El propio Mussolini había declarado que las urnas habían dado una “contestación inequívoca”, y que ya no se podía dudar más de que contaban con el consenso de la nación
Por Eduardo Montagut
El Partido Socialista Unitario o PSU se formó en 1922 como una escisión de signo reformista del Partido Socialista Italiano, de la mano de dos destacados líderes, Filippo Turati y Giacomo Matteotti, después de haber sido expulsados. Matteotti se destacó después de las elecciones del 6 de abril de 1924 por criticar con dureza la forma en la que se habían desarrollado las mismas en medio del terror fascista. Eso provocaría que fuera asesinado en junio de 1924, suponiendo un antes y después en el ascenso y consolidación del fascismo en Italia, con la retirada del Aventino y el fin de los partidos políticos y la democracia.
Pues bien, posteriormente a estos hechos el Partido siguió en la clandestinidad y publicó un libro sobre las elecciones, acerca de cómo el fascismo conquistó “la mayoría” en dichas elecciones. En España, dicho libro fue comentado en la prensa socialista por Francisco Núñez Tomás, destacado tipógrafo y periodista, a través de una columna publicada en junio de 1925 con el significativo título de “los crímenes del fascismo”.
Para Núñez Tomás se trataba de un libro revelador, continuación del discurso de Matteotti, que había pronunciado en la Cámara el 30 de mayo de 1924 y donde había expuesto algunos de los hechos protagonizados por los fascistas en los comicios. Aquel discurso, como hemos apuntado y es de todos conocido, le costó la vida.
El libro era voluminoso, de unas 214 páginas, y sin nada de literatura, sino que constituía una exposición de hechos, escuetamente presentados y comprobados, donde se apuntaba el nombre y filiación de la víctima, localidad donde había ocurrido el suceso y las consecuencias que había tenido. El libro comenzaba consignando los resultados oficiales de las urnas del 6 de abril de 1924, atribuyendo 4.691.006 votos a la “lista nacional” y a la “lista bis”, 2.481.368 votos, y que aglutinaba a todos los partidos de la oposición. En virtud de la ley electoral hecha por Mussolini el fascismo, ante estos resultados, se atribuyó 356 actas de diputado, es decir las dos terceras partes del total, dejando al resto de partidos con 179 escaños.
Después el documento entraba en los que se podían denominar “crímenes electorales” del fascismo, catalogados por su naturaleza y circunstancias bajo la siguiente tipología: -La violencia legal-Abstención o intervención-Un millón de delitos electorales-Violencias antifascistas y represalias fascistas-La libertad municipal-La libertad obrera-El método de amenaza-La presentación de las listas-A la amenaza siguen los hechos-Los candidatos-La libertad de prensa-El material electoral-La libertad de reunión-La libertad de pensamiento y de palabra-Los secuestros de personas-El derecho de circulación-Los destierros-La inviolabilidad del domicilio-El derecho de asociación-“San Benito Palermo”-Homicidios frustrados-Los homicidios-“Aterrorización” colectiva-Crímenes diversos-Los daños materiales-Las meses electorales-Los certificados de elección-El secreto del voto-Voto prohibido y voto exigido-Otros casos relativos a las votaciones y a los escrutinios-Las puniciones electorales.
Bajos estos títulos se refería un enorme balance de hechos condenables. Sin embargo, Núñez Tomás recordaba que el día 7 de abril los prohombres del fascismo habían proclamado la limpieza de su victoria electoral. El propio Mussolini había declarado que las urnas habían dado una “contestación inequívoca”, y que ya no se podía dudar más de que contaban con el consenso de la nación. Del libro, afirmaba Núñez Tomás, se sacaban cuatro conclusiones: El régimen fascista era un régimen de violencia, pero también de “insinceridad y de fraude”. Los caracteres del régimen fascista se manifestaron en las elecciones, que habían sido violentas y fraudulentas. Si se hubieran producido unas elecciones dignas el resultado no habría sido el que había proclamado el fascismo. El fascismo no poseía en abril de 1924 ni en el presente el consenso del país, y si permanecía en el poder era por el uso sin límites y sin escrúpulos de la violencia y el engaño. Pero todo eso, se nos explicaba en el comentario de la obra, no se podía expresar en Italia. Y prueba de ello era lo que le había ocurrido a Matteotti, que había osado decir todo eso en la Cámara de Diputados. En conclusión, el “documento político”, La libertá di voto sotto il dominio fascista era un libro revelador.
Hemos consultado el comentario en el número del 18 de junio de 1925 de El Socialista.
Se el primero en comentar