Por Javier DG @olduvay22
Espera paciente el ave rapaz,
para abrir sus alas de gran envergadura
y recoger la carroña que se masca
desde altares donde celebran a Peñafort
y su ilustre figura.
Un empoderamiento letrado,
junto al Carberus tocado por el talento
adecuado,
baila sobre la demanda de ejecución
asomando
las vísceras en carne rala.
Rugen las teselas del camino
por cada pisada de unas botas
con punta de acero,
acechando con sigilo al hombre,
niños y madres
vencidos bajo su lecho.
Mendrugos de tahona quemados y
escupidas migajas de almas sin techo,
arropan con algodones
el cemento de un feo paraíso,
dejado en barbecho.
Al fondo del pasillo, junto a la cuna,
empuja Eolo un hedor
que entra flotando,acariciando
la citación sobre cuatro pétalos
de plazos y ensañamiento letrado.
Y en esta guerra de mugre
vestida de corbata,
la paz del individuo, malversada,
sonríe mientras agoniza.
Y Catalano
aplasta un sello de altura,
entre esculturas, paso a paso,
con el letrero bien alto:
‘une valise, un homme’.
Y en Armilla,
una vecina de luna clara
recoge y guarda los despojos,
entre los cacharros de su cocina
y el brillo de su ojos.
Solo la solidaria madurez de la pobreza
acude al rescate de ella,
de quien anda por la calle del olvido,
en la terraza arropada de adoquines
y llantos sin mirada.
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