Hace dos años, a principios de enero de 2017, leí en una publicación lo curioso que es que cada 1 de enero, automáticamente, se ponga el contador a cero. Me refiero al contador de mujeres asesinadas.
Pero no es curioso, tiene su fin, como todo lo que lleva a cabo este Sistema. Así, el principal objetivo es que se nos cuente, cada año, por decenas y no por miles. De esa manera, sutilmente, empequeñecen la realidad ante nuestros ojos, nos muestran solo una minúscula parte de la Verdad, para que no veamos lo que verdaderamente está ocurriendo y, por tanto, no podamos luchar contra eso, para que así nos sea más difícil ir contra este Sistema que nos asesina a todas horas, para que así sea más fácil utilizar los discursos machistas e irracionales donde se nos acusa de feminazis, feministas radicales y de consumir dinero de ayudas en…. ¿En qué? No me extrañaría que se atrevieran a decir que lo consumimos en prostíbulos.
Han pasado dos años.
Ahora, enero de 2019, sobran las palabras, ya hemos visto las noticias de estos días donde la palabra violación se ha vuelto hashtag. Y en vez de ver este problema que hay en la sociedad, en vez de ir a la raíz del problema para intentar ponerle solución, la derecha de nuestra tierra, con mucho gusto, le tiende la mano a las políticas miserables que defienden la idea de que nosotras somos seres inferiores, de que estamos locas y que de los asesinatos de los que hablamos, son simples exageraciones nuestras. Pero, claro, como no van a tenderle la mano a esas políticas si son las mismas que hacen ellos, no será difícil para ese trifachito partido político el ponerse de acuerdo en algo, cuando ese algo tiene que ver con seguir incrementando las injusticias en nuestra tierra. Como si ya no hubiera suficientes injusticias, ¿eh? Ahora hablan de que las mujeres que han sido maltratadas y han tenido la suerte de escapar con vida de ese infierno, reciben unas ayudas injustas o cosas así. Ni las leyes que hay ahora mismo conocen, esos mismos que mencionan cualquier cosa que les viene en gana para intentar legitimar su mano dura contra nosotras.
Que la violencia hacia nosotras no existe, que son exageraciones nuestras ¿verdad?
Las mujeres tendemos mucho a exagerar, que se lo digan a A que estuvo aguantando los golpes de su marido durante más de 25 años y que todavía se echa a temblar cuando lo ve pasando por su lado por la calle.
Que se lo digan a B que fue violada por cinco hombres mientras era grabada y aún se le cuestiona a ella.
Que se lo digan a C, que tuvo que ver día tras día como a su madre le salían manchas moradas por todo el cuerpo porque tropezaba a menudo con los muebles y los picos de las ventanas.
Que se lo digan a D que tuvo que salir corriendo a media noche hasta llegar al portal de su casa porque un desconocido la tocó e intentó violarla.
Que se lo digan a E, que todavía la conocen en su barrio y la señalan como aquella que fue violada porque llevaba una ropa demasiado atrevida.
Que se lo digan a F, que gritó para que algún vecino la ayudará hasta que se apagó su voz.
Que se lo digan a G, que perdió su trabajo porque denunció como su jefe se «pasó» con ella.
Que se lo digan a H, que se creyó segura por salir con una pulsera a la calle.
Que se lo digan a I, que dejó de hablarle a sus amigas y su familia porque su novio se lo exigía.
Que se lo digan a J, que tuvo que huir como una criminal de la mano de sus hijxs para que su marido no los matara.
Que se lo digan a K, que siempre tiene que ir acompañada a casa de algún amigo para que no le vuelva a pasar lo de aquella oscura noche que prefiere no mencionar.
Que se lo digan a L, que salió a correr con los nervios aún a flor de piel porque por fin había empezado a trabajar de eso que tanto le apasionaba.
Que se lo digan a M, que no soportan que la toquen por culpa de las manos de un conocido que todavía le dejan secuelas.
Que se lo digan a N que, tras ser violada, una jueza le preguntó si cerró bien las piernas.
Que se lo digan a Ñ, que no abandona a su marido porque él le ha hecho creer que sin él no es nada.
Que se lo digan a O, que soportó de manera incómoda como su compañero y amigo le ponía la mano en su entrepierna sin permiso, mientras soltaba comentarios obscenos.
Que se lo digan a P, que desde hace unos meses la conocen como la chica a la que le ocurrió cosas malas porque se pasó con el alcohol.
Que se lo digan a Q, que cambia de acera cuando camina sola por la calle cuando se encuentra a grupos de chicos de frente.
Que se lo digan a R, que contó hasta como 30 hombres la violaban, y que ahora sueña con que le sale basura de su pequeño cuerpo y que a lo mejor no tiene mucho sentido cumplir 17 años.
Que se lo digan a S, que apareció en una cuneta y cuyo cuerpo aún no ha reclamado nadie.
Que se lo digan a T, que tuvo que soportar sin llorar ni gritar como un grupo de amigos le metían una botella rota por la vagina.
Que se lo digan a U, que nunca podrá ascender en su puesto de trabajo porque tiene colgada sobre la frente la etiqueta de “Mujer”.
Que se lo digan a V, que dejó de salir a caminar sola por la calle porque asesinaron a una amiga suya mientras corría.
Que se lo digan a W, cuyo cuerpo aún no ha aparecido.
Que se lo digan a Y, que ha tenido que cambiar de barrio porque un ex no entendió un NO por respuesta.
Que se lo digan a Z, que la trajeron engañada para ser objeto de consumo y disfrute de todo aquel que quiera pagar 25€ por ella.
El abecedario se queda corto porque no hay suficientes letras para nombrar a todas mis hermanas que han sido maltratadas, violadas y/o asesinadas. No hay letras para aquellas que ni siquiera se les ha podido poner un nombre, para aquellas que se han quedado como un simple número en una estadística o forma parte de ese contador a 0 de cada nuevo enero. No hay letras para aquellas hermanas que aún aguardan en sus hogares aguantando los golpes, para mis hermanas que no se atrevieron a denunciar esas violaciones que sufrieron, para mis hermanas que vinieron engañadas en una patera y ahora son violadas por decenas de hombres cada semana. No hay suficientes letras.
La lucha feminista tiene un objetivo claro: que esto se acabe de una vez. Y sólo hay dos opciones: o eres feminista o no lo eres. O luchas para acabar con esta violencia hacia las mujeres o estas a favor de dicha violencia. No hay más.
Contador a 0, ¿eh?
Malditxs seáis aquellos y aquellas que defendéis las políticas que permiten y alimentan esta tragedia.
Sí me parece bien que haya 0 muertes por violencia de género, y que haya libertad para los trabajadores, paz pero una cosa es que lo quiera y otra saber el mundo en que vivimos, no entiendo por qué si se reduce cada vez más y las leyes protegen a la mujer más que hace décadas, eso es un fracaso, pues no, es un éxito, aunque hay que seguir pero es la línea correcta, que haya 0 muertes pues es un deseo pero en este sistema es difícil o casi imposible y no conozco ningún país del mundo en que haya 0 muertes por violencia de género desgraciadamente.
puras estupideces eso les pasa por andar de pendejas solo obtienen lo que merecen
no eres mas que un subhumano que usa internet para desparramarse
mas te metreces tu por decir esas cosas…asi que ya sabes…