Como un gorrino en un maizal

Por Daniel Seijo

«La vida hay que tomársela en serio, muy en serio. Comprometerse con las cosas, poner todo tu esfuerzo en lo que haces, querer lo que quieres con todo tu corazón. Lo que es un error es confundir tomársela en serio con olvidarse de la diversión. La actitud perfecta en esto es disfrutar en serio de la vida, como un gorrino en un maizal» 

Pepe López Rey, profesor de Sociología en la Universidade da Coruña. 

Cuando un buen profesor muere, sus alumnos acostumbran sentirse un poco más huérfanos intelectualmente hablando, supongo que eso es lo que yo he sentido al enterarme de la muerte de Pepe López Rey, profesor de sociología en la Universidad de A Coruña. Por motivos personales –y también de clase social– en su momento no pude acudir de forma totalmente regular a las clases de Pepe, pero nunca me perdí la oportunidad de acudir a ellas por ajustado que fuese el reloj,  después de todo, no siempre uno se pasaba una hora y media hablando de Herbert Marcuse o Theodor W. Adorno y al mismo tiempo lograba divertirse. Cuando un profesor sabe transmitir la pasión que siente por su trabajo, lo normal es que las horas pasen rápidas y las clases sepan a poco.

Mucha gente acude a la Universidad debido a que es el siguiente paso lógico para quienes no quieren acabar comprando productos de marca blanca y contando hasta la última de las monedas para poder pagar sus facturas, la educación universitaria se ha convertido en un requisito necesario para pasar a formar parte del mercado laboral, una característica más para lograr progresar en el sistema. Las aulas ya no son esos pequeños refugios de rebeldía, en gran parte debido a que las clases hoy se ajustan a unos temarios preestablecidos en los que la realidad social no pasa de ser enseñada como una imagen estática de la realidad, únicamente interpretable pese desde teorías y postulados que en raras ocasiones llegan a interrelacionarse adecuadamente con la actualidad.

La primera vez que hice un examen de Pepe recuerdo que estaba bastante nervioso, nunca iba demasiado sobrado de tiempo para dedicarle a los parciales y Teoría II era un auténtico popurrí de autores. Al poco de entrar en la clase para comenzar el examen se apagaron las luces y el proyector de aquella sala comenzó a ofrecernos «The National Anthem», el primer capítulo de la primera temporada de Black Mirror, durante los siguientes tres cuartos de hora disfrute de una serie a la que me engancharía para siempre y comprendí que todo lo que nos rodea tiene mucho más potencial ideológico del que hayamos podido nunca imaginar. En ese preciso momento, supongo que el frustrado estudiante de periodismo que había tenido que abandonar Madrid comenzaba a enamorarse de la Sociología.

Con la muerte de Pepe quedará pendiente una vaga idea para pedirle que colaborase con Nueva Revolución explicándonos en un artículo su brillante teoría acerca de las raíces sociológicas de cada uno de los modernos superhéroes del Cómic, una historia que pese a que no tengo ni idea de los mundos de Marvel o DC, siempre intento explicar a la mínima oportunidad a todo aquel que me conoce. Algún día prometo empaparme un poco mejor de esa cultura y escribir algo sobre ello, queda prometido, después de todo los buenos profesores nunca mueren, siempre dejan en sus alumnos un poquito de ellos, un poquito de esperanza.

Dedicado a José Antonio Lopéz Rey «Pepe», gracias por sembrar semilla.

 

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