Por Domingo Sanz
…entre mil ignominias y una sola valentía.
Recuerdo que cuando el 19 de junio de 2014 Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, en adelante FEJUPATOSANBOG para que vayamos olvidando su nombre, fue proclamado rey de España, esperaba algún gesto de esos que algunos triunfadores regalaban a su pueblo en el momento de alcanzar la cima del poder que deseaban.
Y no es que no hubiera oportunidades para practicar la generosidad interesada por parte del nuevo coronado.
Por ejemplo, había dos jóvenes, apellidados Roura y Stern, que en 2008 fueron condenados por quemar una foto del rey anterior, y FEJUPATOSANBOG no salió diciendo que quemar la foto de su padre o de él mismo no era algo que le ofendiera, y que pedir que se cambiaran las leyes que avalaron aquella condena. Con ello, habría propiciado, quizás, una revisión del caso y también evitado otras injusticias legales. Pero, por encima de todo, se habría apuntado un gran tanto como defensor de la libertad de expresión que, cuando no es de muy buena calidad, convierte cualquier democracia en pura mentira
No, FEJUPATOSANBOG no hizo nada y, hasta el día 18 de marzo de 2018 siguieron ocurriendo cosas. Por ejemplo, que en España se seguía deteniendo, juzgando y condenando a personas por quemar fotos o cantar verdades históricas como la de que “los borbones son unos ladrones”. Y también ocurrió lo que muchos advirtieron que ocurriría: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) dictó aquel día una sentencia que declaró probado que en España no se respetaba la libertad de expresión. Es decir, cuatro décadas después de aprobar la Constitución, menudo ridículo el español. Aquella sentencia desde Europa provocó que se tuvieran que archivar muchos expedientes contra personas que habían cometido “delitos” parecidos al de Roura y Stern. Los excesos autoritarios dan mucho trabajo, que solo pagamos quienes los sufren, el pueblo llano.
FEJUPATOSANBOG es también responsable del perjuicio ocasionado a la reputación de España, pues no hizo nada en un asunto que le afectaba.
Y sigue siendo responsable de que España pueda volver a ser condenada por Europa y por lo mismo, porque es noticia de hoy que la fiscalía investiga a los líderes Aragonés, Pontón y Rodríguez, de ERC, BNG y Adelante Andalucía respectivamente. También por injurias a FEJUPATOSANBOG.
También ocurrió en 2014 que FEJUPATOSANBOG, a pesar de que se había leído el Título II de la Constitución donde se establecen las condiciones de su reinado y, conociendo como conocía en la persona de su padre las muchas y muy malas tentaciones que cultiva el artículo 56.3, el que establece lo de la inviolabilidad del rey, no llamó a los líderes del Gobierno y de la oposición (Sánchez lo comenzó a ser 37 días después a la coronación de FEJU…, por lo que lo tenía muy fácil) para decirles que, o hacían la reforma legal necesaria para que se cumpliera el artículo 14 de la misma Constitución también en su caso personal, porque dice que “Los españoles son iguales ante la Ley” sin excepción y él es español, y porque el 14 es más importante que el 56 porque va antes, o abdicaría en 30 días y se quedaban sin rey que les protegiera del terror que la clase política de España le tiene a un pueblo que en cualquier momento puede cambiar a republicano.
Incluso, habiendo conseguido la corona antes de lo previsto por culpa de un elefante muerto, bien podría FEJUPATOSANBOG haber exigido, al Rajoy que gobernaba y a cambio de aceptar el peso del Reino sobre su cabeza, que se prohibiera la caza de paquidermos en toda la península ibérica, salvo Portugal, Andorra y Gibraltar.
La verdad es que tenemos en La Zarzuela a un rey cobarde e imprudente que no tiene sentido del humor y que, además, es poco inteligente, pues su decisión más importante se saldó con un sonado fracaso, véase 3 de octubre versus 21 de diciembre de 2017. Eso sí, poco después de coronarse le quitó el título de Duquesa de Palma a su hermana para distanciarse de sus líos con Urdangarín, que ya se encargarían el gobierno de turno y sus satélites de librar a Cristina de cualquier condena, por mucho que fuera ella la que aportaba la “marca comercial” que avalaba los “proyectos” ante gobernantes corruptos como Jaume Matas, y también el “fondo de comercio” innombrable entre los activos de la “empresa”.
¿Cómo no pensar que lo mucho que Cristina sigue amando al balonmanista encarcelado, o la incapacidad de quitarle a su hermana el título de Infanta, son hechos que pueden tener mucho que ver con que el preso no cuente lo mucho que FEJUPATOSANBOG pueda saber también de esos “negocios”?
Pero, regresando al título de hoy, igual que todos los grandes valientes de la historia han tenido algún momento de cobardía, puede ocurrir que hasta los más ruines y cobardes pueden dejarse llevar por un impulso de valentía.
O de “valentía” por conveniencia, como mal menor ante la continuidad de una situación insoportable.
Por ejemplo, la “valentía” oportunista y desesperada de salir huyendo, aunque signifique quedar como una mierda cuando ya falta poco para conquistar la paz del cementerio y, a cambio, esquivar la ignominia y el escarnio que le esperarían durante cada minuto de la vida que le queda por sufrir, o disfrutar. La huida del emérito es un caso claro de convivencia insoportable en el seno de una familia, la Real. De hecho, antes de la huida del abuelo, FEJUPATOSANBOG y Letizia llevaban más de un mes de periplo provinciano, propiciando contagios.
Juan Carlos I ha salido huyendo para morir feliz y tranquilo, pero con la ignominia y el escarnio diario se queda ahora FEJUPATOSANBOG, ese rey que volveremos a llamar Felipe VI por si reacciona, y del que también cuelgan Letizia y dos niñas, Leonor y Sofía.
No me quedan insultos para calificar a los políticos que dicen que el amante de Corinna ha prestado un gran servicio a la monarquía “abandonando” España.
Algunas calles y plazas que recuerdan a su abuelo han comenzado a cambiar de nombre. Hay más de 630 en España, y muchas más placas y recuerdos que a muchas personas avergüenzan.
Y esto será lo que mejor soportarán ambas niñas, pues siempre habrá quien les endulce los oídos con el odio de que los culpables son algunos rojos malditos, o los catalanes independentistas, unos y otros republicanos que “quieren ganar ahora la guerra que perdieron hace 80 años”. Cultivarán así, en ellas, el desprecio hacia su propio pueblo para no romper con la tradición de los borbones españoles.
Hay una burla que siempre será legítima. Es la que inventa la sociedad contra los reyes y gobiernos a los que paga sus juergas.
A estas alturas, y teniendo en cuenta que cada día se multiplicará la lluvia de ignominias que irá cayendo sobre la Familia Real, y sin paraguas que pueda pararla, si Felipe VI quiere que la historia lo recuerde de manera honorable, solo hay una valentía de verdad a la que puede recurrir.
El rey debe anunciar su abdicación inmediata y ofrecerse para colaborar en la constitución de una República Federal, siendo tal ayuda, importante desde luego, la de impedir que se revuelvan contra la democracia no monárquica los añorantes del franquismo que restauró la monarquía en el año 1947*.
Los políticos que gobiernan España, tras cuarenta años haciéndonos creer que democracia es lo mismo que monarquía con urnas, corrupta la monarquía y corruptas las urnas, son incapaces de romper el maleficio que nos tiene atados a un pasado que envenenó desde el principio ese “pacto constitucional” del que presumen como si fuera el paraíso.
La oportunidad para abdicar es, además, excelente, pues tras la crisis económica iniciada en 2008 ha venido la de la pandemia, que nos obliga a depender financieramente del exterior y, en estas circunstancias, cualquier recorte de gasto suntuario es vital para seguir respirando. La Familia Real acaba de iniciar su estancia veraniega en Mallorca y solo el mantenimiento del Palacio de Marivent cuesta casi 1.000.000 de euros al año al Govern Balear.
Y acabamos de escuchar al ministro Marlaska reconocer, por fin, que está siendo el Gobierno de España quien paga la seguridad del huido amante de Corinna, sobre cuyo paradero no quiere informar porque, en la democracia española, vale más el deseo de ocultarse de cierto sospechoso que la transparencia de todo lo Público y la libertad de prensa.
De no tomar él mismo rey la decisión de abdicar, que también le interesa personalmente, su país, su corona y su familia se irán degradando en medio de la ignominia.
(*) Juan Carlos I regresó a España desde Estoril un año después, en 1948, con 10 año de edad, y cualquiera podría pensar que el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 solo fue el cumplimiento, consciente y calculado, de un encargo realizado a militares asesinos por parte de monárquicos frustrados.
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