El Gobierno de coalición y el ambiente tóxico laboral

las diferencias que existen en cuestiones fundamentales son muy llamativas y hace evidente que este gobierno no goza de la estabilidad que quieren hacer ver en sus recientes mensajes públicos

Por Manuel V. Fernández / Estudiante de Grado en Sociología en la UNED

Desde el comienzo de la legislatura, el gobierno de coalición formado por el PSOE y Unidas Podemos está poniendo de manifiesto de una manera clara las diferencias que existen entre ambas formaciones políticas. Este hecho hace saltar por los aires muchos de los avances que podrían haberse dado si no fuera por este conjunto de elementos tensores que conforman la política de coalición de dos corrientes ideológicas históricamente enfrentadas. Por un lado, una socialdemocracia transformada en gestora del neoliberalismo durante los últimos cuarenta años en Europa, y por otra, un partido-movimiento que bebe de la tradición de la izquierda del Partido Comunista y cuya aspiración a día de hoy es salvaguardar el Estado Social y servir de contrapeso con políticas económicas socialdemócratas clásicas como medidas para frenar el avance de la extrema derecha.

Aunque se han puesto en marcha algunas de las políticas sociales que se firmaron en el acuerdo de gobierno entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, como la subida del salario mínimo o la regulación de los precios de la vivienda, las diferencias que existen en cuestiones fundamentales son muy llamativas y hace evidente que este gobierno no goza de la estabilidad que quieren hacer ver en sus recientes mensajes públicos.

En la política institucional hay un componente de puesta en escena muy importante a la hora de construir los mensajes que se quieren transmitir a la ciudadanía. Se utiliza Twitter como medio de difusión para transmitir las discrepancias y desacuerdos ante una determinada cuestión, y al mismo tiempo se difunden por sus canales oficiales unas imágenes para transmitir concordia entre los miembros del Consejo de Ministros. Este hecho se ve en la viralidad que alcanzó el video del paseo de las dos vicepresidentas caminando juntas por las empedradas calles de Trujillo, un escenario más que evidente que fue pensado por sus equipos de asesores para dar un mensaje de tranquilidad a la gente.

El gobierno como una empresa de ambiente tóxico

Formar parte del gobierno de coalición no debe distar mucho de lo que es un trabajo ordinario en el que el ambiente no es el más recomendable. Existe un jefe que desconfía de sus subordinados y en cualquier momento puede despedirlos arbitrariamente (según la ley, el Presidente del gobierno tiene total libertad de decisión para destituir a miembros de su Consejo de Ministros en cualquier momento), aunque el trabajo sea excelente y los resultados puedan demostrarse públicamente. La teoría de los recursos humanos nos dirá que la desconfianza es un factor muy negativo en cualquier equipo de trabajo. Además, se considera de gran toxicidad tener compañeros de equipo que quieren controlar o supervisar el trabajo de otros y absorber competencias que no son de su departamento. Tampoco debe ser fácil tener que sobrellevar los favoritismos que ya están dados en el equipo desde el inicio. Ser el favorito del jefe en una empresa es, en esta analogía con el gobierno, pertenecer al mismo partido, por encima de cualquier otra consideración como el desempeño en su gestión de un ministerio. Considerar algunos ministerios de menor rango o importancia, supervisar al socio de gobierno, dejando lo «asuntos de Estado» sólo para un núcleo duro del Presidente son ejemplos de esta forma de actuar dentro del Gobierno de coalición. En definitiva, un gobierno que funciona como una empresa cuyo ambiente laboral dista mucho de ser sano.

Yolanda Díaz es un caso que no habíamos visto antes en la política española. Ha sido un ejemplo de cómo una persona con mucha valía se incorpora a un equipo y en poco tiempo todo el mundo es consciente de sus cualidades. Sin embargo, en las dinámicas de la política de partidos, esto no sucede, y por tanto, nadie va a hacer nada por reconocérselo al menos en público, dadas las declaraciones de Pedro Sánchez o la ministra de defensa, Margarita Robles. También ocurre en los propios partidos, debido a la propia dinámica de obtención de poder en los aparatos internos.

Afortunadamente, el ejecutivo no es propiamente una empresa, aunque pueda funcionar como tal en muchos casos, y la ciudadanía también tiene algo que decir ante lo que ocurre. De momento, lo único que sabemos es que Yolanda Díaz es la ministra más valorada según el CIS, y aunque esto no se traduce en un resultado electoral, si nos da alguna pista de lo que puede seguir ocurriendo en el seno de la coalición de gobierno. Probablemente van a intentar potenciar la figura de Calviño y las nuevas ministras del PSOE recientemente nombradas, aún en segundo plano mediático. Por su parte, veremos más enfrentamientos cada vez que el PSOE intuya que las conquistas para la clase trabajadora vengan gracias a la capacidad de la vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo, de forma que, a pesar de su buen talante y predisposición, la hagan entrar en la batalla política cuando se acerque la campaña electoral de 2023.

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