Bélgica: el corazón de Europa también se va a la huelga general

Los belgas parece que tampoco están muy contentos con asumir los gastos de una guerra que empieza a hacer mella en la economía de sus habitantes

Por Angelo Nero

También en Bélgica, uno de los centros de poder europeo, una de las sedes oficiales de las instituciones de la Unión, como el Consejo Europeo, el Comité Económico y Social, e incluso donde se producen la mayoría de las reuniones del Parlamento de la UE, se ha paralizado este miércoles, 9 de noviembre de 2022, en una jornada de huelga general. La convocatoria de los sindicatos socialistas ABVV/FGTB (Federación General del Trabajo de Bélgica), de la CGSLB (Confederación General de Sindicatos Liberales de Bélgica), y de la Confederación de Sindicatos Cristianos (CSC), en demanda de una subida salarial -a pesar de que el SMI es uno de los más altos de Europa, de 1.842 euros-, ante el alza del coste de la vida, especialmente en materia energética, cuyas facturas no han dejado de crecer en los últimos meses. Los precios subieron más de un 12% respecto al año pasado, con un marcado incremento en energía y alimentación.

La huelga en los transportes ha afectado a todo el país, con un colapso generalizado en sus aeropuertos y una reducción drástica de la circulación en su red ferroviaria. El metro también suspendió su servicio en Bruselas, y las líneas de tranvías y autobuses funcionaron con unos servicios mínimos muy reducidos, con lo que la afluencia a los centros de trabajo, aún de aquellos que no quisieran secundar la huelga general, se hizo muy difícil. En Valonia los autobuses prácticamente no circularon, mientras que en Flandes el paro afectó a más del 50%. Han cerrado los centros educativos, y en los hospitales solo se mantenían las urgencias. La industria ha estado paralizada, gracias, en parte, a los piquetes informativos que se plantaron en las sedes de Otis, Aquiris, Brucargo, Renault, Mercedes-Benz o BMW y los sindicatos animaron al bloqueo de los grandes centros comerciales y de los supermercados. Los trabajadores portuarios han detenido la actividad de carga y descarga de contenedores. Incluso se han puesto en huelga los guardias de prisiones, obligando a la policía a hacer su trabajo.

Los belgas parece que tampoco están muy contentos con asumir los gastos de una guerra que empieza a hacer mella en la economía de sus habitantes, a pesar de los llamamientos del primer ministro belga, Alexander De Croo, a sus ciudadanos para mantener la unidad ante las decisiones de su gobierno, que ya ha presentado un paquete de medidas para combatir el encarecimiento de la vida, entre ellas el alargamiento de dos de sus centrales nucleares, a pesar de que el ministerio de Energía y Clima está en manos de los ecologistas. Solamente un 44% de los belgas apoya el envío de armas a Ucrania.

Este día los trabajadores belgas y griegos han paralizado sus respectivos países, como antes hicieron los trabajadores británicos y franceses, ¿cuál será el siguiente país que salga a la calle para protestar por el aumento de salarios, el alza de los precios de la energía y los gobiernos que siguen apostando por la guerra?

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