Por Guillermo Martínez
La llamada Revolución de Rojava es un fenómeno complejo, pero ante el cual no podemos quedar indiferentes. Dado el desafío de comprender y posicionarse ante un proceso político tan lejano, es de especial interés conocer la visión de diferentes agentes politicos e intelectuales. En este caso, Carlos Taibo nos muestra su visión, contestando a preguntas como ¿Es Rojava una revolución? ¿Cuál es el papel del internacionalismo? ¿Cómo ha reaccionado la izquierda? ¿Cuál es la importancia global de Rojava?
Carlos Taibo es un politólogo y escritor con una larga trayectoria intelectual a sus espaldas, pero de sus muchas obras marcadas por el compromiso social, cabe destacar su publicación Anarquistas de ultramar: anarquismo, indigenismo, descolonización (2018), en la cual dedica espacio a tratar la Revolución de Rojava, tema sobre el que se ha posicionado públicamente en diversas ocasiones. Esta entrevista no busca solo informar, sino tambien reflexionar sobre cómo desde occidente nos posicionamos y recibimos los procesos políticos en Kurdistán.
GUILLERMO MARTÍNEZ: La primera pregunta que había pensado hacer un poco de introducción y por saber de lo que hablamos era preguntarte que, si yo no supiese lo que es Rojava, de forma simple o general como me explicarías lo que es.
CARLOS TAIBO: Es un movimiento que afecta a una región del norte de Siria con mayoría de población kurda, y en el que al calor de lo que se ha llamado el confederalismo democrático se ha despertado una práctica incipientemente libertaria, de rechazo del estado, de apuesta por una economía colectiva autogestionada, de rechazo tanto del capitalismo como del socialismo de cuartel, de voluntad de colocar a las mujeres en el centro del proceso, y de escarbar en sabidurías ancestrales que creo que tienen que ver con un respeto razonadamente puntilloso del medio natural.
GM: Si tuvieses que destacar un elemento de Rojava, ¿cuál sería?
CT: Bueno, esa apuesta por una economía autogestionada desde abajo, que, aunque pueda ser más problemática de lo que parece (no hay nada perfecto en el mundo y en Rojava tampoco) me parece que esto es muy significativo en un escenario como el de Oriente Próximo, en el que todas las noticias que nos llegan son nefastas: Israel como gendarme regional, las monarquías de los petrodólares, los dictadorzuelos locales como Al-Ásad o Erdoğan etc. En ese escenario creo que es un proyecto sorprendente, tanto más cuanto que sigue esa dimensión feminista y esa dimensión, bueno, de rechazo de la etnia y de la religión como elementos identitarios. Más de la religión que de la etnia por decirlo todo, es verdad que esta es una circunstancia problemática, en qué medida es un proyecto nacionalista o no, pero me parece que canta mucho en el Oriente próximo, canta para bien.
GM: ¿Y si te preguntase si consideras que Rojava es una revolución, en qué sentido podrías decir que lo es o que no lo es?
CT: La palabra revolución es bastante equivoca, entonces, no tendría ningún problema en aceptarlo, pero admitamos que su alcance también es limitado, y si a la palabra revolución le damos un sentido maximalista como una transformación radical, pues yo diría que tal vez no es tan radical porque es un proceso que bebe, lo he dicho antes, de muchas sabidurías ancestrales, con lo cual, igual lo revolucionario es que no sea revolucionario ¿no?, es que consiga hilar fino y tirar de esas sabidurías ancestrales.
GM: La cuestión sería que si aceptásemos que es una revolución, en tanto que el paradigma al que estamos acostumbrados ahora mismo en Occidente sí que sería un contraste radical de alternativa de vida, y aceptando otra premisa más, la de que dentro de los movimientos, vamos a decir revolucionarios, en Occidente estamos en una fase de cierto, no hace falta decir derrotismo histórico, pero…
CT: De reflujo. [interrumpe]
GM: Sí, exactamente. Hablar de revolución en ambientes cotidianos no tiene el sentido ni el realismo que tenía antaño. Entonces, partiendo de esto, qué crees que implica el saber que en pleno siglo XXI ha habido un proceso como Rojava, vamos a decir una revolución como Rojava. ¿Qué implica para nosotros en Occidente saber esto, o que debería implicar?
CT: Bueno, sabes que yo sostengo que los dos elementos de esperanza son el uno, la posibilidad de que la conciencia de la proximidad del colapso[1] provoque cambios en la actitud de los habitantes del norte rico, y dos, que lleguen respuestas para problemas que nosotros no somos capaces de encarar, de los países del sur, de gentes mucho menos carcomidas por las lógicas mercantiles del capitalismo. Y yo sitúo ahí a Rojava, como sitúo a Chiapas. Con posterioridad a ese libro[2] yo me he sentido cómodo con esa teorización que habla de una mezcla de elementos precapitalistas y de elementos anticapitalistas, y eso es lo que veo fundamentalmente en Rojava. La dimensión precapitalista me parece cada vez más interesante, no es necesariamente una dimensión revolucionaria, pero es una dimensión resistente frente a la lógica del capitalismo, y una revolución tiene que empezar por la resistencia.
GM: De hecho, es curioso porque en realidad ese análisis es muy similar al que se hace desde el propio movimiento kurdo, es decir, el propio Öcalan ya hace un análisis muy parecido. Según el, históricamente ha habido, al menos en el pueblo kurdo, ciertas tendencias naturales relacionadas con la autogestión y la democratización de la sociedad, y como que ellos mismos lo interpretan como volver a las raíces de las comunidades humanas.
[1] Concepto trabajado ampliamente por el autor. De forma simple podemos entender colapso en el sentido de colapso civilizatorio, una posible ruina del sistema actual fruto principalmente de la progresiva crisis ecológica.
[2]En la entrevista se refiere reiteradamente a la obra Anarquistas de ultramar: anarquismo, indigenismo, descolonización (2018), colocada sobre la mesa, y en la cual dedica un breve capitulo a Rojava.
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