El precio de una guerra que nos desangra

la guerra contra Rusia no solo supone la ruina económica de la UE, la hambruna en gran parte del planeta y el grave riesgo del invierno nuclear; terminó con la libertad de información en la UE

Por Remedios Copa

Cuando la OTAN en momentos tan delicados opta por seguir fomentando la guerra contra Rusia, “aún a costa de pagar un alto precio”, como declaran ufanos en lugar de emplear toda su capacidad y esfuerzo para negociar la paz, continúa en la línea de la provocación y la huida hacia adelante, quienes la componen demuestran con ello que los ciudadanos no importan pero también lo pésimos gobernantes que son, incapaces de hacer política porque han renunciado de antemano a la diplomacia, imperativo en cualquier negociación.

Enviar armas y dinero solo prolongará las matanzas entre ambos contendientes y tomar posturas de fuerza agrava la situación y arruina cualquier intento de negociación razonable. Así viene sucediendo cada vez que se trata de hacer un acercamiento al diálogo para terminar la guerra. Están cansados de decirnos que Putin no quiere negociar, aunque Putin esté cansado de ofertar el diálogo y que cualquier aproximación se rompa por provocaciones y desatinos. Si no se sientan a negociar con él en momentos tan graves como este, lo que demuestran es que quienes no quieren negociar la paz son otros. De hecho, esa narrativa y la de que el de Rusia fue un ataque no provocado la destruye Angela Merkel en la entrevista realizada por Der Spiegel. Argumenta que cuando se destruyeron los acuerdos de Minsk faltó voluntad y liderazgo en el Consejo Europeo para negociar con Putin. Coincide con otros, incluso militares que ocuparon altos cargos en la OTAN, de que ese desenlace era el que las circunstancias hacían prever.

Por algo los 269 miembros de la OTAN reunidos en Madrid han reconocido que la guerra se va a prolongar aun mucho tiempo y el 2% del gasto militar era simplemente un mínimo a aportar, avisa Stoltenberg, “aunque suponga duros tiempos para muchos”. Por cierto, Zelenski también participó de la reunión, expresando sus exigencias mediante videoconferencia como han mostrado los medios de comunicación. Algo inaudito, pero cada vez tienen más credibilidad quienes afirman que es él quién marca la agenda y en la suya no está negociar.

Cada vez son más las personas que se manifiestan contra esa guerra y contra la OTAN, pero los gobernantes están a lo suyo sus oídos sordos para el pueblo. La respuesta es silenciar esas protestas en los medios de comunicación todo lo posible y preparar medidas cada vez más punitivas contra manifestaciones que se aparten de la línea oficial dictada por los intereses de los más poderosos, orquestada por la OTAN y difundida por la mayoría de los medios de comunicación de occidente, repetida machaconamente por los tertulianos que viven de dichos medios.

No es sorpresa alguna que la OTAN y la UE montasen esta farsa de renovación de su unidad frente a Rusia y la disposición a pagar el precio que haga falta, jugada perfecta para abortar cualquier posible negociación. Está claro que no quieren negociar y quieren a Putin arrodillado, nos cueste lo que nos cueste a todos. Y ese precio puede ser la vida, incluso sin estar en Ucrania ni en el frente de batalla.

Si observamos el vuelco al tratamiento dado en los medios de comunicación al misil que mató a dos ciudadanos polacos, era claro que detrás del cambio había una vuelta de tuerca por alguna razón. Recordemos: Ucrania acusa a Rusia de disparar el misil sobre Polonia, (muy buena estrategia de presión para que la OTAN entrará en guerra con Rusia), pero Polonia lo pone en duda; Rusia dice que en ningún caso tuvo intención alguna de atacar a otro país fuera de Ucrania y pide una investigación. Pronto declaran Polonia, la U E y la OTAN que el misil había sido disparado por Ucrania. Esto se difundió también en los medios de comunicación españoles. Pero días después, al menos en una cadena de televisión, la conductora del programa volvía a hablar del misil disparado por Rusia y el grave peligro que corremos todos porque nos puede atacar en cualquier momento. Esto ocurría en las vísperas de la reunión de la OTAN en Madrid. Los medios suelen anticipar lo que luego será el discurso. Decía que el misil era de fabricación rusa. Y así pudiera ser, si como tal se verificara, porque Rusia fabrica y vende armas, al igual que otros países de la OTAN, y en su día comerciaba con Ucrania. Lo que parece cierto es que se trata de un S300. En cualquier caso, es de dominio público que el descontrol con las armas en Ucrania en algún momento ha preocupado incluso a la OTAN, porque parte del armamento enviado estaba en destino desconocido y se sospechaba de posible tráfico ilegal de armas.

Lo que está claro, entre otras cosas, es que la guerra contra Rusia no solo supone la ruina económica de la UE, la hambruna en gran parte del planeta y el grave riesgo del invierno nuclear; terminó con la libertad de información en la UE. Ahora solo recibimos la información de un bando y filtrada y la del otro está vetada. La difusión de bulos está a la orden del día y, como afirma el periodista Bruno Carvalho, que lleva varios meses en la parte del Dombás, esta guerra será estudiada como máximo exponente de manipulación informativa; es decir, aplicación de técnicas de desinformación masiva. Se han cerrado varios canales de información y medios considerados hostiles. Hay periodistas encarcelados y muchos autocensurados por miedo y el español Pablo González continúa encarcelado en Polonia y en situación incierta.
Si esto ocurre con la información en Europa, no es difícil imaginar lo que ocurre en Ucrania. Es evidente que ambos contendientes en una guerra tratan de ganar la narrativa. Sin embargo, Carvalho decía no haber sido obstaculizado por el ejército ruso y que lo único que trataban de evitar era que se metieran en zonas de alto riesgo que estaban siendo bombardeadas en ese momento.

Está bastante claro que Zelenski se siente empoderado por occidente y según opinión de algunos militares y expertos en geoestrategia, ahora él es quién le está marcando la agenda, obviamente no estaba a favor de negociar con Putin como se le estaba pidiendo y así lo manifestó; lo que Zelenski quería era mayor apoyo de la OTAN, tanto con armas como económico. Y a veces los incidentes no son accidentes si no que tienen su propia intención.

Dice un proverbio, árabe si no recuerdo mal, que cuando enseñas a alguien a manejar el arco puedes terminar siendo el destinatario de la flecha.

Ninguna guerra se gana porque pierde siempre el vencido pero también el vencedor. Mejor sería parar cuanto antes esta locura que nos está desangrando a todos, no solo a Rusia y Ucrania, también al resto, aunque de momento ellos dos sean los que presenten más cadáveres directamente vinculados a la batalla. Una batalla que tristemente se está librando entre dos pueblos con origen común. Ucrania formó parte de la Unión Soviética como república federada desde el año 1921 hasta el 1991, cuando se produjo la disolución de la URSS y previamente, en el siglo XVII, gran parte de lo que hoy es Ucrania fueron provincias del imperio gobernadas desde San Petersburgo. Ucrania y Rusia comparten el estado eslavo oriental como germen de sus raíces culturales. Esa es la razón por la que el presidente ruso, se ha referido a ambos países en repetidas ocasiones como “un solo pueblo”, aunque hayan avanzado de forma diferente generando cultura propia. Todavía hoy en el oeste ucraniano el 80,1% de la población habla solamente ruso y solo el 12,1% habla principalmente ucraniano, pero aún así, ahora hablar ruso está prohibido por el Gobierno.

Argumenta Zelenski que se debe admitir ya a Ucrania en la U E porque compartimos todos los mismos valores y somos iguales. Miedo da qué tal cosa se haga cierta, porque una cosa es estar en contra de la invasión de cualquier país, pero otra es compararse a día de hoy con países dónde existen elecciones libres y parlamentos compuestos por ideologías diversas, mientras que Zelenski expulsó de sus escaños a políticos elegidos por el pueblo, cerró medios de comunicación en el país, encarceló, (o algo peor, según algunos), a disidentes, tiene integrado en su ejército al batallón Azof compuesto por neonazis, su gobierno está lleno de oligarcas aunque él solo ve mal a los oligarcas rusos «que rodean a Putin». Así que decir que ya somos todos iguales en Europa es bastante despropósito, al menos por ahora, porque si seguimos por este camino…

Pero de momento, no es precisamente a occidente a quien más se parece Ucrania. Y en cuanto a su ingreso en la UE hay que decir que una cosa es el apoyo en su esfuerzo bélico y otra muy distinta asumir todos los problemas derivados del hecho de que un país en guerra inicie el proceso de adhesión. Iniciar el proceso en esta situación suscitaría preguntas de otros países que han visto sus solicitudes congeladas por su inestabilidad política; o el caso de Turquía cuya solicitud ha quedado prácticamente congelada por el temor a un retroceso en materia de Estado de Derecho y Derechos Humanos. Parece que también existe la preocupación de que Ucrania esté muy lejos de cumplir los criterios de Copenhague en un futuro próximo.

Lo cierto es que esta guerra está resultando un acelerador de muchas cosas y ninguna buena. Los 13 millones de ucranianos refugiados, (sobre todo mujeres y niños, porque los hombres no pueden salir, cosa que solo parece grave cuando es Putin quien recluta), sufren la separación de los suyos y viven con la inquietud de no saber tan siquiera cual está siendo su suerte en el día a día, o si habrán muerto en el frente, y ver al país destrozado; no creo que eso sea lo deseable para Ucrania. De las miserias y los daños que pueden estar sufriendo los rusos aquí poco nos cuentan, pero seguro que también los padecen. Del terror que puede estar viviendo Crimea cuando se habla de que se anexione de nuevo a Ucrania tampoco se habla, pero es de suponer que el miedo a ser alcanzados por la guerra exista y tampoco consta que se les haya consultado sobre su voluntad al respecto.

Pero aparte del sufrimiento humano, la pérdida de vidas, el desastre económico, el despilfarro de recursos y la contaminación que está suponiendo para el planeta y que agrava el calentamiento global y la crisis climática, (las fugas de gas del sabotaje a los gaseoductos Nord Stream liberaron a la atmósfera cientos de miles de toneladas de metano, un gas de efecto invernadero 80 veces más potente que el CO2), y la hambruna que se está desatando, son daños que nos están afectando a todos los europeos y al planeta en su conjunto.

Y volviendo al «ya somos todos iguales» es evidente que, aunque aún sea minoritario, el fascismo está creciendo en Europa. Aunque todavía no lo haya conseguido, la extrema derecha en algún país europeo ya pretende que se ilegalicen partidos con representación parlamentaria fruto de elecciones libres.

Y esto me hace pensar en lo que Fidel Castro afirmó en el año 1992: “La próxima guerra en Europa será entre Rusia y el fascismo, solo que el fascismo se llamará democracia”.

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