momentos no resultaba extraña la escasa participación de las mujeres en las organizaciones políticas, pero las mujeres siempre estaban participando activamente con gran fuerza y energía en las manifestaciones obreras, en piquetes, en organizaciones vecinales, y en todas aquellas actividades para mejorar la vida de la comunidad. No encabezaban las candidaturas políticas o participaban poco en sindicatos (durante la dictadura tenían prohibido el acceso al trabajo), pero ellas estaban ahí y su aportación fue imprescindible y vital, eran el sostén y animo de todas las luchas políticas y laborales, aunque tuvieron escaso reconocimiento por ello.

La participación política activa la considero fundamental y un deber de ciudadanía. Considero que es tener el espacio, el tiempo, el lugar y la herramienta (la organización política) para pensar en lo común, luchar por el bien común y proponer aquellas medidas que consideraba importantes para hacer mejoras sociales. Es una responsabilidad social que es conveniente ejercer.

Desde 1983 hasta el momento actual creo que la política ha cambiado mucho, pues ha variado profundamente el contexto social. En aquel momento se estaba construyendo las formas de participación democráticas, los servicios públicos básicos, las administraciones que han dado lugar a la situación actual (Unión Europea, Administración Publicas más organizadas y establecidas). Tras la dictadura había en el ambiente una gran esperanza y necesidad de cambio. Había fervor y energía por la justicia social, por profundizar la democracia. Una disposición personal y social a transformar la sociedad y acabar con los resabios de la dictadura que aún pervivían y eso se vivía en los ambientes comprometidos social y políticamente donde yo me movía. Los procesos sociales que se iniciaron en este periodo lograron grandes avances en igualdad entre hombres y mujeres, asentar servicios públicos para toda la ciudadanía, fuerte preocupación y valoración por las necesidades de la infancia, la juventud, la vejez. Creo que los avances fueron muy positivos y entroncaban con aquella República de 1931, que luego fue sacrificada por la tragedia y el debacle de la dictadura franquista con sus políticas ligadas a una confesionalidad clerical retrógrada injusta socialmente, ligada a dar a poyo a los poderosos, antidemocrática y especialmente misógina.

Es por ello que en cuanto pude hice la apostasía, no quería estar ligada a este tipo de organización.

Como Secretaria Provincial de la Mujer y Políticas Sociales del sindicato CCOO de León, en abril de 2015 iniciaste la concentración cada lunes en la Plaza de Botines en León “Lunes sin Sol” cuando una mujer es asesinada por violencia machista, pidiendo un minuto de silencio, a la que en la actualidad se han incorporado multitud de asociaciones que conforman la plataforma contra la violencia machista. ¿Qué actuaciones crees que se deberían llevar a cabo desde distintas instancias (Estado, familia, ámbitos de la educación) para erradicar la lacra de la violencia física y psicológica que se sigue ejerciendo sobre las mujeres?

En 2005, como responsable de la secretaria de la Mujer y políticas sociales del sindicato de CCOO, era consciente como cada pocos días era asesinada una mujer y este hecho solo era noticia durante unos pocos minutos en los medios de comunicación. No se percibía que eso provocara un grave malestar social. Parecía que fuera asumido dentro de una normalidad negativa, triste, pesarosa, pero normalidad al fin y al cabo. Unos años antes había un periódico que se llama El Caso, donde se publicaban esos asesinatos con la coletilla de ‘pasional’, este adjetivo era suficiente para justificar dicho asesinato. Eran asesinatos hechos por amor, por mucho amor, un amor arrebatador que lo justificaba todo. Por eso, desde la organización (CCOO) debatimos como podía romperse esa “normalidad”, como podíamos contribuir a hacer visible el horror de los asesinatos de mujeres y, desde la responsabilidad que en ese momento tenía, hice un llamamiento a otras organizaciones ligadas a la lucha feminista o la preocupación por la igualdad entre hombres y mujeres para iniciar un movimiento que visibilizara y cuestionara esa “normalidad”. En principio, respondieron positivamente dos. Nos empezamos a reunir para ver qué hacer ante esta situación y, poco a poco, se fueron sumando otras. Se decidió hacer una concentración pública, sacar a la calle, denunciar y hacer públicos estos asesinatos, hacernos visibles quienes estábamos en contra de esta violencia. A la primera concentración, al hacer el primer manifiesto para denunciar esta violencia, se le llamó “Lunes sin Sol”, intentando hacer visible que un mujer es asesinada solo por ser mujer, por no aceptar el mandato de sumisión, que una mujer con todas las ganas de vivir no volvería a gozar de la luz del sol y la felicidad de la vida.

El hecho de hacer esta convocatoria supuso un cambio importante en la realidad cotidiana de la organización, en la consciencia de las personas. Al contar numéricamente los asesinatos-feminicidios, nos planteábamos ¿pero otra mujer más?, ¿pero cuántas asesinadas van? Y es entonces cuando se empieza a visualizar todo el drama, la vergüenza social e injusticia que hay detrás de cada uno de esos asesinatos. No se puede hablar de respeto a los derechos humanos cuando tantas mujeres son asesinadas todos los años por ser mujeres, en un país supuestamente desarrollado, culto, que se considera del primer mundo occidental y “civilizado”.

¿Qué se puede hacer actualmente? Seguir trabajando para desmontar el patriarcado. Quienes hasta ahora lo están desmontando son las mujeres, los cambios han venido de las mujeres. Pero es imprescindible que los hombres se impliquen. Que den un paso atrás en sus privilegios y un paso adelante en la lucha por la igualdad. Es decir, que ellos sean también responsables de hacer visible el patriarcado y atacarle.

El patriarcado es una estructura violenta: violenta contra las mujeres y niñas, con profundas raíces de complicidad entre los hombres, ligadas a la economía y al poder. Las mujeres son el botín o el negocio (sea la prostitución, la pornografía, el alquiler de mujeres para gestar, la violación como arma de guerra, etc., etc.)

Ahora se está produciendo el juicio del caso Pelicot, en que una mujer es sedada por su marido y luego la ofrece en internet para que varios hombres puedan acceder a violarla. Hemos visto múltiples fotografías de Helen Pelicot entrando o saliendo del juzgado, pues como ella dice, “la vergüenza tiene que cambiar de bando”, y ni una sola foto de los presuntos violadores y muy escasas de su marido en los medios de comunicación. ¿No es extraño? Que grandísima consideración se tiene con todos estos hombres, a los que siguen considerando como supuestos buenos vecinos, profesionales y padres de familia. ¿Por qué?

Tu trabajo relacionado con la Memoria histórica y su recuperación está muy presente en tu trayectoria sobre todo a través del género documental, con los documentales dirigidos por ti “Los campos del silencio” (2005); “Nanas sin pan” (2008); “Constructoras de derechos y utopías. Mujeres de la II República (2009); “La sombra de las ideas: Artistas víctimas de la represión franquista (2010). ¿Por qué elegiste este formato para visibilizar la memoria silenciada de las víctimas?

Mientras, realice varios Documentales sobre la Memoria Histórica, quizás porque a través de mi trabajo observaba que los medios audiovisuales eran una herramienta extraordinaria para recoger los testimonios de hombres y mujeres y contar la historia. Me gusta la tecnología que vincula la palabra y la imagen.

Elegí el formato de Documental pues quería dar voz y recoger testimonios directos de las y los protagonistas. Que su nombre no se borrara de la historia. Que pasaran de ser víctimas a ser protagonistas de la historia y de la memoria de la dignidad de este país. Porque son esas personas quienes han ido construyendo el futuro y las bases de una sociedad más justa y mejor. Esta fue la finalidad de los documentales que realicé sobre la memoria histórica, para llegar a las nuevas generaciones y que no les siguieran robando la memoria de su pasado, porque tienen derecho a la verdad.

Es cierto que llegué un poco tarde, pues una gran mayoría de las personas ya habían fallecido. Pero fuimos la generación de las nietas y los nietos los que empezamos a recoger los testimonios directos de las personas que habían construido y luchado por los derechos en la II República, quienes sufrieron la represión por su lucha por la justicia social y quienes mantuvieron la lucha antifranquista desde la base. Ellas son las auténticas protagonistas de la historia y quería darles ese protagonismo.

El documental “Constructoras de derechos y utopías. Mujeres de la II República (2009) trata de las mujeres que no aceptaron el orden establecido y tomaron la palabra y participaron en igualdad para construir un orden más igualitario y justo durante la II República. Hablanos para Nueva Revolución de dicho documental (de dónde surge la idea o necesidad de hacerlo, qué cuenta, qué se busca, porque hay que seguir reivindicando la figura como constructora de derechos y utopías en la República).

El tercer documental que realicé fue “Constructoras de Derechos y Utopías, Mujeres de la II República”. Para realizar los dos anteriores tuve que investigar y leer muchísima documentación, buscar mucha información histórica, pues la investigación sobre la memoria histórica empezaba en ese momento. En esas lecturas y búsqueda de información descubrí que había habido grandes mujeres cuyas historias habían quedado en la cuneta del olvido. Que las mujeres habían participado activamente en organizaciones sindicales y sociales. Que habían creado sus propias organizaciones para avanzar en el proceso de igualdad entre hombres y mujeres; analizaban, debatían, proponían y hacían realidad leyes para avanzar en derechos. Que no habían estado sumisas esperando que se les resolvieran los problemas, sino que habían tomado la iniciativa, habían hecho huelgas, manifestaciones, habían escrito libros, habían reflexionado sobre la condición de las mujeres y la habían denunciado, no solo a nivel internacional, sino que en España teníamos grandes referentes que habían sido silenciadas y perseguidas por romper con ese papel tradicional donde se las quería encasillar, ser un empuje y estímulo para otras mujeres y confrontar con la sociedad machista y clerical de aquel momento. Así conocí y leí a Margarita Nelken, a Clara Campoamor, a Federica Montseny (la primera ministra europea, que la tuvimos en España y no se le da ningún valor), a Victoria Kent, a Carmen de Burgos, a Dolores Ibárruri, Amparo Poch (directora de Asistencia social en el Ministerio de Sanidad entre 1936 y 1937) … Me di cuenta que la mitad de la historia permanecía oculta, invisibilizada por un patriarcado que olvidaba consciente y deliberadamente el papel de las mujeres y que reproducía una historia en los libros de texto, en la historia y en la formación de las futuras generaciones que negaba el protagonismo y el papel de las mujeres.

Leer el libro de Margarita Nelken, La Condición Social de la Mujer en España, o Porqué hicimos la revolución fue un verdadero descubrimiento y placer. O conocer los cambios extraordinarios que introdujo Victoria Kent como Directora General de Prisiones. También conocer a una de participantes y constructoras de la organización Mujeres Libres, me permitió entender que las mujeres pueden aportar otra visión del mundo, construir otro futuro. ¡Y que ellas fueron capaces de hacerlo!

Las mujeres de esa época, algunas con formación y otras casi sin saber ni leer ni escribir, nos trajeron hasta aquí. Y somos deudoras de la igualdad que se ha ido construyendo sobre los pilares que ellas iniciaron y siguieron de sus antepasadas y por la que seguimos impulsando, poniendo propuestas y hechos para avanzar hacia la igualdad de derechos, responsabilidades, oportunidades entre mujeres y hombres.

La Constitución de II República Española sigue siendo para mí de un avance extraordinario: España renuncia a la Guerra como instrumento de política nacional; la declaración de aconfesionalidad del Estado; la enseñanza laica; y todos los derechos que posteriormente, en ese corto período de tiempo, se consiguieron. Me parece que es un periodo portentoso para la época, y aquellas mujeres y hombres lo construyeron: el derecho al divorcio, la investigación de la paternidad, el voto de las mujeres, derechos laborales, la Asistencia Social, derecho a la interrupción voluntaria del embarazo (ya en plena guerra y que no pudo hacer realidad).

Esa frase que el 15M puso en vigor posteriormente, en esa época se hizo realidad: “Si se puede”.

¿Qué crees que podemos hacer como sociedad frente a la desmemoria y la negación y tergiversación de nuestra historia más reciente, así como frente al auge del fascismo?

Ahora estamos viviendo un auténtico retroceso. El auge del neofascismo actual está ligado al capitalismo neoliberal. Solo importa el beneficio económico, el individualismo atroz, no se considera el bien común como un fin esencial. La competencia se ha vuelto total y violenta y la exacerbación de la violencia se produce en todos los campos: mediático, simbólico, físico, etc. A lo que se suma la creación de miedo que continuamente se está transmitiendo y amplificando. No se puede ignorar que cuando se tiene miedo se busca al más fuerte, al guerrero, para que te salve. Hemos tenido muchas experiencias históricas donde se entregan los principios y valores éticos, se abdica de los derechos humanos, se suprime la libertad para que un dictador nos salve de ese terror creado, de ese miedo que nos paraliza. La elite mundial poderosa, que luego se reproduce a las distintas escalas nacionales, continuamente están creando enemigos que nos pueden atacar, invadir, conquistar, masacrar: sean los árabes, los inmigrantes, los rusos o los chinos… y adjetivan esta realidad construida de forma maniquea: los malos/ los buenos. El objetivo es que estemos en perpetuo estado de zozobra, y cedamos nuestra libertad y nuestros derechos a cambio de la seguridad que nos dará una autoridad fuerte, un líder.

El problema de fondo es que estamos en un sistema neoliberal y en una sociedad de mercado donde solo importa el beneficio económico. Para mí este es el gran problema: el capitalismo neoliberal actual que solo piensa en el beneficio económico de los accionistas: hace guerras, fabrica armas, mata por hambre, por sed, contamina el agua, echa contaminantes a los alimentos, saquea el planeta, establece mediante leyes a su medida las formas de acumulación de la riqueza en manos de unos pocos. Por ello la acumulación de poder político, mediático, cultural, académico, es vergonzosa, obscena y un atentado contra los derechos humanos y el bien común. Han conseguido que renunciemos a preguntamos el porqué de los hechos y nos contentemos con saber el qué. Por eso tenemos que organizarnos. Para mí, el debate colectivo, el análisis colectivo, es vital. Yo solo veo la salida a través de organizaciones que perduren en el tiempo, en donde los militantes mantengan las luchas sociales a lo largo del tiempo, que vayan tejiendo redes internacionales de solidaridad y apoyo que se enfrente con el poder del capital que no tiene fronteras y que se organiza a nivel mundial. Por eso sigo militando políticamente, sindicalmente, socialmente. Es con otras y con otros como podré dar pasos adelante. Aunque sean pequeños, todos son necesarios.

El tema de la educación lo conoces bien pues compatibilizaste tu labor política con tu trabajo profesional como Profesora Técnica de Servicios a la Comunidad en la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León, desempeñando tu labor, entre otros lugares, en el Equipo Específico de Orientación Educativa a la diversidad auditiva de la provincia de León. Tienes multitud de publicaciones relacionados con el campo de la educación y, en concreto, sobre los video-juegos en relación a la violencia y los valores educativos. ¿Qué conclusiones extrajiste cuando indagaste este tema?

Durante ese tiempo seguí trabajando en el ámbito educativo. La escuela es, con otras instituciones, un aparato de reproducción social e ideológica, de reproducción del patriarcado, de la desmemoria… a no ser que sea crítica, a no ser que se plantee cuestionar la realidad heredada, la normalidad asumida e impulsar la transformación de esa realidad para construir un mundo más justo y mejor. Como profesional de la educación me planteé analizar cómo esa realidad influye, condiciona y educa a la infancia y a la juventud y ofrecerle herramientas para comprenderla y transformarla desde una visión crítica y comprometida con los derechos, las libertades y el bien común. Por eso, con otros compañeros y compañeras del ámbito educativo, decidimos realizar una investigación para analizar una herramienta que los niños y los jóvenes utilizan tan a menudo: los Videojuegos. Y nos encontramos con que éstos son también un mecanismo de reproducción de del sexismo, la competitividad, la violencia y aquellos contravalores que pretendemos cuestionar en la educación. Nos dimos cuenta que los avances tecnológicos traen incrustados el germen de la desigualdad de clases, de sexos, y de etnias. Cuando analizamos, en sucesivas investigaciones, los libros de texto, o el acceso a cargos directivos en los centros educativos, en función del sexo de las personas, vimos que esta es una constante en el modelo de socialización de las futuras generaciones y que no se estaban tomando medidas para prevenir el sexismo y combatir el patriarcado. Por eso nos comprometimos en la elaboración de materiales educativos que contrarrestaran esa educación sexista que pervivía y se mantenía a través de estos materiales.

Era un trabajo en una doble dirección. Por una parte analizar, reflexionar y deconstruir el sexismo. Y, por otra, elaborar alternativas, en busca de esa educación trasformadora de la sociedad y no mantenedora del estatus quo vigente.

Volviendo sobre la recuperación de la Memoria, ¿qué les dirías a las generaciones jóvenes en materia de Memoria Democrática?

A las generaciones más jóvenes les diría que nos han robado la historia, que han tergiversado la realidad, y que somos/son hijos e hijas bien educadas por el fascismo, el neoliberalismo y el patriarcado, pero la lucha de clases existe, el patriarcado pervive y el neoliberalismo nos conforma nuestra mentalidad cada día. Es decir, el capitalismo patriarcal les afecta y tendrán que pelear constantemente por sus derechos, porque los derechos no se conquistan de forma inalterable y permanente, puesto que cada día quienes quieren mantener sus privilegios tratan de erosionar y hacer retroceder los derechos y la justicia social conquistada.

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