El infierno de las mujeres “caídas”. Mano de obra esclava en Irlanda

Mujeres doblando sábanas en una escuela de aprendizaje, en Dublin.

Por Miguel Moneo

 

El pasado 12 de enero el gobierno de Irlanda publicaba un detallado informe sobre la reclusión y represión a la que fueron sometidas las “mujeres penitentes” por parte de sus familias, la iglesia y el Estado durante el siglo XX. Bajo el pretexto de la moral católica miles de mujeres fueron esclavizadas en las conocidas como Lavanderías de las Magdalenas. La gran parte  de ellas eran madres embarazadas fuera del matrimonio y que fueron despojadas del fruto de su vientre. Sus descendientes fueron enviados a internados, dados en adopción de manera irregular e incluso muchos de ellos fallecieron.

 

Tras los muros de la Iglesia.

En 2017 la historiadora Catherine Corless se interesó por un enterramiento en el convento de Bon Secours, situado en Tuam, Galway (oeste de Irlanda). Esta historiadora local se hacía una idea de lo que buscaba, pero jamás se esperaba las dimensiones de aquel enterramiento.  Corless descubrió una fosa común en las que yacían los cadáveres de 796 niños de edades comprendidas entre los 35 meses y los 3 años. Este hallazgo conmocionó al país y avivó un debate -ignorado durante años- sobre la represión hacía la “mujeres penitentes” por parte de la iglesia, el estado y la sociedad.

 

Cinco años después del descubrimiento de Corless, ya en enero de 2021, el gobierno de Irlanda publicaba un informe donde se detallaban los crímenes cometidos contra las madres solteras y sus retoños, cifrando en 56.000 las madres  -con edades comprendidas entre los 12 y los 40 años- y 57.000 niños que pasaron por estos centros y orfanatos entre 1922 y 1998 cuando se cerró el último de estos centros.

 

También estima que unos 9000 niños y niñas fallecieron entre 1922 y 1998, un 15% del total de infantes internados. Sin embargo, se calcula que unas 25.000 madres no han sido incluidas en esta investigación llevada a cabo por la Comisión de investigación de Hogares para madres y bebes.

 

Disculpas que no son suficientes.

Micheál Martin pide perdón a las mujeres víctimas de los Hogares religiosos. Foto: Julien Behal / PA Wire.

Después de la publicación del informe, el Taoiseach (Primer Ministro Irlandés) Micheál Martin compareció para dar explicaciones y disculparse en nombre del Estado. Para algunas de las víctimas, las disculpas por parte del Gobierno no son suficientes, ya que, mientras el dedo acusador del Estado apuntaba -en parte con razón- a las familias, los padres,  y la sociedad en general, evitaba tomar acciones contra las congregaciones religiosas.

Una situación similar ocurría en 2013, cuando se anunció una dotación estatal de 50 Millones de euros  destinados a la reparación de las víctimas mientras que las hermandades de monjas  se negaban a llevar a cabo su parte: “no creían que tuviesen que pagar por los pecados de sus hermanas”.

Durante años estas congregaciones religiosas se dedicaron a explotar la mano de obra esclava que aportaban estas mujeres “caídas” mientras daban en adopción forzosa a sus hijos.

Es cierto que la mayoría de la sociedad irlandesa se desentendió de una deplorable situación de explotación que siguió ocurriendo hasta hace apenas veintidós años. Las mujeres, y sobre todo las madres solteras, fueron estigmatizadas sistemáticamente  por sus familias, quienes temían por su intachable honra.

No obstante, durante años  estas congregaciones religiosas  se dedicaron a explotar la mano de obra esclava que aportaban estas mujeres “caídas” mientras daban en adopción forzosa a sus hijos. Congregaciones como las Hermanas de la Merced, las Hermanas del Buen pastor, las hermanas de la caridad y las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad se lucraron de todas estas mujeres durante años para luego negar cualquier compensación a las víctimas.

 

Mano de obra esclava e infanticidios.

Las instituciones religiosas, orfanatos y hogares para madres estaban mantenidos en la sombra por el Estado y su principal cometido era proteger la imagen y la honra de las familias.

Los orfanatos ofrecían crueldad y los Hogares para madres miseria, mano de obra esclava y abuso emocional.

Allí iban a parar  las “mujeres caídas” es decir, prostitutas, mujeres embarazadas fuera del matrimonio o cualquier mujer penitente según los valores de una Irlanda más profunda y ultracatólica que la que conocemos hoy en día.

 

Los orfanatos ofrecían crueldad y los hogares para madres miseria, mano de obra esclava y abuso emocional. Las Lavanderías de la Madalena, como se conocen algunos de estos centros, estaban sostenidas por el Estado y ofrecían un servicio de lavado a toda la ciudadanía. Las reclusas trabajan 8 horas para luego estar “una hora jugando con sus hijos e hijas”.

Las mujeres caídas también eran utilizadas en otros lugares como mano de obra, es el caso de los hospitales, en donde no tenían acceso a ninguna medida sanitaria de seguridad, suponiendo esto un riesgo para sus pequeños. Debido a esto, muchos recién nacidos sufrieron infecciones por las cuales acabaron falleciendo. La tasa de mortalidad infantil en estos orfanatos doblaba a la de todo el país.

Imagen de la película Las Hermanas de la Magdalena (2002).

Los orfanatos y centros de mujeres, eran de titularidad religiosa y estatal. Tenían la utilidad de “lavar las manchas inmorales” que estas mujeres causaban a sus familias. Mujeres esclavas, niños robados de sus madres y dados en adopción de manera irregular, criaturas muertas por culpa de la negligencia. Este es el daño que una sociedad misógina causaba a las mujeres, condenándolas al ostracismo más cruel  negándoles el futuro a ellas y a sus retoños.

 

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