Por Eduardo Montagut
En el fragor revolucionario de 1848, en la denominada “primavera de los pueblos”, nació la Fraternidad Obrera Alemana, corroborando que la Revolución de ese año tuvo también en el ámbito alemán un mayor contenido social que las anteriores revoluciones liberales de 1820 y 1830.
La Fraternidad surgió en Berlín (Prusia) en el mes de septiembre de 1848, siendo su principal inspirador Stephan Born. Este personaje pertenecía a la Liga de los Comunistas y participó activamente en la Revolución de ese año. Born, de origen polaco y judío, había conocido a Marx en París, y cuando volvió a Alemania fundó en marzo de 1848 el periódico Das Wolk, y un Comité de Obreros, sin empresarios, reivindicando la autonomía de los trabajadores en su lucha. Es importante destacar que en esos mismos momentos Karl Marx llegaba a Alemania desde París para terminar en Colonia donde comenzó a publicar la Nueva Gaceta Renana. En el Congreso fundacional o “Parlamento obrero” de finales de agosto y principios de agosto, que Born había convocado, se presentaron delegados de un bueno número de sociedades obreras, muy activas en una Alemania en plena Revolución Industrial. Aunque se fundó en Berlín pasó a radicarse en Leipzig, extendiéndose por un buen número de ciudades de distintos estados alemanes, además de en algunas zonas rurales. Se calcula que llegó a contar con unos dieciocho mil afiliados, lo que nos habla de la creciente pujanza del movimiento obrero alemán. Era dirigida por una especie de comité central, con comités locales, que disfrutaban de un alto grado de autonomía.
En el Congreso que la Fraternidad celebró en Leipzig, al poco tiempo de la fundación, se planteó un programa en el que destacó la reivindicación del sufragio universal, habida cuenta de la necesidad de que se emprendieran políticas y se aprobaran leyes favorables para los trabajadores. También se reivindicaban los salarios garantizados, la mejora y vigilancia de las condiciones de trabajo, la jornada de diez horas o la supresión del trabajo infantil.
La Fraternidad editaba un periódico del mismo nombre, en una cooperativa obrera de Leipzig, y que dirigió el propio Born, aunque luego sería sustituido. El periódico y la organización defendían una vía reformista de alianza con las fuerzas progresistas de la burguesía, en línea con el pensamiento de su fundador, además de rechazar la violencia. Esta opción debe ser tenida en cuenta a la hora de entender después a una de las corrientes y organizaciones que terminaron fundando en su día el SPD. Nos referimos a las iniciativas e ideas de Ferdinand Lasalle. Born no fue un gran teórico, más bien un hombre dotado para la organización, como lo demuestra la creación y funcionamiento de La Fraternidad. Pensaba que la organización y la alianza con las fuerzas progresistas podían conseguir éxitos, por lo que no estaba en la órbita de Marx, aunque sí era consciente del enfrentamiento entre las clases. Lo que no quería, como informó al propio Marx, era participar en “insurrecciones inútiles”. Había que unificar y organizar a la clase obrera, la organización se convierte si no en un fin, sí en algo fundamental.
Pero la Fraternidad tuvo que tomar partido cuando los avances democráticos que supusieron el Parlamento de Franckfurt y la Constitución del Reich se vieron amenazados por la reacción de los gobiernos, y apoyó la acción, el levantamiento de mayo de 1849.
La situación política en gran parte de Alemania después del fracaso revolucionario provocó que la Fraternidad tuviera que trabajar en la clandestinidad. El periódico fue cerrado, aunque en Hannover comenzó a publicarse otro que terminó teniendo una clara influencia en los medios obreros del norte de Alemania.
Los gobiernos de distintos estados alemanes, encabezados por el prusiano, prohibieron la existencia de la Fraternidad a partir de los años cincuenta. En 1854 fue definitivamente liquidada, aunque algunos grupos siguieron funcionando en la clandestinidad.
La Fraternidad merece en la Historia del movimiento obrero un capítulo importante porque supone un escalón más en la toma de conciencia obrera, en la lucha por conseguir el poder político para cambiar la situación.
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