Pocos creen que Daniel Noboa, exponente de los intereses oligárquicos que por décadas han controlado al Ecuador, sea capaz de enderezar, en el año y medio en el que estará en el cargo, la descomposición institucional, la crisis de inseguridad y el persistente desasosiego político.
Por Eloy Osvaldo Proaño | Estrategia.la
El empresario conservador Daniel Noboa se impuso en la segunda vuelta electoral en Ecuador y se alzó con la presidencia, por lo que completará los 17 meses restantes del mandato del banquero Guillermo Lasso y se convertirá, además, en el jefe del Estado más joven en la historia del país.
Con una breve participación en política -apenas dos años como asambleísta-, Noboa conseguía 52,30 % de los votos ante la candidata progresista Luisa González, y se quedó de esa manera con la jefatura del Estado, el objetivo que nunca pudo cumplir su padre, uno de los hombres más ricos del país y con cinco derrotas en las urnas.
Las elecciones se realizaron en medio del reinante clima de violencia e inseguridad. La criminalidad local, el narcotráfico trasnacional, los asesinatos quirúrgicos de políticos y también de “influencers”, las masacres entre bandas en las cárceles, la libre disposición de armas en territorios y barriadas enteras a donde el Estado solo llega en convoyes artillados de militares y/o policías, son un combo que ya no se sabe cómo seguirá.
Heredero de un imperio del banano, Daniel Noboa se convertirá en el presidente más joven de la historia de Ecuador y la piedra en el zapato del ex mandatario progresista Rafael Correa (2007-2017), que aspiraba volver al poder la mano de Luisa González.
El mandato de Noboa será breve: completará el periodo de Lasso hasta mayo de 2025, cuando podría presentarse a nuevos comicios para la reelección a un nuevo periodo de cuatro años. Pero para ello tendra que superar el reto de alcanzar un ambiente de gobernabilidad, ya que la progresista Revolución Ciudadana, el correísmo, será nuevamente la primera fuerza política en la próxima legislatura.
La única experiencia previa en política del empresario fue ocupar un asiento de legislador desde 2021, cuando presidió la comisión de Desarrollo Económico. Noboa se tituló en administración de negocios y en Administración Pública, en la Harvard Kennedy School y tiene una maestría de gobernanza y comunicación política.
Pocos creen que Daniel Noboa, exponente de los intereses oligárquicos que por décadas han controlado al Ecuador, sea capaz de endrezar, en el año y medio en el que estará en el cargo, la descomposición institucional, la crisis de inseguridad y el persistente desasosiego político
Desasosiego que en Ecuador suele culminar con la caída prematura de presidentes, como Abdalá Bucaram, Rosalía Arteaga, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez, a quienes debe agregarse ahora al propio banquero Guillermo Lasso, quien debió poner fin prematuro a su mandato.
La elecciones extraordinarias estaban convocadas para escoger al sucesor de Lasso, y así completar su periodo, después de que el mandatario aplicó en mayo la llamada “muerte cruzada”, un mecanismo que también le permitió disolver la Asamblea Nacional y anticipó el proceso electoral.
Este domingo se repitió en forma casi idéntica el resultado de los comicios de hace dos años, cuando el actual presidente, Guillermo Lasso, le ganó el cargo al aspirante progresista Andrés Arauz por 52.36 frente a 47.64. Pero para esta segunda vuelta quedó descartada la candidatura del líder indígena Yacu Pérez, que obtuviera muy buenos resultados en las presidenciales pasadas: esta vez no pudo llegar al balotaje.
La perspectiva abierta por el resultado apunta a la continuación de la corrupción en las altas esferas de la vida pública, la reducción del Estado y de la presencia pública en la economía, la dependencia hacia Washington y la inestabilidad política.
La correista Luisa González reconoció su derrota y felicitó al presidente electo Daniel Noboa.«Nosotros no salimos a gritar fraude, voy a llamar a Daniel Noboa a felicitarlo. Ahora debe cumplir sus ofertas«, remarcó. Pero consolidó un piso de adhesión a futuro, que lejos quedó de los discursos derechistas tendientes a vaticinar el fin del progresismo.
Quizá quien perdió más este domingo en Ecuador fue el expresidente Rafael Correa, el nombre sobre el que ha girado la política en el país en las últimas dos décadas, y que ha sido el destinatario final de esta derrota que exilia aún más su figura de la vida de los ecuatorianos. Esperaba que estas elecciones anticipadas fueran su billete de vuelta al poder.
Revolución Ciudadana venía de ganar con claridad las elecciones locales de febrero y el profundo descrédito del gobierno conservador del banquero Lasso le hicieron creer al correísmo que estaba en su mejor momento.
El presidente de la vecina Colombia, Gustavo Petro, felicitó la noche de este domingo a Daniel Noboa: “Ojalá trabajemos en detener la violencia que el narcotráfico ha expandido en el Ecuador”, escribió en un mensaje.
«Mañana empezaremos a trabajar para reconstruir un país golpeado por la corrupción, la violencia y el odio», dijo en sus primeras palabras el empresario representante de las élites.
La localización estratégica de Ecuador, con una amplia costa sobre el Pacífico y enclavado entre Colombia y Perú, los dos mayores productores de hoja de coca del mundo, han convertido al país en los últimos años en un territorio apetecido por los grupos criminales.
Noboa prometió mano dura contra el crimen organizado, ofreció militarizar puertos, aeropuertos y las principales vías de Ecuador, así como retomar el control en las cárceles del país, donde dominan los grupos criminales.
El plan Fénix –como denomina a la propuesta de crear un sistema centralizado de inteligencia y prevención del delito– se ha convertido en su bandera para enfrentar la crisis de inseguridad que ubica al país entre los más violentos de la región con 4 mil 600 homicidios intencionales en 2022. Contempla la dotación de tecnología y uniformes de alta resistencia balística, armas, drones, cámaras de reconocimiento facial, GPS. No ha especificado con qué recursos pondrá en marcha este plan.
El resultado debiera llevar al progresista movimiento de la Revolución Ciudadana a una revisión autocrítica de sus dos derrotas electorales seguidas y a su recomposición como una alternativa de poder capaz de llevar estabilidad, paz, bienestar y soberanía a Ecuador, mas allá de caudillismos.
Eloy Osvaldo Proaño es analista e investigador ecuatoriano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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