México | Demencia belicista

Se mire para donde se mire, en cada uno de los puntos cardinales se hallará la presencia militar de Estados Unidos, la presencia de la guerra, la presencia de la muerte.

Sería falso asegurar que esto sólo es producto de la ambición y de la demencia de unos cuantos miles de seres que desde la Casa Blanca, el Pentágono o Wall Street, parecen querer, más que el dominio y la explotación del mundo entero, la absoluta destrucción de la civilización humana y de todo vestigio de vida sobre la tierra. Sería falso asegurar eso si se atiende a las características que desde 1776 han acompañado a la conformación y al desarrollo del pueblo norteamericano.Resultado de imagen de obama laratagris

Desde las originales trece colonias, su expansión hacia el oeste, su formulación enfermiza y el posterior vencimiento de “la gran frontera”, así nos lo indican. Primero le resultó insuficiente la gran llanura entre los ríos Misouri y Mississippi. Pueblos y naciones indios fueron reducidos a la exterminación total o a las reservaciones, verdaderos ensayos de lo que con el tiempo vendrían a ser el ghetto de Varsovia o el campo de concentración de Auschwitz.

Después, la conquista sobre los Montes Apalaches les indicó que España y Francia no los podrían detener en su avance sobre la Florida y la Louisiana, que finalmente les fueron sustraídas mediante módicos pagos.Ante sí, el imperio insaciable muy pronto echó las fauces sobre el Caribe y sobre Centroamérica, adueñándose además del mar Atlántico y del Pacífico. Cuba, Puerto Rico y Filipinas fueron “independizadas” de España y convertidas en satélites del imperio más sanguinario de la historia. Lo mismo hizo con la provincia colombiana de Panamá.

Del otro lado ocurrió lo mismo. A partir de la conquista sobre las Montañas Rocallosas, chico les quedó el mundo, los inmensos territorios mexicanos fueron el primer botín. Las fronteras de Oregon, Kansas y Tennessee las desbordaron mil y una veces, hasta encerrar en un saqueo auténtico los territorios mexicanos de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Colorado, Nevada, Utah, Idaho, Wyoming, Montana y parte de Arkansas. Consumada esta felonía, ampliaron su salida hasta el Pacífico y se lanzaron sobre el Cercano Oriente.

Estos pillajes finalmente los consumaron sus soldados y sus financieros de Wall Street, pero la semilla y el motor de ello fue el pueblo estadounidense común y corriente. El pueblo racista, belicista, depredador. El típico norteamericano “que-paga-sus-impuestos”, el minero, el agricultor, el segregacionista (haya nacido o no en Alabama, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur o Georgia), el comerciante, el filibustero, el gángster, la prostituta, el médico, el constructor…..en fin, la verdadera ciudadanía estadounidense.

Sólo los ilusos y los amnésicos pueden pensar que con soldados se invadieron naciones ajenas y se endilgaron más estrellas a la oprobiosa bandera. Falso. Fueron el “progreso” y la “demencia” enarbolados por gentes comunes y corrientes quienes crearon, acrecentaron y mantienen al imperio. El pueblo estadounidense de ayer, hoy y siempre ha sido conquistador. Para ellos no ha habido, no hay ni habrá jamás frontera o nación que no signifique una “oportunidad” de ser obtenida mediante la “competencia”. Tal es su idiosincrasia y tal su auténtica vocación.

Ni Obama fue el primero, ni la actual generación estadounidense inauguró, para sí, la conquista del mundo.

 

-Viñeta de LaRataGris (@laratagris) 

-Escrito por Jose De Villa (@JosedeVilla1)

 

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