Por Eduardo Montagut
La expresión “revolución agraria” se refiere a las transformaciones experimentadas en el campo inglés a lo largo del siglo XVIII en lo relativo a la estructura de la propiedad de la tierra. Estos cambios propiciaron la “revolución agrícola”, es decir, la aplicación de innovaciones tecnológicas y de nuevos sistemas de cultivo. El estímulo para estos cambios provino del incremento de la población, de la demanda de productos alimenticios.
Durante el siglo XVIII cambió, sustancialmente, el régimen jurídico de la propiedad de la tierra en Gran Bretaña. Hasta ese momento las formas tradicionales de explotación de la tierra eran el openfield (“campo abierto”), es decir, parcelas de diferentes explotaciones no separadas ni cerradas por ningún medio, y el commonfield (tierras comunales), unos sistemas de propiedad de baja productividad debido al uso del barbecho, que como es sabido es un método de cultivo que consiste en dejar descansar el suelo durante uno o dos años para que recobre las sustancias nutritivas consumidas en la cosecha anterior y recupere, pues, la fertilidad, y que limitaban la libre iniciativa en las parcelas de los campos abiertos.
Aunque hay precedentes en los siglos anteriores, sería en el siglo XVIII cuando se dio un verdadero movimiento de los cercados o cerramientos, los conocidos como enclosures de las tierras para incrementar la producción mediante el cultivo individualizado. En el Parlamento británico se aprobaron las Enclosures Acts. Los cerramientos supusieron un cambio profundo en las formas de propiedad. Los campesinos debían cerrar sus parcelas y explotarlas como deseasen. Pero, debido a la dispersión de las propiedades, el acceso a las diferentes parcelas del mismo propietario era muy difícil. A ello se sumaba el alto coste de cercar un campo, por lo que muchos campesinos sin demasiados recursos se vieron obligados a vender sus parcelas. Por otro lado, las tierras comunales fueron privatizadas y solamente pudieron acceder a ellas por su precio los más favorecidos económicamente. Entre 1700 y 1745 se cercó el 25% de toda la superficie cultivable de Inglaterra. Estos cambios beneficiaron a los más poderosos económicamente y perjudicaron a los pequeños propietarios que tuvieron que vender sus tierras y abandonar sus campos, así como a los cottagers, es decir, los jornaleros cuya única propiedad eran los ganados que pastaban en los campos abiertos y comunales y que ya no podían hacerlo. Unos y otros engrosaron las filas de los que tuvieron que emigrar a las ciudades a trabajar en las nuevas fábricas.
Como hemos visto, el fenómeno de los enclosures puso en manos de los grandes propietarios una gran cantidad de tierra. Gracias a ello se llevaron a cabo innovaciones técnicas que permitieron aumentar la producción y la productividad agrícolas. La protección de la tierra y la presión de la demanda animaron a los propietarios a aplicar las innovaciones técnicas de la época buscando el máximo beneficio.
La primera innovación importante fue la de Jethro Tull, un abogado que en 1730 inventó la sembradora mecánica, que posibilitó la siembra en línea y la utilización de máquinas cavadoras. Era muy productiva en grandes superficies.
La otra gran innovación fue el conocido como sistema Norfolk de lord Townshend. Este noble británico había sido embajador en los Países Bajos y allí conoció algunas ideas que luego aplicó en Gran Bretaña. Introdujo un nuevo sistema de rotación cuatrienal de cultivos para que el terreno siempre estuviera produciendo y se terminara con el barbecho, gracias a la alternancia de los cultivos de cereales con los de las leguminosas y plantas forrajeras. El sistema permitía producir para la alimentación humana y, también para la de los animales, por lo que se podía estabular el ganado para su engorde y aprovechamiento, y para que generara, además, abono para la tierra. También estudió y aplicó ideas sobre el drenaje de la tierra, el uso de margas para preparar la tierra y la creación de prados artificiales para alimentar al ganado en invierno. Todos estos experimentos entusiasmaron a los propietarios que recurrieron a estas innovaciones y desarrollaron nuevos inventos: arados más perfectos, segadoras, fertilizantes químicos, cultivos forrajeros y hortifrutícolas, mejora en la cría de ganados, etc.
Los cambios en la estructura de la propiedad y en los sistemas de cultivos constituyeron factores fundamentales para el desarrollo de la primera Revolución industrial por varias razones. Generaron capital gracias al aumento de la productividad y la rentabilidad de los cultivos. Además, proporcionaron materias primas, se demandó más y mejor utillaje y máquinas y contribuyeron al aumento de la población, con el consiguiente aumento de la demanda. Por fin, provocaron un fuerte movimiento migratorio del campo a la ciudad con destino a las nuevas fábricas, con unas consecuencias sociales que no tardarían en ser muy intensas.
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