Entrevistamos a Cuco y Luisa Pérez, que recuperan las canciones de los refugiados españoles en los campos de concentración franceses con su espectáculo Allez, Allez!
Por Angelo Nero
“Allez, allez…!” eran las palabras con que los gendarmes franceses recibían a aquellos miles de republicanos, combatientes que habían emprendido el camino de la frontera tras la derrota, pero también mujeres y niños, familias enteras que abandonaban su país, escapando de la represión franquista.
“Allez, allez…!”, seguir, pero, ¿hacia dónde?, a muchos de ellos les esperaban los terribles campos de concentración de Gurs, Rivesaltes o de Argelès-sur-Mer, en algunos casos antesala de los campos de exterminio nazis.
“Allez, allez…!”, continuar, no detenerse, no mirar atrás… Pero el pasado nos conforma, es parte de nuestro presente, y por eso siempre regresa, aunque sea en forma de canciones. Canciones como las que rememoran los hermanos Luisa y Cuco Pérez, que forman parte de nuestra Memoria Antifascista, y que recogen en un espectáculo que, como no, bautizaron como “Allez, allez…!”, y que también recogen en un disco-libro.
¿Cómo surgió este proyecto?
Hay dos momentos clave en la gestación del proyecto. Uno es el primer viaje con nuestra madre en los que descubrimos los lugares y los campos de concentración (algunos permanecen aún) en los que estuvo la familia y un segundo momento en la inauguración del Museo Memorial de Rivesaltes, en la que nos encontramos con algunos supervivientes que recordaban las mismas canciones que nuestra madre.
¿También en ese camino del exilio que realizaron miles de republicanos estuvo parte de vuestra familia?
Sí, nuestra familia también formó parte del exilio. En el concierto relatamos su salida desde Madrid y su estancia en Cataluña, su paso a pie por los Pirineos y todo el periplo por distintos campos de concentración franceses. El abuelo era maestro nacional y, por lo tanto, enemigo de los sublevados. A su regreso, sufrió el proceso de depuración que se aplico a todos los maestros.
Vuestro espectáculo es un viaje musical hacia esa España que se vio obligada a refugiarse en el país vecino tras la victoria del fascismo, pero también es un viaje audiovisual, que trasporta al público a aquella tragedia colectiva. ¿Era importante para vosotros reforzar las canciones con imágenes, para que realmente quién asista a una función de “Allez, allez…!” se ponga en la piel de aquellos refugiados?
No sólo es importante, es que además en las imágenes del concierto hay muchas fotos personales que cuentan la historia de nuestra familia. Si unimos ambas cosas, el público tendrá una visión directa de un caso real y le hará sentirse más cerca del relato.
“Allez, allez…! Cancionero de los refugiados españoles en los campos de concentración franceses 1939-1942”, recoge vuestro repertorio musical, pero ¿qué material adicional nos vamos a encontrar en este disco-libro?
He de hacerte una puntualización: no es «nuestro» repertorio sino que son canciones originales e inéditas recogidas de los supervivientes y de nuestra madre, compuestas en los campos de concentración; además, como material adicional, en el libro-disco aparece la historia de nuestra familia que es la misma que la de miles de españoles que se vieron obligados a salir de su patria, el relato de nuestra investigación, los datos de los informantes y algunas letras para las que no hemos encontrado la música original. Además también contiene el AUCA DEL REFUGIADO, creado en 1944 por las Brigadas Internacionales. Y muchas fotografías.
Parte de estas canciones que se popularizaron entre los que emprendieron el camino del exilio en Francia, aprovecharon melodías que ya eran conocidas antes del comienzo de La Retirada, como los tangos y habaneras que llegaban de América, o incluso fragmentos de zarzuelas. ¿Ésta fue la fórmula para que estas canciones se conocieran rápidamente y formaran la banda sonora de ese doloroso exilio?
Efectivamente, la mayor parte de las canciones que hemos encontrado utilizan melodías ya conocidas a las que cambian la letra. Esto facilitaba la difusión entre los refugiados porque ya conocían la melodía, aunque también hemos encontrado algunas canciones cuya música no hemos conseguido identificar. Por otro lado podríamos hablar del caso concreto de “Alé, alé, reculé..”, del trompetista cubano Julio Cuevas, también prisionero en Argelès, para la que compuso música y letra original. Una rumba pegadiza que pronto se aprendieron los refugiados. El descubrimiento de esta partitura es una historia rocambolesca que merece capítulo aparte….
Para un trabajo como éste, imaginamos que hay una investigación muy importante detrás. En cierto modo, también un viaje hacia esa memoria familiar, pero también a la memoria colectiva de un pueblo y de una generación. ¿Cómo fue ese viaje en el que conseguisteis recopilar ese puñado de canciones y de imágenes?
Un “viaje” magnífico, en todos los sentidos de la palabra. Una experiencia absolutamente gratificante por muchas razones. Por un lado los viajes materiales que hicimos a Francia con nuestra madre a los lugares en los que estuvo internada la familia nos hicieron tomar conciencia real de lo que habían vivido y sufrido; un episodio que siempre nos había contado pero que nosotros nunca habíamos alcanzado a entender muy bien. Por otro lado el encuentro, años más tarde, con otras personas que vivieron la misma situación que nuestra familia, que nos cantaron las mismas canciones que cantaban nuestra madre y nuestra abuela, y que nosotros no supimos nunca de dónde venían. Fue un descubrimiento emocionante que nos ha unido con “otra familia”.
En estas canciones está la amargura de la derrota, la nostalgia por la tierra que queda atrás, pero también hay mucha ironía, y ganas de buscar refugio en la música, de arrancar algún destello de alegría. ¿Es este también un recorrido emocional, por todos aquellos estados de ánimo que tuvieron que pasar los hombres y mujeres que habían apostado por la República, y a la que se le habían roto los sueños de una España mejor?
Efectivamente, en el conjunto de canciones que hemos recogido se ven reflejados los estados de ánimo de los refugiados. Sin embargo, hemos observado que hay una tendencia a compartir el dolor tratando con ironía la situación, y aunque las canciones hablan de piojos, frío, hambre, maltrato, desamparo,.. el hecho de cantarlas todos juntos y añadir humor al sufrimiento, hacía que la situación fuese más soportable. Un claro ejemplo es la canción “les voy a contar, señores” que tiene todos los ingredientes que acabamos de describir y añade un estribillo colectivo para invitar a la participación.
Para el prólogo del libro habéis contado con Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). ¿Cómo valoráis el trabajo de esta asociación y del movimiento memorialista en general?
Es importante no olvidar. Un país se construye sobre los cimientos de su historia, y si hay una parte que se desconoce o se oculta, esa sociedad no va a avanzar. La tarea que hace la ARMH nos parece fundamental, no solo por lo que han conseguido hasta ahora sino por su labor diaria que nos ayuda a recordar. Por inercia, la sociedad se vuelve olvidadiza. Hay que conocer para poder opinar, y creemos que todavía queda mucho por conocer y por hacer.
Y, por otra parte ¿no consideráis que es una anomalía que, cuarenta años después de acabar la dictadura, todavía tengan que existir asociaciones como la ARMH, ante la falta de Verdad, Justicia y Reparación?
Es una anomalía que todavía hoy haya familias que no hayan podido enterrar a sus muertos y además una parte de la sociedad no comprenda esta situación e intente que se olvide y se haga borrón y cuenta nueva. Se hizo una transición en la que muchos de nuestros gobernantes pasaron de ser maquinaria de la dictadura a ser demócratas “de toda la vida”, a condición de no tocar el pasado. Para sanear hay que limpiar las heridas. En lo que no se consiga, estas asociaciones son absolutamente necesarias.
Allez, Allez…!!! no es el único espectáculo de Luisa y Cuco Pérez, sino que tenéis todo un universo musical y escénico en vuestras maletas: “Mondongo Swing”, “Al margen de las divas”… ¿Qué se encuentra el público en estos otros proyectos o en otros paralelos, como el que tiene Cuco con Geni Uñón en “Clásicos de cine y circo”?
Luisa y yo llevamos décadas dedicados a la música de manera profesional. Hemos formado parte de distintos grupos y colaboramos con multitud de artistas. “Allez, allez..!” es nuestro trabajo más personal, en el que nos hemos implicado emocionalmente, pero tenemos otras formaciones de estilo muy distinto. Por ejemplo, Mondongo Swing es un espectáculo cabaretero, lúdico y divertido, en el que homenajeamos a las grandes cantantes populares del siglo XX, como Edit Piaf, Marlene Dietrich, Paquita la del Barrio o La Lupe. Lavanda del Lavadero, junto a Gema Rizo, es otro espectáculo distinto, casi didáctico, exclusivamente de danzas y canciones relacionadas con el oficio de las lavanderas. Clásicos de Cine y Circo, con Geni Uñón, es lo que su nombre indica: un concierto instrumental (vibráfono y acordeón) de bandas sonoras de películas muy conocidas y melodías clásicas que siempre hemos escuchado en las pistas circenses, como la Danza del Sable, de Khachaturian (1942), o la Entrada de los Gladiadores, de Julius Fucik (1897).
Habéis actuado en el Teatro Fernán Gómez, en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque, en Madrid, pero también habéis recorrido la geografía del estado, tocando en sitios más pequeños, como en la reciente gira que habéis realizado por Galicia. ¿Cuál ha sido la respuesta del público a este espectáculo que interpela a una memoria que a muchos se les antoja lejana?
La respuesta del público, incluso de tinte más “conservador”, siempre ha sido magnífica. Hemos hecho decenas de conciertos de “Allez, allez..!” y en todos, sea en grandes auditorios y teatros o en salas pequeñas, cuando bajamos del escenario hay mucha gente esperando; unos para contarnos alguna historia sobre algún familiar que vivió condiciones parecidas a las de nuestra familia y otros para felicitarnos por la labor divulgativa que hacemos.
Realmente no es una memoria tan lejana, ya que todo lo que contamos en el concierto le sucedió a nuestra familia directa; lo que ocurre es que algunos nos quieren vender la idea de que son cosas del pasado que ya no tienen importancia. Es un discurso cobarde y manipulador. Por supuesto que es importante saber la historia de la que se ha hablado poco o nada. Fuera de nuestras fronteras se encuentran exiliados y descendientes de exiliados españoles que se han sentido olvidados por nuestra democracia después de haber luchado por la libertad y contra el fascismo. Y además, en nuestro país, hay miles de personas que continúan buscando los restos de sus familiares en cunetas y en fosas comunes. No se trata de reabrir viejas heridas sino de cerrar las que permanecen abiertas hasta hoy mismo, y de reconocer y explicar la historia tal como fue.
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