El cooperativismo contra el paro (1927)

González afirmaba que había compañeros que pensaban que no eran momentos propicios para crear cooperativas por las dificultades económicas por las que atravesaban los trabajadores españoles

Por Eduardo Montagut

En distintas ocasiones hemos recurrido a la figura de Regino González para profundizar en el cooperativismo. En este nuevo apunte acudimos a un texto suyo sobre las cooperativas como fórmula para combatir el paro. El texto es del otoño de 1927.

González afirmaba que había compañeros que pensaban que no eran momentos propicios para crear cooperativas por las dificultades económicas por las que atravesaban los trabajadores españoles. Pues bien, en su opinión, precisamente por eso había que crear entidades de dicha naturaleza donde no las hubiera, recordando las razones por las que se había creado la primera cooperativa en Inglaterra en el pasado, y por una crisis industrial en la zona algodonera. Ante las grandes dificultades que estaban padeciendo, un día, que González calificó de venturoso se les ocurrió a un muy reducido grupo de tejedores, y entre ellos algunos socialistas, la creación de una entidad en la cual pudiesen adquirir por el mismo dinero que con los establecimientos particulares mayor cantidad de artículos y con ello aumentar los ingresos. Así se puso en marcha la primera cooperativa que, como sabemos, fue en Rochdale. Por eso, Regino González afirmaba que el “espíritu rochdaliano es a la cooperación lo que el marxismo es al socialismo”.

Si se opinaba que eso había sucedido en Inglaterra debido a “la pasta de que están constituidos los ingleses, y que en España no sucedería igual”, se cometía un error. Si la crisis de trabajo producía hambre de igual manera entre los obreros ingleses que entre los españoles era porque en este punto concreto en este fenómeno eran iguales los obreros de todas las latitudes. Así pues, en consecuencia, la causa principal para crear cooperativas se tenía en España en se momento y, por lo tanto, debían crearse. El éxito o el fracaso de una cooperativa dependería únicamente de la manera en la que se miraba cómo debían ser tocados los beneficios de la misma por parte de los cooperativistas.

El trabajo se publicó en el número 5826 de El Socialista.

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